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KineMaster vs CapCut: comparativa de las apps de edición

Actualidad en Androidsis - Jue, 18/12/2025 - 19:23

Si estás dudando entre KineMaster vs CapCut y no sabes cuál te compensa más —sobre todo si te estás planteando pagar la versión PRO—, aquí tienes una guía muy completa donde se cruzan lo que ya se ha publicado en la red, la experiencia real de creadores pequeños y un análisis a fondo de funciones, precios, rendimiento y comunidad. La idea es que termines de leer esto sabiendo muy claro cuál encaja mejor contigo y con tu móvil.

KineMaster vs CapCut: dos formas de entender la edición móvil

Dentro de la edición en Android hay decenas de apps, pero pocas han logrado el tirón de KineMaster y CapCut. Las dos permiten recortar clips, añadir música, texto, filtros y exportar en buena calidad, pero su filosofía es muy distinta: KineMaster tira hacia un flujo de trabajo “de estudio”, mientras que CapCut se centra en sacar vídeos llamativos en tiempo récord, especialmente pensados para formato vertical y redes sociales.

En la práctica, esto se traduce en que si vienes de editores de PC tipo Premiere, Final Cut o DaVinci te sentirás mucho más cómodo en KineMaster, porque su estructura se parece bastante a la de un programa de escritorio. Si, en cambio, tu objetivo principal es seguir trends, crear Reels, Shorts o TikToks sin comerte demasiado la cabeza, CapCut es tremendamente agradecido desde el minuto uno.

También chocan en su modelo de negocio. Mientras KineMaster apuesta por un sistema freemium clásico con suscripción (versión gratis con marca de agua y límites, versión Pro de pago), CapCut ofrece la mayoría de funciones gratis y sin marca de agua, reservando algunos efectos, recursos o paquetes para compras puntuales o suscripciones más caras en ciertos mercados.

Con este marco claro, la mejor forma de comparar KineMaster vs CapCut es ir punto por punto: interfaz, herramientas, exportación, rendimiento, precios, comunidad y nivel recomendado según tu experiencia. Y sí, también veremos qué conviene más si eres un creador pequeño pensando si renovar CapCut Pro o arriesgarte con KineMaster.

Interfaz y experiencia de uso: profesional frente a “todo a un toque”

La primera bofetada de realidad llega al abrir las apps. KineMaster apuesta por una interfaz en horizontal con clara inspiración en los editores de ordenador: línea de tiempo multipista, panel lateral con herramientas, controles detallados y un montón de opciones a la vista.

En KineMaster verás una línea de tiempo por capas donde puedes apilar vídeos, fotos, audio, textos, stickers y efectos. Cada pista se puede recortar, dividir, mover o animar casi fotograma a fotograma. Para quien ya ha editado algo en PC, la transición a esta app móvil resulta muy natural; para quien no ha tocado un editor en su vida, la interfaz impone un poco los primeros días.

CapCut, por el contrario, se ha diseñado para que cualquiera pueda editar sin sentirse perdido. Su interfaz es más limpia, con predominio del formato vertical, menús sencillos y nombres de herramienta muy claros. Las acciones más comunes —cortar, dividir, añadir texto, filtros o música— están siempre a un toque, y las opciones avanzadas quedan algo más escondidas.

Esto hace que CapCut sea la opción ideal para empezar desde cero: escoges clips, eliges una plantilla, arrastras algún efecto y en pocos minutos tienes un vídeo digno de redes. El precio de esta simplicidad es que te chocas antes con los límites si buscas ediciones complejas, máscaras precisas o mezclas de audio trabajadas.

En el lado de KineMaster, la curva de aprendizaje es algo más exigente, sobre todo si quieres exprimir bien las capas, el chroma key o los fotogramas clave. Pero una vez superado ese mini “curso intensivo”, la sensación es que tienes un control casi total del proyecto, incluso en pantalla pequeña.

Hay un matiz curioso en el ecosistema KineMaster: la app hermana llamada Spring. Spring funciona en vertical, permite quitar la marca de agua a cambio de ver anuncios y hereda casi todas las funciones de KineMaster salvo detalles como los marcadores. En Android, si bloqueas la orientación para que se muestre en horizontal, la interfaz se acerca muchísimo a la de KineMaster clásico, logrando algo así como “KineMaster sin marca de agua” sin pagar suscripción.

Herramientas de edición y funciones avanzadas

Cuando toca editar en serio es donde se ve de verdad la filosofía de cada app. Ambas traen un arsenal potente para ser herramientas móviles, pero apuntan en direcciones distintas: KineMaster a la edición tradicional, CapCut a la edición rápida apoyada en IA y plantillas.

En KineMaster sobresale su sistema de edición multicapa real. Puedes superponer varios vídeos simultáneos, imágenes, gráficos, textos, stickers y diferentes pistas de audio, cada uno en su propia capa, con controles independientes de recorte, posición, escala, opacidad y animación. Es una forma de trabajar muy cercana a un editor profesional de sobremesa.

Además, KineMaster ofrece pantalla verde con chroma key avanzado (con ajustes finos de tolerancia y recorte), modos de fusión de capas (multiplicar, aclarar, superponer…), máscaras de vídeo, efectos de desenfoque, herramientas completas de recorte, y animación por fotogramas clave para multitud de parámetros (posición, escala, opacidad, filtros, etc.). A esto se suma un control de color bastante decente, con ajustes de brillo, contraste, saturación, tono e incluso curvas, algo que no es tan habitual en móvil.

Su tienda interna añade transiciones, efectos, fuentes, música, stickers y packs gráficos. Muchos son gratuitos, otros de pago, pero la política no es tan agresiva como en otros competidores: si descargas un asset de pago durante un periodo promocional en el que es gratis, se queda vinculado a tu cuenta mientras no borres los datos de la app.

CapCut, por su parte, juega su partido con funciones de inteligencia artificial y recursos creativos listos para aplicar en segundos. Su generador de subtítulos automáticos transcribe el audio del vídeo en hasta 23 idiomas con bastante precisión, y luego puedes corregir texto, tipografía y estilo. La herramienta de texto a voz convierte textos en locuciones bastante naturales, con varios estilos de voz disponibles.

Otra baza importante es el eliminador de fondo basado en IA, que permite separar al sujeto del fondo sin necesidad de pantalla verde, para después sustituir ese fondo por colores planos, otras imágenes o incluso vídeos diversos. A esto se añaden filtros modernos, efectos tipo glitch, VHS, transiciones muy vistosas, stickers animados y una biblioteca de música pensada para redes.

La cara B es que, cuando buscas control milimétrico —por ejemplo, mezclar muchas pistas de audio, refinar un chroma difícil o encadenar animaciones complejas—, CapCut se queda más corto que KineMaster. Sus herramientas cubren sobradamente a la mayoría de usuarios de redes, pero no tienen la misma profundidad técnica ni el mismo margen de personalización.

Un detalle que muchos usuarios avanzados señalan es que KineMaster permite trabajar prácticamente todo sin conexión, incluidas ciertas funciones recientes basadas en IA. CapCut, en cambio, suele depender más de la nube para algunas plantillas, efectos o procesos automáticos, lo que puede ser un incordio si normalmente editas con mala cobertura.

Compatibilidad de formatos y opciones de exportación

En un mundo donde ya se graba de forma rutinaria en Full HD e incluso en 4K, es clave saber en qué calidad puedes exportar y qué formatos soporta cada app. Tanto KineMaster como CapCut han tomado esto muy en serio.

Las dos aplicaciones permiten exportar proyectos en 4K a 60 fotogramas por segundo en dispositivos compatibles, algo muy notable siendo software móvil. Sin embargo, KineMaster ofrece un abanico mucho más amplio de ajustes técnicos: puedes elegir resolución exacta, tasa de bits, formato de archivo y otros parámetros que afectan tanto a la calidad como al peso del vídeo.

Esta flexibilidad hace que puedas adaptar cada exportación al destino concreto: un archivo ligero para redes sociales, un máster con alta tasa de bits para un proyecto profesional, o un equilibrio intermedio para conservar buena calidad sin que el archivo sea gigante.

En lo que respecta a la entrada, KineMaster es también bastante permisivo con formatos de vídeo, imagen y audio de lo más variado. Esto resulta especialmente útil si recibes material de cámaras externas, clientes o diferentes dispositivos, no solo de la galería del móvil.

CapCut también permite exportar en 4K y 60 fps con buena nitidez, pero ofrece menos control sobre la trastienda técnica del archivo. Por lo general puedes escoger resolución y fotogramas, a veces calidad baja/media/alta, pero no hay tanto margen para ajustar manualmente bitrate u otros detalles.

Para la mayoría de usuarios que solo quieren que el clip se vea bien en TikTok, Reels o Shorts, estas limitaciones son irrelevantes, ya que las propias plataformas recomprimen el vídeo. Pero si trabajas en proyectos de cliente, necesitas cumplir requisitos concretos de exportación o eres muy maniático con la calidad, KineMaster puntúa claramente más alto.

Rendimiento y compatibilidad con dispositivos

No es lo mismo editar en un gama alta recién salido del horno que en un Android veterano. Por eso, el apartado de rendimiento marca diferencias importantes en la experiencia real con KineMaster y CapCut.

KineMaster está muy optimizado para exprimir móviles de gama media y alta. Con un dispositivo decente puedes manejar proyectos con varios clips 4K, varias capas, transiciones y efectos sin que la previsualización se vuelva una tortura. Aun así, si aprietas con proyectos enormes o tu teléfono va justo de RAM y procesador, se pueden notar lags, tiempos de render largos e incluso algún cierre ocasional.

Por eso suele recomendarse que, si quieres usar KineMaster como herramienta principal, dispongas de al menos un móvil de gama media actual. No hace falta un buque insignia, pero sí algo con músculo suficiente para lidiar con montajes complejos sin desesperarte.

CapCut, en cambio, destaca por ir muy fino incluso en dispositivos modestos. La interfaz es ligera, la app rara vez se atranca y los tiempos de exportación resultan bastante razonables para el hardware que pide. Esto la convierte en una opción fantástica si tu móvil ya tiene unos años o si no quieres que la app se coma todos los recursos.

Otro aspecto a su favor es que CapCut cuenta con versión para PC y versión web, lo que te permite editar en pantalla grande cuando el proyecto lo pide, o combinar flujo móvil y escritorio según te convenga. KineMaster, por su parte, sigue completamente centrado en el ecosistema móvil, si bien con la ayuda de Spring y otras herramientas cercanas.

Si tu prioridad es edición potente y detallada directamente desde el móvil y tienes un terminal relativamente moderno, KineMaster encaja como un guante. Si lo que más te importa es que la app vaya fluida en casi cualquier Android y poder saltar a PC cuando lo necesites, CapCut tiene ventaja clara.

Modelos de suscripción, precios y política de recursos

El dinero manda, y en el mundo de la edición móvil cada app ha elegido su propio camino. KineMaster y CapCut no juegan a lo mismo en cuanto a monetización, y eso influye mucho en la percepción de valor.

KineMaster sigue el modelo freemium de toda la vida: puedes descargar y usar la app gratis, con acceso a muchas funciones, pero todos los vídeos exportados incluyen una marca de agua visible y ciertos assets quedan reservados a usuarios de pago. Si quieres un resultado limpio para subir a redes o trabajar con clientes, prácticamente estás obligado a pasar por la suscripción.

Los precios orientativos se mueven en torno a 3,99 € al mes o unos 22,99 € al año, aunque pueden variar según región y promociones. En el contexto de la edición profesional, no es una cifra especialmente alta, y para alguien que genera ingresos con sus vídeos puede ser una inversión muy razonable.

CapCut, por el contrario, se ha posicionado como una app mayoritariamente gratuita. Permite editar, aplicar gran parte de sus efectos, usar herramientas de IA y exportar en alta resolución sin marca de agua en muchos casos, todo sin pagar. Existen packs premium, plantillas y recursos avanzados que sí cuestan dinero, y en algunas regiones han aparecido planes de pago sobre los 7,9 € al mes o incluso paquetes anuales alrededor de 75 €, pero para un usuario medio no es imprescindible suscribirse.

Esto convierte a CapCut en la opción número uno si tu presupuesto es cero euros pero quieres seguir disfrutando de filtros, subtítulos automáticos, música y efectos resultones. KineMaster, en cambio, requiere asumir la suscripción o recurrir a la combinación Spring + anuncios si no quieres ver su marca de agua.

Como truco intermedio, algunos creadores tiran de Spring para eliminar la marca de agua viendo anuncios. Aunque es algo más incómodo, y la app está pensada en vertical, puede ser una solución aceptable si estás empezando y todavía no tienes claro si te merece la pena pagar KineMaster Pro.

Actualizaciones, comunidad y recursos de aprendizaje

Una app de edición no es solo lo que trae de serie, sino también el ecosistema que la rodea: actualizaciones frecuentes, tutoriales, presets, foros, canales de YouTube especializados, etc. Aquí también hay diferencias notables entre KineMaster y CapCut.

KineMaster lleva años consolidando una comunidad internacional muy potente. Hay montones de vídeos formativos en YouTube, desde trucos básicos hasta workflows complejos, así como foros y grupos donde se comparten proyectos, ajustes de color, plantillas de títulos y packs de recursos. La app recibe actualizaciones regulares con nuevas funciones, mejoras de estabilidad y soporte ampliado, lo que da bastante confianza si piensas usarla a largo plazo.

CapCut tampoco se queda quieta: se actualiza muy a menudo, sobre todo para añadir nuevos efectos visuales, plantillas virales, filtros de tendencia y herramientas de IA. Al estar vinculada al universo TikTok, suele incorporar rápidamente los efectos de moda y plantillas virales que ves en los retos del momento.

La diferencia está en el tipo de comunidad que se ha formado. En el caso de CapCut, abundan los vídeos cortos tipo “cómo hacer X efecto viral” y los tutoriales rápidos para replicar trends. Sin embargo, hay menos contenido profundo sobre flujo de trabajo profesional, mezcla de audio avanzada o corrección de color detallada.

Con KineMaster sucede justo lo contrario: quizá veas menos “trucos virales” pero más contenido enfocado a aprender edición de verdad, con proyectos complejos y explicaciones extensas. Si te ilusiona ir subiendo el nivel, practicar técnicas nuevas y pulir tus montajes, esa base formativa marca la diferencia.

En la práctica, se podría decir que KineMaster resulta más adecuado como herramienta con la que crecer a nivel semiprofesional, mientras que CapCut está más centrado en seguir el ritmo frenético de las redes con efectos de moda, plantillas de tendencia y automatizaciones apoyadas en IA.

Qué debe ofrecer un buen editor de vídeo móvil y cómo encajan KineMaster y CapCut

Para valorar correctamente ambas apps conviene repasar qué le pedimos hoy en día a un editor de vídeo móvil decente y ver cómo encaja cada uno en esa lista de requisitos básicos.

En primer lugar, es vital que permita usar contenido de distintas fuentes y formatos. Lo ideal es poder combinar vídeos y fotos en varios formatos y, si puede ser, tirar también de servicios en la nube como Google Drive, OneDrive o Dropbox. En este aspecto, KineMaster suele mostrar algo más de flexibilidad con archivos variados, mientras que CapCut se centra sobre todo en el material disponible en el dispositivo y en su propio ecosistema.

También es fundamental disponer de buenas herramientas de recorte y división de clips, para controlar exactamente qué fragmento de vídeo usamos y cuánto dura cada plano. Tanto KineMaster como CapCut cumplen con creces, aunque KineMaster ofrece un control fotograma a fotograma realmente preciso que facilita crear transiciones muy suaves y montajes al milímetro.

Los ajustes de imagen básicos (exposición, contraste, saturación, tono, temperatura) son ya obligatorios incluso en ediciones sencillas. CapCut los integra de forma clara y accesible para que cualquiera pueda jugar con ellos. KineMaster, además de esos controles básicos, añade opciones más avanzadas de colorimetría y curvas que se acercan a lo que esperarías en un editor profesional.

En cuanto a filtros, efectos, marcos y estilos visuales, CapCut arrasa en cantidad de filtros modernos, efectos tipo glitch, VHS, desenfoques creativos y transiciones diseñadas para redes sociales. KineMaster también tiene buenos efectos y una biblioteca extensa, pero su fuerte está en que puedes retocar y combinar esos efectos con mucha más precisión, en lugar de limitarte al “aplicar y listo”.

Un buen editor debe permitir también insertar fundidos y transiciones variadas entre clips. Ambas apps cubren bien este apartado: CapCut suele inclinarse por transiciones más espectaculares y llamativas, mientras que KineMaster ofrece un abanico equilibrado entre efectos discretos y opciones llamativas más profesionales.

En la parte de sonido, es clave soportar música de tu propia biblioteca, efectos de sonido y voz en off, además de poder ajustar el volumen de cada clip para que todo quede nivelado. KineMaster cuenta con herramientas detalladas de edición de audio, incluyendo ecualización, control fino de volumen, fundidos de entrada y salida y mezcla de varias pistas. CapCut no se queda atrás y suma funciones IA como reducción de ruido para limpiar audio grabado en entornos complicados.

La opción de añadir rótulos, títulos y texto animado también es importante. CapCut ofrece textos muy vistosos con estilos orientados a redes sociales, fáciles de aplicar con plantillas prediseñadas. KineMaster, por su parte, da más libertad a la hora de apilar varias capas de texto, controlando animaciones y tiempos al detalle sobre la línea de tiempo.

Por último, está la cuestión de la resolución de exportación y las marcas de agua. KineMaster en su versión gratuita inserta una marca de agua clara que resulta difícil de aceptar para trabajos serios, obligando a valorar la suscripción o la vía alternativa de Spring. CapCut, en cambio, permite normalmente exportar sin marca de agua y en alta calidad, lo que la hace muy atractiva si no contemplas pagar nada.

Otros editores de vídeo Android y el hueco que ocupan KineMaster y CapCut

Para acabar de encajar cada pieza, merece la pena echar un vistazo rápido a otros editores de vídeo destacados en Google Play y ver cómo KineMaster y CapCut se diferencian del resto.

Por un lado tenemos a CyberLink ActionDirector y PowerDirector, con un enfoque heredado del mundo PC. Permiten combinar fotos y vídeos, aplicar decenas de filtros, efectos y transiciones, y añadir textos y pegatinas. Sin pagar, te quedas con resoluciones como 720p o 480p y marca de agua; para pasar a 1080p sin ella toca suscribirse, con precios cercanos a los 4,29 € al mes.

InShot Video Editor es famoso por ser muy completo, pero también por su agresividad a la hora de monetizar: mucha publicidad y presión constante para que pases por caja. Ofrece recorte de clips, textos, música, efectos y voz en off, con unos 50 filtros (varios de pago). Permite exportar hasta 1080p, pero incluye marca de agua a menos que veas anuncios o compres la versión Pro.

En una línea parecida está VideoShow, que presume de tener más de 40 filtros y casi 70 transiciones, pero buena parte de ellos quedan reservados a usuarios VIP, con un acceso de por vida que ronda los 41,99 € o suscripción anual sobre los 22,99 €. Se pueden sumar vídeos y fotos, añadir música, voz en off y textos, pero sin pagar, el clip final lleva marca de agua.

FilmoraGo adopta otro enfoque: la app es gratuita y no hay suscripción fija, pero vende paquetes de filtros, transiciones y la eliminación de marca de agua como compras independientes. Permite crear vídeos combinando fotos y clips, añadir transiciones, voz en off, títulos y filtros de forma sencilla. Quitar la marca de agua cuesta alrededor de 1,99 €, lo cual es asumible para muchos usuarios.

Completan el panorama soluciones como Quik (GoPro Quik), que brilla cuando no tienes una idea muy clara de montaje y prefieres que la app haga casi todo por ti. Seleccionas los clips, marcas las partes importantes, eliges música y duración, y Quik monta automáticamente un vídeo bastante resultón. No da tanto control como KineMaster o CapCut, pero es perfecto para quien busca algo rápido y vistoso sin complicarse.

En medio de todo este abanico, KineMaster destaca como el editor más cercano a un programa de sobremesa en tu móvil, con capas, chroma key, mezcla de audio avanzada y gran control de exportación. CapCut, por su parte, reina en el terreno de los vídeos verticales para redes, con IA, plantillas, efectos de moda y una curva de aprendizaje prácticamente inexistente.

¿Qué es mejor para principiantes y pequeños creadores que se plantean pagar PRO?

Uno de los perfiles más habituales hoy en día es el del creador pequeño que empieza a tomarse en serio su contenido y se pregunta si le compensa pagar una suscripción. El caso típico es: “ya tengo CapCut Pro, está a punto de caducar, ¿me cambio a KineMaster o renuevo?”.

Si nunca has editado en serio y tu prioridad es publicar vídeos llamativos para redes sin comerte la cabeza, CapCut es difícil de batir. Sus plantillas para TikTok, Reels o Shorts, los efectos de un toque y los subtítulos automáticos hacen que en poco rato tengas contenido más que decente para tu audiencia, incluso con el plan gratuito.

En este escenario, la suscripción de CapCut solo tiene sentido si realmente vas a exprimir los extras de pago: plantillas exclusivas, efectos premium o funciones avanzadas que uses a diario. Para muchos creadores pequeños, la versión gratis ya da muchísimo de sí.

Con KineMaster la situación cambia: la versión gratuita es potente en herramientas, pero la marca de agua resulta muy intrusiva si tus vídeos son públicos y quieres construir una imagen cuidada. Aquí pagar Pro suele ser casi obligatorio para trabajar con cierta seriedad.

Si estás dudando entre renovar CapCut Pro o apostar por KineMaster, la pregunta clave es qué tipo de contenido quieres hacer en los próximos meses. Si lo tuyo son sobre todo trends, vídeos cortos, plantillas virales y formatos verticales de consumo rápido, seguir con CapCut —incluso sin Pro— tiene mucho sentido. En cambio, si empiezas a notar que te falta margen para proyectos más complejos, montajes largos, multicapa, chroma key bien afinado y mezcla de audio más seria, KineMaster Pro ofrece muchísimo por lo que cuesta al año.

Para un “pequeño creador” que ya ha probado CapCut mensual, arriesgar con un año de KineMaster suele ser rentable si de verdad piensa subir el nivel de sus vídeos y no quedarse solo en contenido efímero de redes. No obstante, antes de pagar siempre es buena idea trastear unos días con la versión gratuita (o con Spring) para comprobar si la interfaz y el flujo de trabajo te convencen.

Mirando todo lo anterior, se ve que no existe una ganadora absoluta entre KineMaster y CapCut, sino dos formas distintas de entender la edición móvil: una más profesional y meticulosa, otra más rápida y apoyada en automatismos. Elegir bien pasa por ser sincero con lo que necesitas ahora mismo, el tipo de proyectos que quieres crear, el móvil que llevas en el bolsillo y lo que estás dispuesto a invertir en tu herramienta de trabajo o de ocio creativo.

Snapdragon vs Dimensity vs Exynos: pros y contras

Actualidad en Androidsis - Jue, 18/12/2025 - 19:21

Elegir móvil hoy no va solo de cámara, diseño o pantalla gigante: al final, lo que manda es el procesador que lleva dentro, el “cerebro” que lo hace todo posible. De él dependen la velocidad al abrir apps, lo bien que van los juegos, cuánta batería se gasta y hasta cómo salen las fotos y los vídeos nocturnos. Por eso cada vez más gente se fija en nombres como Snapdragon, Dimensity o Exynos antes de soltar el dinero.

Dentro del mundo Android, la verdadera pelea se libra entre Qualcomm Snapdragon, MediaTek Dimensity y Samsung Exynos, tres familias de chips con puntos fuertes y flaquezas. Unos apuestan por la máxima potencia y la mejor IA, otros por eficiencia y precio contenido, y otros por integración perfecta con su propio ecosistema. Si estás dudando entre ellos, aquí vas a ver pros, contras y ejemplos reales para tenerlo mucho más claro.

Por qué el procesador es tan importante en un móvil Android

Cuando decimos que un móvil va “fino” o “se atranca”, en realidad estamos hablando de que su procesador es capaz (o no) de mover el sistema operativo y las apps con soltura. Eso incluye abrir aplicaciones sin esperas, cambiar entre varias tareas sin tirones y hacerlo todo sin que el teléfono parezca una estufa ni se beba la batería en un suspiro.

En términos técnicos, un SoC o System on a Chip integra en una sola pieza la CPU, la GPU, el módem de red, los motores de inteligencia artificial y el ISP para foto y vídeo. La forma en que se diseña ese chip es lo que marca la potencia en bruto, el rendimiento gráfico en juegos, el consumo energético y la calidad de la conexión 4G/5G y WiFi.

Detalles como la litografía de fabricación en nanómetros, el número y tipo de núcleos, la GPU y el soporte de IA son fundamentales cuando comparamos procesadores. Una tecnología de fabricación más avanzada (por ejemplo, 4 nm frente a 7 nm) permite meter más transistores, subir la potencia y a la vez reducir el gasto de energía, algo clave para que la batería aguante.

También hay que tener en cuenta que el procesador influye de lleno en cómo hace las fotos y vídeos el móvil. El ISP, que viene integrado en el propio SoC, se encarga del enfoque, el HDR, el modo noche, la grabación en 4K u 8K y todos esos procesados mágicos que ves en pantalla. Un buen chipset puede hacer que una cámara correcta parezca mucho mejor y que el modo noche pase de “ruido y manchas” a algo muy aprovechable.

Por si fuera poco, la parte de IA del chip es la responsable de funciones como la traducción en tiempo real, el desenfoque de fondo en vídeo, el reconocimiento de escenas y muchas optimizaciones automáticas. De ahí que no solo importe cuántos GHz tiene el procesador, sino también qué motor de inteligencia artificial monta y cómo lo aprovecha el fabricante.

Snapdragon, Dimensity y Exynos: quién fabrica qué y en qué se diferencian

En el ecosistema Android hay tres grandes nombres que se repiten una y otra vez: Qualcomm (Snapdragon), MediaTek (Dimensity) y Samsung Electronics (Exynos). Cada uno diseña varias gamas, desde chips básicos para móviles baratos hasta auténticas bestias para la gama alta más premium.

Qualcomm Snapdragon es quizá la familia más conocida y extendida. Marcas como Xiaomi, Motorola, OnePlus, Honor e incluso Samsung en algunos modelos confían en estos chips porque suelen ofrecer un equilibrio muy bueno entre potencia, compatibilidad de apps, juegos y conectividad. Eso sí, también se han visto casos de vulnerabilidades de seguridad en algunos micros de Qualcomm, lo que recuerda que no hay sistema perfecto.

MediaTek, por su parte, ha pasado en pocos años de ser vista como la opción barata para gama de entrada a plantar cara en serio con sus series Dimensity de gama alta, como los Dimensity 9300 y 9400. Estos procesadores han sorprendido con resultados en benchmarks muy altos, a la altura o incluso por encima de algunos Snapdragon, y con una eficiencia energética muy competitiva.

Mientras tanto, Samsung lleva tiempo empujando sus chips Exynos, diseñados en casa y usados sobre todo en sus Galaxy, aunque también los hemos visto en algunos modelos de otros fabricantes como Vivo. Exynos ha tenido generaciones brillantes y otras más discutidas, pero las últimas propuestas, como el Exynos 2200, han apostado fuerte por el rendimiento gráfico, la IA y el recorte de consumo.

Cómo funcionan las gamas Snapdragon y qué aportan en la práctica

Los Snapdragon son obra de Qualcomm, una empresa estadounidense con muchísima experiencia en conectividad móvil y chipsets. Dentro de su catálogo, la serie 600 y 700 apunta a la gama media, mientras que la serie 8 y los modelos “Elite” se reservan a móviles top con precios más altos, donde se busca exprimir al máximo el rendimiento.

En los últimos años hemos visto procesadores como el Snapdragon 888+, el Snapdragon 8 Gen 1, el Snapdragon 8 Gen 2, el Snapdragon 8 Gen 3 y el Snapdragon 8 Elite. Cada nueva generación mejora en potencia de CPU y GPU, sube el nivel de la inteligencia artificial integrada, añade un módem 5G más completo y afina la eficiencia energética para controlar mejor la temperatura y el gasto de batería.

El Snapdragon 8 Gen 1 fue el primer chip de Qualcomm fabricado en 4 nanómetros, un salto importante frente a los procesos anteriores. Esta litografía más fina permitió combinar más potencia con menor consumo en la mayoría de escenarios, lo que se traduce en móviles que rinden mejor, calientan menos (dependiendo del diseño térmico del fabricante) y aguantan más horas encendidos.

Con esta generación, Qualcomm reforzó especialmente la parte de IA, el músculo gráfico Adreno y las capacidades fotográficas y de vídeo. Gracias a ello, los móviles con este procesador pueden grabar a resoluciones muy altas, aplicar efectos avanzados en tiempo real y mover juegos exigentes con tasas de refresco de 120 Hz o más, siempre que la pantalla lo permita.

En la gama más alta actual, el Snapdragon 8 Gen 3 y el Snapdragon 8 Elite son los protagonistas en móviles de marcas como Honor o OnePlus. Aportan mejoras muy notables en rendimiento de CPU multinúcleo, capacidades de IA generativa (para tareas de foto, vídeo o asistentes inteligentes) y una conectividad 5G muy avanzada, con agregación de bandas y compatibilidad con un buen puñado de frecuencias.

Ventajas y desventajas de los Snapdragon de gama alta

Si miramos a los modelos tope de gama como el Snapdragon 8 Elite, nos encontramos con chips pensados para dar el máximo en juegos, multitarea y uso intensivo. Su CPU con varios núcleos potentes y su GPU Adreno están diseñadas para ofrecer fotogramas muy estables y altos en títulos exigentes, ideales para pantallas de 120 Hz o incluso más.

Otro punto muy fuerte de Qualcomm es su motor de IA y aprendizaje automático, que está entre los más avanzados del mercado móvil. Esto se traduce en mejoras automáticas de fotografía, funciones inteligentes en vídeo, asistentes de voz más capaces y un sistema que aprende patrones de uso para optimizar el rendimiento y el consumo.

En el día a día se nota también que la compatibilidad y optimización de apps y juegos suele estar muy trabajada en Snapdragon. Muchos desarrolladores prueban y afinan sus títulos principalmente en hardware de Qualcomm, por lo que es raro encontrarse tirones o errores raros en juegos populares si el móvil está bien refrigerado.

La parte menos agradable viene por el lado del consumo: los Snapdragon de gama muy alta pueden gastar algo más de energía que algunos rivales directos cuando se les exprime fuerte. Eso implica que, en sesiones largas de juego o uso intensivo, la batería puede caer rápido si el móvil no lleva una buena capacidad y una gestión de energía fina.

Además, hay que contar con que estos chips son caros y encarecen bastante el precio final de los teléfonos que los montan. Para mantener térmicas bajo control, los fabricantes suelen tener que montar sistemas de refrigeración por cámara de vapor o soluciones similares, complicando el diseño y aumentando todavía más el coste.

MediaTek Dimensity: la subida silenciosa hasta la gama alta

MediaTek ha cambiado mucho su imagen en los últimos años: de ser “la opción barata” ha pasado a competir mano a mano con Qualcomm en la parte alta del catálogo gracias a sus procesadores Dimensity. Los Dimensity 9300 y 9400 son dos buenos ejemplos de esta apuesta por potencia y eficiencia a la vez.

El Dimensity 9300 se ha posicionado como una alternativa muy seria al Snapdragon 8 Gen 3, con benchmarks que lo sitúan o bien al mismo nivel o muy cerca. En muchos tests ha demostrado ofrecer un rendimiento muy alto sin disparar las temperaturas, algo que se agradece sobre todo en sesiones largas de juego.

El Dimensity 9400 va un paso más allá y se ha dejado ver en móviles de gama altísima como el OPPO Find X8 Pro o el Vivo X200 Pro. En estos teléfonos, el procesador permite una experiencia muy fluida incluso en juegos AAA y en multitarea intensa, manteniendo una autonomía muy competitiva gracias a su buena eficiencia.

Uno de los grandes argumentos de los Dimensity de gama alta es su excelente eficiencia energética: logran un equilibrio muy interesante entre potencia y consumo. Eso se traduce en más horas de pantalla y menos calor, algo que los usuarios notan en el día a día aunque no se fijen en cifras técnicas.

Además, hay un factor clave para muchos bolsillos: el coste de estos chips suele ser algo más contenido que el de los Snapdragon equivalentes. Eso permite a los fabricantes destinar más presupuesto a montar mejores cámaras, baterías de gran capacidad o pantallas superiores sin que el precio final se dispare.

Puntos fuertes y pegas de los Dimensity de gama alta

Si nos centramos en un chip como el MediaTek Dimensity 9400, lo primero que brilla es su rendimiento general, más que suficiente para cualquier juego o app que le eches. En edición de vídeo móvil, productividad intensa o uso profesional tampoco se queda corto.

En segundo lugar, su gran baza es que suelen ofrecer una de las mejores autonomías del mercado cuando el fabricante acompaña con una batería decente. Gracias a su arquitectura y litografía avanzada, los móviles con Dimensity 9400 aguantan bien incluso con pantallas grandes y altas tasas de refresco.

También conviene destacar que, al ser chips algo más económicos, favorecen la aparición de móviles de gama alta con una relación calidad/precio muy atractiva. Es decir, pagas menos por un rendimiento similar, o pagas lo mismo pero te llevas extras como mejor cámara o más almacenamiento.

En la parte menos brillante, sus capacidades de IA y aprendizaje automático suelen estar un pequeño escalón por debajo de lo que ofrece un Snapdragon 8 Elite. No es que vayan mal, pero en tareas muy avanzadas de IA, Qualcomm suele tener ventaja por madurez y ecosistema.

Por último, aún se nota que la compatibilidad y optimización con algunas apps o juegos concretos está más afinada en Snapdragon. Aunque MediaTek ha mejorado muchísimo aquí, todavía hay títulos famosos muy optimizados para Qualcomm en los que Dimensity no termina de exprimir el 100% del rendimiento, y en 5G de última generación Qualcomm sigue algo por delante en ciertos mercados muy avanzados.

Samsung Exynos: los procesadores “de la casa”

Los Exynos son los chips diseñados por Samsung Electronics para sus propios móviles Galaxy, aunque de vez en cuando también se montan en modelos de otras marcas como Vivo. Samsung los ha usado históricamente para tener mayor control sobre su hardware y no depender siempre de terceros.

En los últimos años hemos visto procesadores como el Exynos 2100 y el Exynos 2200 en la parte alta del catálogo. El Exynos 2100 se fabricó en 5 nm, mientras que el Exynos 2200 dio el salto a los 4 nm para ponerse a la altura de los procesos más avanzados del sector y recortar distancia con Qualcomm y MediaTek.

El Exynos 2200 centró sus esfuerzos en fotografía, inteligencia artificial y, sobre todo, mejora gráfica enfocada al gaming. Para ello, Samsung incorporó una GPU Xclipse desarrollada en colaboración con tecnologías gráficas de nivel consola, con el objetivo de ofrecer una experiencia de juego más fluida y vistosa.

Con este chip, la compañía también trabajó a conciencia en reducir el consumo, mejorar la autonomía y reforzar las medidas de seguridad integradas. El resultado fue un comportamiento bastante sólido en la gama alta Galaxy S22, con tiempos de respuesta rápidos y una experiencia muy estable en uso normal.

Aun así, la propia Samsung ha ido valorando alternativas y, como se ha visto en movimientos recientes, para la serie Galaxy S25 apuesta por el Snapdragon 8 Elite como procesador principal. Esto deja claro hasta qué punto la competencia en la gama más alta de Android es feroz y cómo Qualcomm sigue siendo la elección preferente cuando se busca el máximo rendimiento.

Fortalezas y debilidades de Exynos frente a Snapdragon y Dimensity

En sus generaciones recientes, Exynos ha ofrecido un rendimiento muy competente en la gama alta de Samsung. El Exynos 2200 permite ejecutar juegos exigentes, mover la interfaz con suavidad y gestionar cámaras muy avanzadas, incluyendo grabación en 8K y modos fotográficos nocturnos dignos de tope de gama.

La GPU Xclipse y el motor de IA integrado permiten que funciones como las fotos con poca luz, el modo retrato o el reconocimiento automático de escenas funcionen realmente bien. Esto sitúa a los Galaxy con Exynos en un nivel fotográfico muy alto, especialmente cuando Samsung exprime su propio hardware con procesado de imagen agresivo.

En eficiencia y autonomía, los Exynos modernos han mejorado bastante respecto a generaciones anteriores, en las que el sobrecalentamiento era un problema recurrente. Ahora controlan mejor la temperatura y el gasto en tareas prolongadas, aunque en algunos escenarios concretos Snapdragon o Dimensity pueden ofrecer una estabilidad térmica ligeramente superior.

Un punto a favor de usar chip propio es que la integración con el software de Samsung (One UI) está muy bien pulida. Al controlar tanto el hardware como el sistema, la marca puede afinar detalles, añadir funciones exclusivas y optimizar consumos de forma más agresiva que si dependiese totalmente de terceros.

Como parte negativa, no siempre alcanzan el mismo nivel de rendimiento sostenido que los Snapdragon o Dimensity más punteros en sesiones largas de juego o cargas pesadas continuadas. Además, fuera de Samsung, la adopción de Exynos es muy limitada, así que la mayoría de fabricantes se decantan por Qualcomm o MediaTek.

Ejemplos reales de móviles con Snapdragon y Exynos

Para ver todo esto en tierra firme, conviene mirar qué móviles concretos montan estos procesadores y cómo se traduce eso en uso real. Así es más fácil hacerse una idea sin perderse en benchmarks y siglas.

Por el lado de Snapdragon, un ejemplo claro es el Xiaomi 12 Pro, que monta un Snapdragon 8 Gen 1. Este teléfono combina mucha potencia con 8 GB de RAM, 256 GB de almacenamiento y una batería con carga rápida de 120 W que puede pasar del 0 al 100% en torno a 18 minutos, algo que en la práctica cambia totalmente la forma de usar el móvil.

En foto, el Xiaomi 12 Pro apuesta por una triple cámara de 50 MP con funciones avanzadas como Ultra Night Video, que mejora iluminación y detalle en escenas con poca luz. La pantalla AMOLED de 6,7 pulgadas con tecnología LTPO ofrece tasa de refresco de 120 Hz, ideal para que la GPU Adreno del Snapdragon luzca todo su músculo.

Otro caso interesante es el Motorola Moto G200, equipado con Snapdragon 888+. Aunque no es el chip más nuevo, sigue siendo muy potente y ofrece una experiencia fluida en prácticamente cualquier tarea, con buena autonomía y carga rápida para completar el conjunto.

Su pantalla de 6,8 pulgadas es compatible con HDR10 y presume de una tasa de refresco altísima de 144 Hz, algo que pocos móviles pueden decir. La triple cámara con sensor principal de 108 MP resuelve bien la mayoría de situaciones, con imágenes muy detalladas, especialmente de día.

En el universo Exynos, la serie Samsung Galaxy S22 fue la primera en estrenar el Exynos 2200 en varios mercados. Los Galaxy S22, S22+ y S22 Ultra aprovechan este procesador para ofrecer un rendimiento ágil y opciones de almacenamiento de hasta 512 GB en el modelo Ultra.

El Galaxy S22 Ultra destaca por su configuración de cámara cuádruple con sensor principal de hasta 108 MP y cámara frontal de 40 MP, además de la captura de vídeo en 8K. Los S22 y S22+ montan módulos triples con sensor principal de 50 MP y cámara delantera de 10 MP, también con grabación 8K.

En la generación anterior, la serie Galaxy S21 apostó por el Exynos 2100 en los modelos europeos. S21, S21+ y S21 Ultra, junto al S21 FE, ofrecen un rendimiento sólido, capaces de mover varias apps pesadas a la vez y juegos exigentes con buenas tasas de fotogramas.

Snapdragon vs Dimensity vs Exynos: las diferencias técnicas que importan

Más allá de nombres comerciales, cuando enfrentamos Snapdragon 8 Gen 3, Dimensity 9300/9400 y Exynos 2200 conviene fijarse en una serie de aspectos técnicos que marcan diferencias reales en el uso cotidiano.

Uno de ellos es la tecnología de fabricación medida en nanómetros (nm). Los chips de 4 nm —como Snapdragon 8 Gen 1/Gen 3, Exynos 2200 o Dimensity 9000/9300/9400— permiten integrar más transistores en menos espacio, mejorando rendimiento y reduciendo consumo frente a generaciones en 5 o 7 nm.

También importa la configuración de núcleos de CPU y el uso de tecnologías como big.LITTLE y Heterogeneous Multi-Processing (HMP). Con HMP, el sistema puede usar todos los núcleos a la vez cuando hace falta la máxima potencia, o solo uno de baja energía para tareas fáciles, logrando un buen equilibrio entre rendimiento y batería.

Por ejemplo, el Exynos 2200 utiliza una CPU de 8 núcleos con 1 núcleo Cortex-X2 de máximo rendimiento, 3 núcleos Cortex-A710 más potentes y 4 núcleos orientados a la eficiencia. Esta mezcla permite adaptarse a cada situación sin disparar el consumo cuando estamos solo chateando o mirando redes sociales.

Otro aspecto clave es la GPU: Adreno en Snapdragon, Xclipse en Exynos y las soluciones propias de MediaTek en Dimensity. Estas unidades se encargan de mover juegos, animaciones del sistema y todo lo que implique gráficos 2D/3D. Su potencia, frecuencia y optimización marcan la diferencia en títulos como Warzone Mobile, Genshin Impact y compañía.

En conectividad, los tres ofrecen módems 5G integrados con altas velocidades, pero Qualcomm suele ir un pasito por delante en agregación de bandas, velocidades teóricas máximas y compatibilidad con más frecuencias, algo que se nota sobre todo en países con despliegues 5G muy avanzados.

Tampoco hay que olvidar elementos internos como el tamaño de las cachés L1, L2 y L3 y el multiplicador de reloj. Cachés más grandes permiten que la CPU tenga a mano datos frecuentes sin tener que ir constantemente a la memoria RAM, lo que mejora el rendimiento global. El multiplicador, por su parte, controla la frecuencia final de la CPU y, en consecuencia, la rapidez con la que se ejecutan las instrucciones.

Experiencias reales en juegos y productividad

Más allá de las especificaciones sobre el papel, lo que muchos usuarios miran es cómo se comportan estos procesadores en juegos pesados y tareas reales. Pruebas con chips como Snapdragon 8+ Gen 1, Snapdragon 8 Gen 2 y MediaTek Dimensity 9000 ayudan a entender mejor sus diferencias.

En títulos exigentes como Warzone Mobile, se ha visto que el Dimensity 9000 suele moverse entre unos 28 y 44 fps, algo por detrás de lo que logran algunos Snapdragon de gama alta. No está claro si el problema es solo la optimización del juego o limitaciones del propio chip, pero la diferencia se nota.

Por su parte, el Snapdragon 8+ Gen 1 consigue mantener 60 fps constantes en ajustes medios, con un comportamiento muy estable. El Snapdragon 8 Gen 2 va todavía más allá y llega a 60 fps con la configuración gráfica al máximo, utilizando alrededor del 88-92% de la GPU, demostrando un margen de potencia muy holgado.

Curiosamente, en estas pruebas el consumo de energía se percibió muy similar en los tres chips, sin grandes quejas en cuanto a autonomía. En productividad (abrir apps, cambiar entre ellas, cargar contenidos, etc.), tanto el 8 Gen 2 como el 8+ Gen 1 se sienten muy rápidos, mientras que el Dimensity 9000 tampoco flojea, proporcionando una experiencia más que suficiente para la mayoría.

Si miramos la relación calidad/precio, muchos usuarios opinan que el Dimensity 9000 ofrece un rendimiento coherente con lo que cuesta. Los móviles que lo integran suelen tener un precio contenido para lo que dan, mientras que los modelos con Snapdragon tope de gama se disparan más en coste por ese extra de potencia y optimización.

Cuál es el procesador más potente en cada fabricante

Si nos fijamos en lo que ofrece ahora mismo cada casa, podemos decir que el Exynos 2200 es uno de los chips más potentes de Samsung en sus gamas altas recientes, montado en la serie Galaxy S22. La compañía trabaja en sucesores como el Exynos 2600 para seguir recortando distancias.

En Qualcomm, el Snapdragon 8 Gen 3 y el Snapdragon 8 Elite son los reyes de la corona. Están presentes en móviles de gama alta como el Honor Magic 7 Pro o el OnePlus 13, y su objetivo es claro: ofrecer la máxima potencia posible, la mejor IA para fotografía y asistentes y una conectividad 5G de primer nivel.

En el lado de MediaTek, los Dimensity 9300 y 9400 representan su tentativa más ambiciosa en la parte premium. Se montan en modelos como el OPPO Find X8 Pro o el Vivo X200 Pro y han logrado colocarse muy alto en rankings de potencia, combinando buen rendimiento, eficiencia y precios algo más ajustados.

Vistos en conjunto, estos procesadores punteros son capaces de mover cualquier juego, app profesional o tarea de IA que les pongas por delante. De hecho, muchos se acercan al rendimiento de ciertos portátiles ligeros, lo que deja claro hasta qué punto ha evolucionado el hardware móvil en los últimos años.

Elegir entre Snapdragon, Dimensity y Exynos pasa por valorar qué te importa más: potencia máxima, eficiencia y precio, o integración con el ecosistema. Snapdragon suele llevarse el gato al agua en rendimiento bruto, IA y compatibilidad con apps y juegos; Dimensity destaca por su gran relación rendimiento/consumo y terminales algo más baratos; y Exynos brilla en móviles Samsung por la integración fina con One UI, cámaras potentes y un rendimiento muy equilibrado. Conociendo estas diferencias, resulta mucho más fácil acertar al escoger el próximo móvil sin llevarse sustos con la fluidez, las temperaturas o la duración de la batería.

Interfaz Coolwalk de Android Auto: guía completa y trucos clave

Actualidad en Androidsis - Jue, 18/12/2025 - 19:19

Si ya tienes la interfaz Coolwalk de Android Auto en la pantalla de tu coche o estás a punto de activarla, seguramente te estarás preguntando cómo sacarle todo el jugo de forma cómoda, rápida y sin volverte loco entre menús. Coolwalk ha cambiado por completo la forma en la que usamos Android Auto, con más multitarea, un diseño mucho más pulido y un montón de pequeños trucos que, si los conoces, marcan la diferencia en el día a día.

En esta guía vas a encontrar una explicación muy completa y práctica de todos los trucos, ajustes y configuraciones relacionados con la interfaz Coolwalk de Android Auto: cómo personalizar la pantalla, cómo cambiar el orden de las apps, cómo activar funciones ocultas (con y sin root), cómo mejorar Google Maps y hasta cómo ver vídeos o la TDT en la consola del coche. Todo explicado en español de España, con ejemplos claros y sin pasos innecesarios.

Qué es exactamente la interfaz Coolwalk de Android Auto

Google presentó Coolwalk como el gran rediseño de la interfaz de Android Auto después de años con un aspecto prácticamente invariable. La idea era modernizar la experiencia, hacerla más parecida a lo que ofrece CarPlay de Apple y, sobre todo, mejorar la multitarea y la comodidad al volante.

Con Coolwalk puedes ejecutar varias aplicaciones a la vez en la misma pantalla de la consola del coche: normalmente verás la app de navegación ocupando la parte más grande (a la izquierda, cerca del conductor), y otra(s) tarjeta(s) secundaria(s) de música, comunicación u otros contenidos a la derecha.

Entre las principales novedades de Coolwalk destacan varias funciones clave que conviene tener claras desde el principio: una experiencia multitarea mucho más trabajada, Google Maps más protagonista y visible, una tarjeta multimedia rediseñada que se adapta al contexto, sugerencias más inteligentes del Asistente y un aspecto general más refinado y práctico que la antigua interfaz.

Cómo funciona el mosaico: multiventana vs pantalla completa

El corazón de Coolwalk es su sistema de pantalla dividida en mosaico. En lugar de ver solo una app ocupando toda la pantalla, puedes mostrar varias al mismo tiempo repartidas en tarjetas.

Cuando solo tienes una aplicación activa, por ejemplo Google Maps en navegación, verás la app a pantalla completa en el sistema de infoentretenimiento. En cuanto abres otra app compatible (Spotify, YouTube Music, WhatsApp, llamadas, etc.), Android Auto puede organizar la pantalla para mostrar un mosaico con dos o incluso tres zonas.

Para forzar esa vista en mosaico, tienes que tocar el icono de mosaico que aparece en la esquina inferior izquierda de la interfaz. Al hacerlo, la pantalla pasará a mostrar varias tarjetas a la vez, normalmente con el mapa a la izquierda ocupando la mayor parte del espacio y las apps secundarias (música, llamadas o mensajes) en la zona derecha.

Una vez activado el mosaico, el icono de la esquina inferior izquierda cambia: ya no verás un mosaico pequeño, sino un botón con varios circulitos que te llevan directamente al menú de aplicaciones. Desde ahí puedes abrir otras apps compatibles sin abandonar la vista actual.

Si en un momento dado quieres volver a ver una sola app a pantalla completa, basta con que toques sobre la tarjeta de esa aplicación en el mosaico. Esa ventana se ampliará automáticamente y ocupará todo el panel, dejando el resto en segundo plano.

Algo importante que debes saber es que actualmente Android Auto Coolwalk no permite modificar manualmente el tamaño exacto de cada ventana ni la distribución del mosaico. El sistema prioriza siempre la navegación (Google Maps o Waze), colocándola en el área más grande y a la izquierda, mientras que las aplicaciones de entretenimiento quedan a la derecha y las notificaciones de mensajería se muestran en la esquina superior derecha cuando llegan.

Muchos usuarios, entre ellos quienes han probado Coolwalk a fondo, prefieren mantener el modo mosaico activo casi siempre, precisamente porque permite ver más información de un solo vistazo: ruta, canción, mensajes, etc. No obstante, en situaciones complicadas (incorporaciones, cruces liosos, salidas de autovía poco claras), es habitual volver a la navegación a pantalla completa para ver el mapa lo más grande posible.

Cómo poner cualquier app en pantalla completa con Coolwalk

Uno de los límites actuales de Coolwalk es que, de forma oficial, solo algunas apps como Google Maps y Waze pueden usarse de verdad a pantalla completa sin que el interfaz insista en dividir la pantalla.

Si quieres que prácticamente cualquier app se vea en grande, existe un truco algo avanzado: cambiar la resolución de vídeo de Android Auto desde las opciones de desarrollador para forzar que el sistema deje de usar la pantalla dividida. Esto no es una función diseñada específicamente para eso, pero en la práctica hace que todo se muestre en grande, aunque a costa de que algunos elementos puedan verse algo desproporcionados.

Los pasos generales son estos: abre en el móvil la aplicación de Android Auto, desplázate hasta abajo del todo en su configuración y toca varias veces sobre el número de versión. Al hacerlo, se activará automáticamente el modo desarrollador de Android Auto.

Después, dentro de esos ajustes, toca el icono de tres puntos de la esquina superior derecha y entra en “Ajustes de desarrollador”. Ahí verás un buen número de opciones avanzadas; la que te interesa es “Resolución de vídeo”.

Dentro de “Resolución de vídeo” puedes rebajar la resolución de salida hasta encontrar el punto en el que el sistema deja de utilizar el modo de pantalla dividida y pasa a mostrar las apps ocupando todo el panel. No hay un valor universal, dependerá del tipo de pantalla que lleve tu coche, así que toca hacerlo por prueba y error: baja un nivel, prueba en el coche y así sucesivamente.

Si ese método no te funciona o quieres ir aún más allá, existen herramientas de terceros como AA AIO Tweaker que permiten forzar modos de visualización diferentes, incluida la pantalla completa para más aplicaciones. Eso sí, estas soluciones suelen requerir acceso root en el móvil, pueden hacer la experiencia inestable y no son recomendables para usuarios sin experiencia técnica.

Cambiar el fondo de pantalla y apariencia básica de Android Auto

Aunque Android Auto no es una fiesta de personalización como el móvil, sí permite ajustar algunos detalles estéticos para que la interfaz Coolwalk tenga un aspecto más acorde a tus gustos.

Uno de los ajustes visuales más sencillos es el fondo de pantalla: en la pantalla del coche, entra en Ajustes > General > Seleccionar fondo de pantalla. Allí verás varios fondos disponibles integrados por Google. Solo tienes que elegir el que más te guste.

Hay quien prefiere un fondo completamente negro o muy oscuro, ya que distrae menos, aporta más contraste y facilita la lectura de los elementos de la interfaz, especialmente por la noche o con mucha luz directa en la pantalla.

Además del fondo, puedes decidir cómo se comporta el modo claro/oscuro de los mapas. Por defecto, Android Auto cambia a modo nocturno automáticamente cuando es de noche o entras en un túnel, pero en los ajustes puedes forzar que los mapas usen siempre el tema oscuro o siempre el claro. Para ello, en la pantalla del coche ve a Ajustes y entra en la opción “Modo Noche/diurno para mapas”, donde podrás elegir el modo que prefieras.

Personalizar el menú de aplicaciones: orden y limpieza

La pantalla de Android Auto no es un cajón desastre: cuanto más claro y ordenado esté el menú, más rápido encontrarás lo que necesitas mientras conduces y menos te distraerás.

Es importante tener en cuenta que la consola de Android Auto simplemente refleja las aplicaciones compatibles que tienes instaladas en el móvil. Eso significa que, si quieres que una app aparezca en el coche, primero debe estar instalada en tu smartphone.

Para decidir qué aplicaciones se muestran y en qué orden, debes ir a la app de Android Auto en el móvil y buscar la opción “Personalizar menú de aplicaciones”. Allí verás una lista con todas las apps compatibles, junto a una casilla a la derecha de cada una para mostrarla u ocultarla en la interfaz del coche.

Si quieres aplicar una filosofía de minimalismo y practicidad, lo más recomendable es dejar visibles solo las apps que realmente usas en el coche (navegación, música, mensajería, teléfono) y ocultar las demás, de forma que el menú quede mucho más limpio.

Desde ese mismo apartado también puedes cambiar el orden del menú de aplicaciones. Para ello, entra en “Ordenar menú de aplicaciones” y elige entre orden alfabético o personalizado. Si seleccionas personalizado, podrás colocar arriba las apps que más utilizas para que estén siempre a mano sin tener que desplazarte por toda la lista.

Cómo activar la interfaz Coolwalk: betas, root y opciones ocultas

Durante bastante tiempo, Coolwalk ha ido llegando de forma escalonada y, en muchos casos, limitada a usuarios de versiones beta o a quienes se animaban a tocar ajustes internos. Aunque a día de hoy la mayoría de usuarios la reciben de forma oficial, sigue siendo útil conocer los caminos alternativos que han existido.

Acceso mediante programa beta oficial

Google planificó el lanzamiento de Coolwalk para Android Auto de forma gradual, primero en forma de pruebas cerradas y después abriendo el acceso a testers públicos a través del programa Android Auto Beta.

Para participar en ese programa, había que inscribirse en el Programa Android Auto Beta desde la web oficial de Google y esperar a ser aceptado como tester. Una vez admitido, solo había que actualizar la aplicación Android Auto desde Google Play, reiniciar el móvil, conectarlo al coche y dejar que el sistema se configurase de nuevo, con la advertencia de que, al ser una beta, podía haber fallos.

Forzar Coolwalk y otras funciones ocultas con root

Antes de que Coolwalk se extendiera de forma más amplia, muchos usuarios impacientes recurrieron a mods de terceros como AA AIO Tweaker para activar opciones que aún estaban ocultas en Android Auto.

AA AIO Tweaker es una aplicación pensada para modificar parámetros internos de Android Auto, incluyendo la activación manual del diseño Coolwalk. Para utilizarla, es obligatorio tener el móvil rooteado, ya que la app necesita acceso a la raíz del sistema para editar la base de datos de Android Auto.

El procedimiento general consistía en descargar el APK desde su repositorio de GitHub, instalarlo en el móvil, otorgarle permisos root al abrirlo y, después, localizar la opción “Activar diseño Coolwalk”. Tras pulsar y reiniciar el teléfono, al conectar el móvil al coche y entrar en los ajustes de Android Auto en la pantalla del vehículo debía aparecer la opción de habilitar Coolwalk.

Conviene dejar claro que, aunque este tipo de herramientas son muy potentes, no son recomendables para usuarios sin experiencia. Pueden provocar fallos, inestabilidad o incluso que Android Auto deje de funcionar correctamente si se tocan parámetros sensibles.

Trucos clave de Google Maps con Android Auto Coolwalk

Evitar escribir en la pantalla del coche

Uno de los errores más habituales al usar Maps en Android Auto es intentar introducir direcciones en la consola del coche. El teclado suele ser lento, a veces torpe y, sobre todo, te obliga a prestar demasiada atención a la pantalla.

Lo más sensato es que, antes de conectar el móvil al coche, abras Google Maps en el teléfono y escribas allí la dirección o el destino. Cuando conectes el móvil y Android Auto se inicie, solo tendrás que pulsar “Iniciar” en la pantalla del vehículo para comenzar la ruta.

Si durante el trayecto decides cambiar de destino, lo ideal es detenerte en un lugar seguro, coger el móvil, ajustar la dirección en Google Maps y volver a lanzar la navegación. Así evitas búsquedas incómodas y peligrosas sobre la marcha.

Deslizar para ver maniobras futuras

En carreteras con muchas salidas, cruces complejos o grandes rotondas, puede ser complicado anticipar las maniobras solo con la indicación inmediata que sale arriba en Maps. Por suerte, existe un truco muy útil: deslizar sobre el bocadillo de la dirección que aparece en la parte superior de la pantalla.

Al hacer ese gesto, Google Maps adelanta las indicaciones y te muestra las próximas maniobras que llegarán en la ruta: giros, cambios de carril, salidas de autopista, etc. No necesitas hacer zoom manual ni toquetear el mapa, simplemente deslizar sobre la tarjeta de instrucciones.

Esta función está disponible tanto en Android Auto como en la versión móvil de Google Maps, por lo que también puedes usarla antes de iniciar un viaje para visualizar con calma el recorrido completo.

Combinar Google Maps con otras apps gracias al mosaico

Coolwalk brilla especialmente cuando combinas Google Maps con otras aplicaciones en la misma pantalla. Por ejemplo, puedes tener Maps como app principal en silencio y, a la vez, usar Waze o una app de radares que te vaya cantando avisos de velocidad o controles en segundo plano.

El truco está en configurar bien las alertas de la app secundaria (por ejemplo, Waze con avisos de radares activos) y luego mantener Google Maps como aplicación visible en el mosaico. Las notificaciones de la segunda app se seguirán oyendo aunque no esté ocupando la parte principal de la pantalla.

Activar la vista 3D en grandes ciudades

En entornos urbanos complejos, con muchos edificios y calles laberínticas, puede ser fácil perderse con la vista plana del mapa. Para mejorar la orientación, Google Maps ofrece una vista 3D de edificios y estructuras que ayuda a identificar mejor los puntos de referencia.

Para activarla, abre Google Maps en tu móvil, toca el icono de capas (el de los tres planos superpuestos) y selecciona la opción de “Vista 3D”. A partir de ahí, las estructuras principales se verán elevadas y, cuando conectes el móvil a Android Auto, esa configuración se reflejará también en la pantalla del coche.

Mejorar la navegación en túneles con balizas Bluetooth

Los túneles largos son el enemigo natural del GPS: la señal se pierde y las indicaciones pueden quedar desfasadas o congeladas. Para minimizar este problema, Google Maps incluye una opción específica llamada “Balizas de túnel Bluetooth”.

Esta función no suele venir activada por defecto. Para encenderla, debes ir en el móvil a los ajustes de navegación de Google Maps y buscar la opción de balizas Bluetooth. Una vez activada y otorgados los permisos necesarios, Maps utilizará estas referencias adicionales para mejorar la precisión dentro de túneles y evitar despistes al salir a superficie.

Trucos avanzados y ajustes potentes de Android Auto

Más allá de la interfaz Coolwalk en sí, Android Auto esconde una serie de opciones y trucos muy útiles para usuarios avanzados, algunos de ellos especialmente interesantes cuando quieres personalizar todavía más tu experiencia.

Encontrar y usar los ajustes de Android Auto

Debido a los cambios que Google ha ido aplicando, no todos los usuarios tienen el mismo acceso directo a la app de Android Auto en el cajón de aplicaciones. Si no la ves, puedes entrar a sus ajustes fácilmente desde Google Play: busca Android Auto en la tienda y, desde ahí, abre la configuración.

Si vas a entrar a menudo, puedes crear un acceso directo en la pantalla de inicio del móvil para llegar rápidamente a los ajustes generales, de coches conectados y de personalización.

Activar el modo desarrollador

Al igual que Android en el móvil, Android Auto tiene un modo de desarrollador que desbloquea opciones extra. Muchas de las funciones más avanzadas (como cambiar la resolución, hacer capturas, etc.) dependen de este modo.

Para activarlo, entra en los ajustes de Android Auto, desplázate hasta el final, al apartado “Versión e información de permisos”, toca una vez para mostrar la información y luego toca repetidamente sobre esa zona hasta que aparezca una ventana emergente. Acepta y, a partir de ese momento, podrás acceder a “Ajustes de desarrollador” desde el menú de tres puntos.

Hacer capturas de pantalla de Android Auto

Si quieres compartir cómo te ha quedado la configuración de Coolwalk, un error extraño o cualquier detalle de la pantalla, puedes hacer capturas directamente desde Android Auto sin pelearte con botones físicos.

Una vez tengas activado el modo desarrollador, entra en esas opciones y pulsa en “Compartir captura de pantalla ahora”. El sistema generará la captura y te permitirá enviarla por la app que elijas (puedes mandártela a ti mismo por correo o mensajería, por ejemplo).

Reiniciar Android Auto desde cero si algo falla

Si Android Auto empieza a comportarse de forma rara, se desconecta sin motivo o no entra bien en Coolwalk, una de las mejores soluciones es restablecer la app a su estado inicial, como si la acabaras de instalar.

En tu móvil, ve a Ajustes > Aplicaciones, busca Android Auto y entra en el apartado de almacenamiento. Allí tendrás la opción de “Borrar datos” o similar. Esto resetea la configuración de la app, por lo que tendrás que volver a conectar el móvil al coche como la primera vez, pero a cambio suele arreglar muchos problemas.

Notificaciones, atajos y personalización práctica

Coolwalk no solo cambia la forma de ver las apps, también permite que la interacción con mensajes, llamadas y acciones frecuentes sea más rápida y segura.

Controlar qué notificaciones ves al conducir

Las notificaciones pueden distraer bastante, así que es buena idea revisar cómo se muestran en Android Auto. En los ajustes de la app en el móvil encontrarás varias opciones clave: “Mostrar primera línea de conversaciones” (una pequeña vista previa del mensaje), “Mostrar conversaciones” (para ver o no los chats recientes), “Mostrar conversaciones en grupo” y “Reproducir sonido de conversación”.

Ajustando estas opciones puedes decidir si quieres ver solo lo mínimo necesario o si prefieres silenciar avisos y notificaciones en marcha para centrarte en la conducción.

Crear atajos a comandos del Asistente

Si siempre le pides lo mismo al Asistente de Google (por ejemplo, que ponga una lista de música concreta o active una rutina de casa), puede que acabes harto de repetir el comando. Android Auto permite crear accesos directos a acciones del Asistente en el menú de apps.

En los ajustes de Android Auto ve a “Personalizar menú de apps” y pulsa en “Añadir acceso directo al menú de apps”. Escoge “Acción del Asistente”, escribe el comando que quieras automatizar, ponle un nombre al botón y guarda. La próxima vez que conectes el móvil al coche, tendrás un icono que ejecuta ese comando con un solo toque.

Añadir un botón directo para llamar a un contacto

Si llamas siempre a las mismas personas (pareja, familia, trabajo), te puede venir genial crear botones directos para llamarles desde Android Auto, sin buscar en listas.

El proceso es similar al de los atajos del Asistente: en “Personalizar menú de apps”, pulsa “Añadir acceso directo al menú de apps” y elige “Llamar a un contacto”. Selecciona el contacto y se creará un icono propio que aparecerá en la consola del coche cuando Android Auto esté conectado.

Cambiar resolución de vídeo y otras opciones técnicas

Dentro de los ajustes de desarrollador hay varias opciones pensadas para quienes quieren afinar el comportamiento de Android Auto a nivel técnico.

Una de las más relevantes es la mencionada “Resolución de vídeo”, que permite recomendar a las apps una resolución concreta (aunque no todas obedecen). Jugar con esta opción puede ayudar en algunos coches que tienen pantallas con formatos raros, problemas de escalado o, como se comentaba antes, para intentar forzar la vista de pantalla completa en ciertas circunstancias.

Funciones extra: ver TDT, YouTube, usar navegador web y duplicar pantalla

Oficialmente, Google limita bastante lo que se puede hacer en Android Auto por seguridad. Pero, si estás dispuesto a usar apps de terceros, puedes ampliar muchísimo las posibilidades de la pantalla del coche. Eso sí, siempre teniendo claro que muchas de estas cosas están pensadas para usar con el coche parado.

Ver la TDT en Android Auto

Con la aplicación IPcarTV, disponible a través de AA Store, es posible ver canales de TDT en la consola del coche. El procedimiento general es descargar e instalar AA Store, concederle permisos, buscar IPcarTV desde ella, instalarlo, abrir la app en el móvil y añadir una lista de canales M3U (por ejemplo, una de TDTChannels). Luego, al conectar el móvil al coche y abrir IPcarTV en Android Auto, podrás acceder a esos canales.

Reproducir vídeos de YouTube

Para YouTube, una de las soluciones más populares es CarTube. Igual que antes, se instala usando AA Store: se descarga CarTube, se conceden permisos y, una vez conectado al coche, se abre desde el menú de apps de Android Auto. De nuevo, es algo que deberías usar solo con el coche estacionado, por seguridad evidente.

Un navegador web en Android Auto

Aunque Android Auto no incluye navegador web de serie, se puede recurrir a WebViewAuto. Se instala desde su APK, se activan las fuentes desconocidas en los ajustes de Android Auto y, al conectar el móvil al coche, aparecerá como una app más. Permite navegar por la web desde la pantalla del coche, algo útil para consultas puntuales en parado.

Duplicar la pantalla del móvil

Cuando una app no es compatible con Android Auto, siempre te queda la opción de duplicar la pantalla del teléfono en la consola. Una de las soluciones más usadas para esto es Screen2Auto, también distribuida a través de AA Store. Tras instalarla y otorgar permisos, al conectarte al coche podrás abrir Screen2Auto y ver en la pantalla del vehículo lo mismo que en tu móvil.

Android Auto sin coche compatible: usar una tablet como pantalla

Si tu coche no soporta Android Auto de forma nativa, puedes reciclar una tablet antigua como “unidad principal” improvisada. Para ello existe una app llamada Headunit Reloaded, disponible en Google Play por un precio moderado.

El proceso implica instalar la app en la tablet, configurarla como si fuera la unidad del coche y conectarla al móvil que hará de “fuente” de Android Auto. Antes de pagar la versión completa, es aconsejable probar la versión de prueba para asegurarte de que todo funciona bien con tu modelo de tablet y tu móvil.

Más trucos útiles con Android Auto y Coolwalk

Además de todo lo anterior, Android Auto esconde un buen puñado de detalles curiosos que pueden hacerte la vida más fácil en viajes largos o situaciones concretas.

Por ejemplo, a través del Asistente puedes hacer sonar tu teléfono diciendo “¿Dónde está mi teléfono?” si lo has perdido por el coche. También puedes dictar mensajes de WhatsApp tanto como respuesta a notificaciones como iniciando una conversación desde cero, ya sea con comandos de voz o pulsando el botón de nuevo mensaje dentro de la app en Android Auto.

Cuando el coche está aparcado o esperando a alguien, tienes a tu disposición la app Gamesnacks, que incluye varios minijuegos sencillos tipo puzzle, arcade o 2048, sin anuncios ni compras integradas.

También hay aplicaciones especializadas como Gasolinera+, que permiten encontrar la gasolina más barata cerca de tu ubicación y son compatibles con Android Auto. Y si no quieres que Google Maps muestre tus lugares guardados o quieres que la interfaz sea más despejada, puedes activar el modo incógnito en Google Maps desde el móvil y, al conectar al coche, se respetará ese modo.

Por último, si necesitas ir un paso más allá y probar funciones que Google todavía no ha liberado del todo, herramientas como AA AIO Tweaker (con root) permiten activar opciones ocultas, modificar ajustes internos y experimentar, siempre con el riesgo de inestabilidad que eso conlleva.

Con todos estos trucos, ajustes y combinaciones, la interfaz Coolwalk de Android Auto deja de ser solo un “lavado de cara” y se convierte en un auténtico panel de control adaptable a tu forma de conducir: desde la simple navegación y música hasta el uso avanzado con vistas 3D, radares, TDT, YouTube, duplicación de pantalla o atajos personalizados. Dedicando un rato a configurarla, puedes lograr que cada trayecto sea más cómodo, más seguro y, por qué no, bastante más entretenido.

Tu iPhone lleva años preparado, pero quizás tu coche o tu alarma no: España activa el plan para apagar el 2G y 3G

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 19:01

Cuando Steve Jobs sacó del bolsillo el primer iPhone en 2007, el público enloqueció con la pantalla multitáctil, pero por aquel entonces solo funcionaba con redes 2G (EDGE). Aquella red, que por entonces nos parecía suficiente para cargar una versión móvil de la web, se ha convertido hoy en una reliquia que ocupa un espacio muy valioso. Casi veinte años después, el gobierno de España ha decidido poner fecha de caducidad a la infraestructura que hizo posible la era del smartphone.

El Ministerio para la Transformación Digital ha iniciado los trámites y abierto una consulta pública para coordinar el apagado total de estas redes. Mantener encendidas las antenas de 2G y 3G supone un coste energético enorme para un tráfico de datos que ya es mínimo, además de ocupar las bandas de 900 y 2100 MHz que el 4G y el 5G necesitan para funcionar mejor.

Sin embargo, la realidad de este apagón tiene también otra lectura. Mientras tu iPhone ni se inmutará ante el cambio, el proceso esconde una letra pequeña que afecta a miles de dispositivos "invisibles" que usamos a diario sin saber que llevan una tarjeta SIM dentro.

Un calendario con distintas velocidades

El adiós a estas redes no ocurrirá de golpe, aunque el proceso ya está en marcha. Vodafone tomó la delantera y comenzó a desconectar su red 3G en noviembre de 2022. Por su parte, tanto Movistar como MasOrange (la fusión de Orange y MásMóvil) manejan un calendario que sitúa el apagado entre 2026 y 2027.

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El objetivo del gobierno con esta nueva consulta pública, abierta hasta el 20 de enero de 2026, es que la transición sea ordenada. De hecho, el Ministerio creará un grupo de trabajo para vigilar que nadie se quede desconectado, poniendo el foco en zonas rurales y colectivos vulnerables (como la teleasistencia) para garantizar servicios críticos como el 112.

Para nosotros, usuarios de Apple, la transición casi ni se notará. Tan solo tienes que echar un vistazo a la barra de cobertura para ver que rara es la ocasión en la que no estás conectado a una red 5G o 4G.

De hecho, la insistencia de Apple por adoptar las nuevas redes juega ahora a nuestro favor. Seguro que recuerdas el lanzamiento del iPhone 12 en 2020: los ejecutivos de la compañía repitieron la palabra "5G" más de 50 veces durante la keynote, un detalle que se convirtió en meme en redes sociales.

Aquella obsesión, que en su día pareció excesiva e incluso puro marketing, confirma hoy que el ecosistema lleva años preparado. Teniendo en cuenta que cualquier modelo desde el iPhone 5 ya soporta 4G (LTE), la inmensa mayoría de smartphones activos en España seguirán funcionando con total normalidad. Apple hizo los deberes antes de tiempo y, gracias a eso, el problema hoy no está en tu bolsillo.

Pero no todo tiene conexión 4G o 5G

Si tu iPhone está a salvo, ¿dónde está el problema? En el llamado "Internet de las Cosas" y en sistemas de seguridad instalados hace años que dependen exclusivamente de las redes antiguas para comunicarse.

El caso más delicado se encuentra en la automoción. Desde 2018, todos los coches nuevos vendidos en la Unión Europea deben incluir el sistema eCall, una función que llama automáticamente a emergencias en caso de accidente grave. La sorpresa es que muchos de estos vehículos, incluso modelos comprados hace poco tiempo, montan módems económicos que operan únicamente bajo 2G o 3G.

Lo mismo ocurre al entrar en casa. Hay miles de alarmas domésticas instaladas hace una década que usan GPRS (2G) para avisar a la central, por no hablar de los ascensores, cuyo botón de emergencia es esencialmente un móvil antiguo incrustado en la pared. Todos estos aparatos corren el riesgo de quedarse sin señal si no se revisan a tiempo.

En Applesfera Si tu cobertura móvil falla siempre que viajas al pueblo, con este mapa sabrás quién tiene la culpa

Por suerte, este escenario no nos pilla de sorpresa. Precisamente para evitar un caos de dispositivos desconectados, el gobierno ha lanzado esta consulta y las operadoras han establecido plazos hasta 2027. Este margen de dos años es el "tiempo de descuento" que tienen los fabricantes para actuar. En muchos casos implicará una sustitución física del módulo de comunicaciones (el módem) por uno compatible con 4G.

Visto lo visto, ¿qué tengo que revisar?
  • Si tienes un iPhone 5 o superior: no tienes que hacer nada. Tu móvil ya tiene redes 4G y 5G. Seguirás teniendo cobertura y datos como siempre.
  • Si tienes un coche fabricado entre 2017 y 2024: echa un vistazo al manual o pregunta en tu concesionario qué tipo de conectividad usa el sistema eCall. Es el punto más crítico de esta transición.
  • Si tienes una alarma antigua en casa: contacta con tu proveedor de seguridad. La mayoría ya están realizando campañas para cambiar los modelos antiguos por nuevos compatibles con 4G, pero mejor asegurarse antes del apagón.

El 2G y el 3G cumplieron su misión: nos conectaron a internet cuando nadie creía que fuera posible hacerlo desde la calle. Ahora toca dejar sitio a lo nuevo, aunque por el camino nos toque actualizar la tecnología de cosas que nunca pensamos que tendrían que "actualizarse".

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La noticia Tu iPhone lleva años preparado, pero quizás tu coche o tu alarma no: España activa el plan para apagar el 2G y 3G fue publicada originalmente en Applesfera por Guille Lomener .

He vuelto a jugar a 'Pou' diez años después. Y ahora entiendo que vuelva a ser de los juegos más descargados en el iPhone

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 18:01

Nunca se me dio bien eso de cuidar un Tamagotchi. A mí, eso de que me tengas requiriendo atención constante, que te limpie, te de comer o si no te mueres me suena a chantaje emocional de los duros. Y por ahí no paso. Como tampoco quise pasar en su día por cuidar a esa suerte de excremento que visualmente parece Pou (lo siento, ¿pero lo parece o no?).

El caso es que, pese a todo, fui de los que hace una década jugaba a 'Pou' en su iPhone porque, a diferencia del Tamagotchi en el que se inspira, este nunca se moría. Al menos, no el mío, que podía pasarse semanas sin comer y sucio como un contenedor, y pese a todo me esperaba con una sonrisa. Volver a jugarlo a las puertas de 2026 no estaba en mis planes, pero...

En los rankings de la App Store, de donde nunca salió realmente, 'Pou' ha vuelto a emerger este año con un valorado tercer puesto entre los juegos de pago más descargados en los iPhone. No es que creyese que iba a descubrir un mundo nuevo con él, pero me picó la curiosidad de rejugarlo años después. Y me arrepiento con toda mi alma.

Esta vez seré un buen padre (spoiler: no)

Ahorrándome los 2 euros que cuesta 'Pou' (1,99 euros para ser exactos) porque ya lo había pagado en su día, creía que no tenía excusa para no descargarlo. Ahora sí la tengo: trabajo y vida social. Pou me está consumiendo... Y bueno, quizás exagero, pero lo cierto es que me ha enganchado de nuevo.

Me ha pasado exactamente lo mismo que me ocurrió la primera vez. Empecé entusiasmado con mi pequeña criatura. Eso sí, sin notificaciones. Ya digo que a mí eso de las exigencias no me va mucho (menos aún si no me pagan por ello) y no me apetecía recibir avisos para dar de comer constantemente a esta criatura del averno. Pero le cuidaba. De verdad que le cuidaba.

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Que si me gastaba monedas virtuales en comprarle comida, que si ropita, que si una pelotita... Los primeros días con mi nuevo Pou me habrían servido para presentar mi candidatura a padre virtual del año (¿existirá semejante reconocimiento?). Pero entonces me aburrí y agradecí que Pou no fuese un niño de verdad, porque tendría a los servicios sociales llamando a mi puerta desesperadamente.

Lo mejor de 'Pou' no es Pou

Pero no desinstalé el juego y seguí abriéndolo. Aunque no para cuidarle, sino para jugar con él. Y no me refiero a tirarle una pelotita virtual y observar como sigue su rastro con los ojos y como ríe. Es demasiada ternura para mí. Literalmente jugué con el a sus minijuegos integrados dentro de la propia aplicación.

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Allí estaban títulos que, no exagero, casi me costaron los estudios hace una década cuando estaba enganchado a ellos. Ahora no tengo peligro de suspender la asignatura de contabilidad, pero sí de que mis jefes me pregunten qué hago que no estoy trabajando. Así que con cierta moderación, me he reenganchado.

Entre esos minijuegos, hay algunos "nuevos". Y pongo comillas porque, después de diez años sin jugar, uno que se añadiese hace siete años sería ya nuevo para mí. Y aunque los he probado, me sigo quedando con los clásicos. Los de aquel imberbe Álvaro que jugaba en su iPhone 4s (es mentira, ya tenía barba, pero quedaba muy bien para el texto decir que no).

Si te genera curiosidad, es el de Sky Jump el que más horas me ha robado (antes y ahora). Se trata básicamente de ir saltando por plataformas desde el subsuelo hasta llegar a la estratosfera y más allá, todo con pequeños movimientos del iPhone. Aunque hay más.

El caso es que rejugarlo me ha hecho no solo recordar otros tiempos, sino darme cuenta de lo feliz que te puede hacer un pequeño bicho virtual que siempre ha estado ahí esperando a que un día vuelvas. 

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Y podía haberlo dejado ahí, como una anécdota nostálgica. Pero la realidad es que 'Pou' funciona hoy por la misma razón que funcionaba hace diez años: no pedir nada. Sí, te pide que le cuides y estés pendiente, pero en realidad no ocurre nada si no le atiendes durante horas e incluso días. La gracia está en esos ratitos muertos, en esos "una partida más y ya" que se convierten en veinte minutos. Y que no nos vamos a engañar, si sabemos no descuidar nuestras tareas, entretenerse jamás es perder el tiempo.

Su sistema simple, sin que nadie te juzgue por abandonar la criatura y jugar sin presión sigue siendo la clave de este juego. Y si alguna vez lo jugaste, volver es casi inevitable. Si nunca lo hiciste, quizás ahora tenga más sentido que nunca, ya que no compite con nada moderno. Ni quiere, ni necesita reinventarse. Simplemente está ahí, esperando. Sin presiones. Y eso, a veces, es lo único que yo busco en un juego del iPhone.

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Regalar un AirTag es un acierto seguro, salvo que lo quieras para la cartera. Aquí tienes las mejores alternativas que sí caben en el bolsillo

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 17:00

A todos nos ha pasado o conocemos a alguien a quien le pasa: ese momento de pánico al tocarse el bolsillo y notar que falta la cartera, o la duda existencial de si hemos metido las llaves en la mochila antes de cerrar la puerta. Para combatir esos pequeños infartos diarios, la respuesta de cualquier usuario de Apple suele ser regalar un AirTag.

Y ojo, es un regalo fantástico, queda genial bajo el árbol y funciona de miedo. Pero estamos casi en 2026 y, si quieres afinar el tiro estas Navidades, quizás la "pastilla" de Apple no sea la única (ni la mejor) opción.

El AirTag sigue siendo el rey de la precisión, pero el verdadero regalo no es el dispositivo en sí, sino la Red Buscar (Find My). Apple tuvo el acierto de certificar accesorios de terceros, creando un abanico de posibilidades que solucionan los dos grandes problemas del AirTag original: su forma y, a veces, su precio. Si tienes que hacer un regalo a alguien despistado, aquí tienes cómo elegir la mejor opción sin salir del ecosistema del iPhone.

AirTag: la apuesta segura con y sus "peros"

Empecemos por lo obvio. Si tu presupuesto ronda los 30 o 35 euros (o aprovechas las ofertas del pack de cuatro por unos 89 euros), el AirTag es la referencia. Es el que tiene la mejor construcción, el que te garantiza actualizaciones y el único que te ofrece la búsqueda de precisión metro a metro. Además, regalar algo con la manzana siempre "viste" más.

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Sin embargo, el AirTag tiene un problema de física: es una moneda de plástico y metal abombada. Esto obliga a comprar un llavero aparte si quieres colgarlo (aumentando el precio del regalo) y lo hace bastante incómodo para llevarlo en una cartera. Es fiable, sí, pero no siempre es el formato más práctico.

Chipolo: cuando el diseño importa más que la marca

Aquí es donde entra Chipolo, una marca que ha sabido leer las carencias del diseño de Apple. Para mí, es la alternativa más inteligente si buscas ergonomía. Su gama "Spot" funciona nativamente con la app Buscar de tu iPhone, igual que un AirTag, pero con dos ventajas:

La primera es el Chipolo POPt para las llaves: a diferencia del AirTag, este ya trae un agujero integrado en el cuerpo del dispositivo. Parece una tontería, pero te ahorras el accesorio extra; lo sacas de la caja y a las llaves.

La segunda, y mi favorita, es el Chipolo CARD: si el regalo es para alguien que pierde la cartera, es una tarjeta fina, de un grosor similar a un par de tarjetas de crédito, que se desliza en el billetero sin deformarlo.

La opción inteligente (y barata) para llenar el árbol

Quizás tu intención no sea hacer un gran regalo tecnológico, sino tener un detalle en un amigo invisible o equipar cuatro o cinco objetos (maleta, mochila del gimnasio, llaves de casa, llaves del coche) sin dejarte mucho dinero. Aquí es donde Amazon se ha llenado de opciones certificadas y que son un auténtico descubrimiento.

Algunas marcas blancas ofrecen localizadores que se conectan a la app Buscar por precios de derribo. Es fácil encontrar unidades sueltas por 9,99 euros o packs de cuatro por menos de 25 euros. ¿La diferencia? Los materiales son plásticos más sencillos, pero cumplen su función: aprovechar los millones de iPhone que hay en el mundo para decirte dónde está tu maleta. Por el precio de un solo AirTag, equipas a toda la familia.

La regla de oro antes de comprar

Da igual si te decides por la fiabilidad de Apple, el diseño de tarjeta de Chipolo o el precio de derribo de las marcas blancas. Solo hay una cosa que debes mirar en la caja antes de pagar: el sello "Works with Apple Find My".

El objetivo de este regalo es la paz mental, y eso pasa por la privacidad y la sencillez. Huye de cualquier localizador barato que te pida instalar una aplicación extraña y mantenerla abierta en segundo plano, chupando batería. La gracia de esto es abrir la app Buscar que ya viene instalada en el iPhone y ver todos tus objetos en el mapa, sin configuraciones raras ni cesión de datos a terceros. Si cumple eso, habrás hecho el mejor regalo posible: la tranquilidad de que, pase lo que pase en 2026, sus cosas volverán a casa.

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Carga rápida PD, QC y VOOC: guía completa y comparativa real

Actualidad en Androidsis - Jue, 18/12/2025 - 16:06

Si alguna vez te has preguntado por qué algunos móviles llegan al 100% en menos de media hora mientras otros tardan casi dos, o qué demonios cambia entre USB Power Delivery (PD), Qualcomm Quick Charge (QC) y VOOC / SuperVOOC, aquí vas a encontrar una explicación con calma, pero sin rodeos sobre la carga rápida: qué hace cada sistema, cómo se reparten el calor, qué pasa con la batería y qué cargadores merece la pena comprar.

A lo largo del artículo vamos a ir hilando toda la información sobre PD, QC, VOOC y otros protocolos propietarios, comparando cifras reales de potencia, compatibilidades entre marcas y qué debes mirar en especificaciones, cargador y cable para conseguir cargas muy rápidas sin freír la batería… ni jugar a la ruleta rusa con un ladrillo de dudosa procedencia.

¿Qué es realmente la carga rápida y por qué no todo vale?

Cuando hablamos de carga rápida nos referimos a un conjunto de tecnologías que permiten que la batería reciba más vatios en menos tiempo que con el típico cargador antiguo de 5 V y 1 A (5 W). La potencia (W) es el resultado de multiplicar voltaje (V) por intensidad o corriente (A), así que para acelerar la carga se sube una, la otra o ambas a la vez.

Sobre el papel parece fácil, pero en la práctica manda la física: cada batería está diseñada para aguantar solo cierta potencia máxima y cierto margen de temperatura. Si se intenta forzar por encima de lo que soportan sus celdas y su circuito de gestión, se degrada antes, puede hincharse y en el peor escenario llega a ser peligrosa.

Por eso no sirve enchufar “el cargador más bruto” que encuentres y ya está: móvil, cargador y cable deben hablar el mismo idioma de carga rápida (protocolo) y negociar en tiempo real cuánta energía se puede entregar en cada momento sin disparar el calor.

Los fabricantes han seguido caminos distintos. Algunos sistemas elevan sobre todo el voltaje; otros, como VOOC y derivados, rehúyen los voltajes muy altos y apuestan por corrientes enormes a bajo voltaje; y muchos combinan ambas cosas. De ahí salen nombres como Quick Charge, USB PD, SuperVOOC, Warp Charge, SuperCharge, Pump Express, TurboPower, etc.: son básicamente protocolos de comunicación y control de potencia.

Un matiz clave: cargar más deprisa casi nunca sale gratis en calor. El calor es el gran enemigo de la batería, así que cada estándar implementa su propia estrategia: unos mueven la mayor parte de la conversión de energía al cargador, otros afinan el voltaje con PPS, y casi todos ya tiran de componentes más eficientes como el GaN (nitruro de galio) para reducir pérdidas y tamaño.

VOOC y SuperVOOC: la receta de Oppo a base de bajo voltaje y mucho amperaje

Dentro de las tecnologías más llamativas está VOOC (Voltage Open Loop Multi-step Constant-Current Charging), desarrollada por Oppo y extendida al resto del grupo BBK (OnePlus 8T con Warp/Dash, Realme con sus propios nombres). Es un sistema propietario y patentado, así que su compatibilidad oficial se ciñe a móviles con hardware específico dentro de este ecosistema.

La idea detrás de VOOC y, sobre todo, de SuperVOOC es clara: en lugar de disparar el voltaje como hacía el Quick Charge clásico, se mantiene un voltaje relativamente bajo (en torno a 5-11 V según generación) y se aumenta mucho la intensidad. Un VOOC original rondaba los 5 V y 4 A (20 W), mientras que las generaciones SuperVOOC actuales alcanzan 50 W, 65 W y más de 100 W a base de jugar con corrientes muy altas.

Esta estrategia tiene una ventaja práctica: al no subir tanto el voltaje, se reduce la generación de calor dentro del propio teléfono. El cargador asume casi todo el trabajo de conversión, así que es él quien se calienta más, mientras el móvil va bastante más fresco, algo que alarga la vida de la batería y hace más cómodo usarlo mientras carga.

En números concretos, un sistema SuperVOOC de 65 W puede llenar una batería de unos 4.000 mAh en unos 25-35 minutos, dependiendo del modelo y la temperatura ambiente. Para lograrlo, Oppo y OnePlus suelen usar baterías de doble celda y una comunicación continua cargador-teléfono que ajusta la intensidad, vigila termistores y modifica la curva de carga cuando se acerca al 100%.

Eso sí, hay una condición no negociable: VOOC y SuperVOOC exigen adaptador específico y cable reforzado, pensados para manejar más de 4 A de forma segura. Si conectas un Oppo o un OnePlus con un cargador o cable genérico, el móvil carga, pero se cae a ritmos normales, sin activar la carga ultra rápida de la casa.

El protocolo de carga de Oppo y un ecosistema entero alrededor

Lo que solemos llamar “protocolo de carga de Oppo” no es solo un logo en el cargador: es un estándar propio con gestión avanzada de voltaje, control térmico muy agresivo y comunicación exclusiva entre adaptador y dispositivo, con negociación dinámica de potencia según el estado de la batería.

VOOC usa una filosofía de corriente constante por etapas: el cargador va ajustando la intensidad en varios peldaños a medida que avanza la carga, sin necesidad de subir mucho la tensión. Con ello se minimizan las pérdidas térmicas en el teléfono y se consigue una eficiencia altísima, sobre todo en los primeros minutos donde el usuario ve subir el porcentaje como un cohete.

El protocolo de Oppo suele reservarse para gamas medias potentes y gamas altas (Find X, Reno, muchos Realme, buena parte de OnePlus bajo Warp / SUPERVOOC). No es raro ver cifras de 65 W, 80 W, 100 W o más, dejando viejos estándares a la altura del betún en tiempos de carga.

Para cubrir la demanda de marcas que quieren integrar estas tecnologías, fabricantes B2B como Wecent producen cargadores GaN y accesorios OEM/ODM con soporte para el protocolo de Oppo, normalmente combinándolo con USB PD, PPS o Quick Charge en el mismo ladrillo. De esta forma una marca puede vender un único cargador compatible con VOOC/SuperVOOC y, a la vez, con móviles, tablets y portátiles PD.

Buena parte de esta producción se concentra en Shenzhen y la provincia china de Guangdong, donde ya tienen rodados los procesos de fabricación de GaN, las pruebas de laboratorio y las certificaciones internacionales (CE, FCC, RoHS, PSE, etc.) para abastecer a clientes de todo el mundo.

Seguridad, GaN y AirVOOC: cómo se controla el riesgo

Una preocupación muy extendida es si la carga rápida estropea la batería. En el ecosistema de Oppo la respuesta pasa por dos ejes: un protocolo muy controlado y un sistema de seguridad por capas que monitoriza tensión, corriente, temperatura y estado de la celda continuamente.

Entre sus protecciones típicas hay corte por sobretensión, protección frente a cortocircuitos, control de sobrecarga y algoritmos específicos para el tramo final de la recarga, justo cuando la batería es más delicada. Esta arquitectura multicapa reduce al mínimo el riesgo de sobrecalentamiento serio y ayuda a que la pérdida de capacidad con los años sea más gradual.

En paralelo, Oppo y sus socios han ido migrando sus adaptadores a semiconductores GaN (nitruro de galio). El GaN es más eficiente que el silicio clásico: permite cargadores más compactos, con más potencia y menos calor. De ahí que hoy tengamos ladrillos de bolsillo capaces de entregar más de 100 W sin convertirse en una estufa.

La apuesta también llega a la parte inalámbrica. Con AirVOOC, Oppo traslada su filosofía de cargas agresivas pero controladas al mundo de las bases Qi modificadas, consiguiendo potencias altas (muy por encima de los 5-10 W tradicionales) y tiempos que se acercan a la carga por cable, siempre que uses una base certificada para este protocolo.

Fabricantes como Wecent no se quedan solo en el diseño: también asumen las pruebas de estrés, control de calidad y certificaciones necesarias para que los cargadores puedan venderse en Europa, Estados Unidos y Asia sin tropiezos legales ni problemas de seguridad.

USB Power Delivery (PD): el estándar abierto y todoterreno

Frente a sistemas propietarios tipo VOOC, el rey de los estándares abiertos es USB Power Delivery (USB PD). Es el protocolo recomendado por Google en Android y el que usa Apple para iPhone, iPad y la mayoría de MacBook con USB‑C. Su gran baza es que es flexible y multimarca de origen.

Con PD, cargador y dispositivo negocian no solo el voltaje, sino también la intensidad y el perfil de potencia. Un único adaptador puede cargar un móvil a 18-30 W, una tablet a 30-45 W y un portátil ligero a 60-100 W sin despeinarse. Las versiones actuales de PD llegan de sobra a 100 W, y con PD 3.1 se abre la puerta hasta los 240 W para equipos muy tragones.

Un ejemplo típico: desde el iPhone 8, si usas un adaptador USB‑C compatible con PD (18, 20, 29, 30, 61, 87 W, etc.), el teléfono puede subir hasta el 50% de batería en unos 30 minutos. Lo mismo ocurre con muchos Android modernos que combinan su sistema propietario con PD como “plan B” universal.

Otra gracia de PD es el modo PPS (Programmable Power Supply), una extensión de PD 3.0 que permite ajustar el voltaje en pasos muy pequeños (del orden de 20 mV) y la corriente de forma dinámica durante la carga. Esto mejora la eficiencia, baja la temperatura y permite mantener potencias altas más tiempo sin castigar tanto la batería.

Si quieres un único adaptador que sirva para casi todo, lo más sensato es un cargador USB‑C PD con PPS: te vale para móviles Android, iPhone (con cable adecuado), tablets modernas, consolas portátiles como Nintendo Switch y la mayoría de portátiles con USB‑C. Eso sí, la velocidad real la marca siempre el dispositivo y la calidad del cable.

Quick Charge (QC): del pionero a su fusión con PD

Qualcomm Quick Charge fue durante años sinónimo de carga rápida en Android, especialmente en móviles con procesadores Snapdragon. Aunque hoy convive con muchos otros sistemas, sigue muy presente, y algunas marcas basan sus tecnologías propias directamente en QC.

QC ha evolucionado bastante: QC 1.0 se quedaba en 5 V y 2 A (10 W); QC 2.0 añadió niveles a 5, 9 y 12 V y hasta 18 W; QC 3.0 mejoró la regulación de voltaje con pasos más finos para reducir el calor; con QC 4.0 y 4+ Qualcomm se alinea con USB PD 3.0, mantiene potencias en torno a 27 W y refuerza protección y eficiencia.

Uno de sus puntos fuertes es la retrocompatibilidad: un cargador QC 4+ puede cargar sin problema un móvil QC 2.0 o 3.0 a la máxima velocidad que el terminal admita. Marcas como Motorola (TurboPower) o Samsung con su antigua Adaptive Fast Charging se apoyan en QC 2.0, de modo que muchos cargadores QC de terceros funcionan a toda máquina con estos teléfonos.

En el mercado actual es muy habitual ver cargadores multipuerto que anuncian compatibilidad simultánea con QC 3.0 y USB PD. En esos casos la potencia total se reparte entre puertos cuando conectas varios aparatos, así que conviene mirar siempre la tabla de salida para saber qué te da cada puerto en cada escenario.

Para que Quick Charge se active de verdad, tanto el adaptador como el móvil deben soportar el protocolo. Si enchufas un teléfono sin QC a un cargador Quick Charge, cargará, pero se quedará en los perfiles USB básicos de 5 V y la velocidad será muy inferior a la esperada.

Otros sistemas propietarios: SuperCharge, Warp, Pump Express, TurboPower…

Además de VOOC/SuperVOOC, PD y QC, casi cada gran fabricante ha creado su salsa propia de carga rápida para aprovechar al límite su hardware y diferenciarse.

En el ecosistema BBK, además de VOOC, tenemos Warp Charge de OnePlus (30 W, 65 W, etc.). Por ejemplo, Warp Charge 30T promete cargar un OnePlus 7T del 0 a ~70% en unos 30 minutos con 30 W. Otra vez el truco está en que la gestión térmica y la mayor parte de conversión se hace en el cargador, que debe ser el oficial para activar la velocidad máxima.

MediaTek Pump Express va ya por su cuarta generación. Comparte muchos conceptos con Quick Charge y en su versión 4.0 también es compatible con USB PD 3.0, así que un móvil con Pump Express 4.0 puede aprovechar bien un cargador PD 3.0.

Meizu Super mCharge llega a unos 55 W (11 V, 5 A) en ciertos modelos de la marca. Como en otros sistemas de alto amperaje, exige cargador y cable dedicados para mantener la temperatura controlada por debajo de unos 39 ºC.

Por su parte, Motorola TurboPower se monta sobre la base de Qualcomm, pero añade un plus de gestión por software para vigilar el estado de la batería y el calor. Otras marcas han lanzado variantes sobre QC o PD con nombres comerciales propios, pero en el fondo todas giran alrededor de lo mismo: más vatios con control estricto de temperatura.

VOOC frente a PD y QC: diferencias técnicas y reparto del calor

Una duda recurrente es si USB Power Delivery puede ser tan eficiente y “suave” con el móvil como VOOC/SuperVOOC, y qué pasa exactamente con el calor que se genera.

Los sistemas de tipo VOOC (Oppo, OnePlus, Realme) suelen trabajar con voltajes contenidos (5-11 V) y corrientes muy altas. Un cargador de 100 W de OnePlus, por ejemplo, puede entregar algo del estilo de 11 V y más de 9 A. En cambio, un cargador PD genérico de 100 W suele irse a 20 V y 5 A, o combinaciones similares con el voltaje bastante más alto.

Si nos ponemos eléctricos, subir el voltaje y bajar la corriente reduce las pérdidas en el cable (efecto Joule), pero obliga a que el móvil integre convertidores internos para bajar de 20 V a lo que realmente necesita la batería. Esa conversión dentro del teléfono genera calor adicional en los chips de gestión de energía.

La estrategia de VOOC es desplazar casi toda esa conversión al cargador externo, de forma que el teléfono recibe ya un voltaje mucho más cercano al de la batería, necesita menos pasos intermedios y se calienta menos por dentro. La contrapartida es obvia: hace falta un cable especial y pierdes parte de la universalidad de PD.

¿Por qué PD no sube tanto el amperaje? Porque manejar corrientes muy altas choca con la idea de un estándar masivo basado en cables USB‑C relativamente finos y baratos. Corrientes superiores implican cables más gruesos, mejor aislamiento y más requisitos de seguridad, así que PD prefiere aumentar el voltaje dentro de unos márgenes razonables.

En términos de vida útil de la batería, lo determinante no es tanto la combinación exacta de voltios y amperios, sino cómo gestiona cada sistema la temperatura, la curva de carga y las protecciones. PD moderno (especialmente con PPS), VOOC y Quick Charge 4+/5 han avanzado mucho justo en eso, así que en móviles bien diseñados el impacto de la carga rápida es mucho menor de lo que era hace unos años.

¿Cómo saber si tu móvil tiene carga rápida y de qué tipo?

Con tantos nombres encima de la mesa, es normal preguntarse: ¿qué sistema de carga rápida soporta mi móvil? La forma más directa es ir a la ficha oficial del fabricante y ver qué indica: cosas como “carga rápida 25 W”, “SUPERVOOC 65 W”, “SuperCharge 40 W”, “USB PD 45 W”, etc.

Si no tienes esa información a mano, mira la etiqueta del cargador original. Suele indicar varias salidas, por ejemplo 5 V ⎓ 3 A, 9 V ⎓ 2 A, 10 V ⎓ 4 A, 11 V ⎓ 7,3 A, y a menudo aparece el logo del sistema (VOOC, SuperVOOC, Quick Charge, PD, Adaptive Fast Charging…). Eso te da una buena pista del protocolo y la potencia máxima.

En muchos Android puedes entrar en Ajustes > Acerca del teléfono > Batería y buscar referencias a carga rápida, carga superrápida, SuperVOOC, Power Delivery, etc. Algunos fabricantes son muy claros y ponen el dato en vatios; otros solo diferencian entre “carga normal” y “rápida”.

También existen listas oficiales de compatibilidad: Qualcomm publica catálogos de dispositivos con Quick Charge, Oppo recoge los modelos con VOOC/SuperVOOC, etc. El problema es que a veces no están al día, así que lo ideal es cruzar esa info con la web del fabricante o la caja del móvil.

Importante: aunque pertenezcan a la misma marca, no todos los modelos comparten la misma tecnología de carga. No todos los Oppo montan SuperVOOC de última generación, no todos los Samsung admiten Super Fast Charging 2.0, ni todos los Huawei llegan a 40 W. Antes de comprar un cargador nuevo merece la pena dedicar dos minutos a comprobarlo.

¿Qué mirar al comprar un cargador rápido?

Cuando te planteas comprar un cargador rápido compatible con tu móvil (y de paso con otros cacharros), no basta con fijarse en el número grande de vatios del anuncio.

Lo primero es el tipo y número de puertos. Cada vez abundan más los cargadores con varios USB‑C y USB‑A para alimentar móvil, tablet, portátil y auriculares a la vez. Ojo porque la potencia máxima suele repartirse entre puertos: un cargador que anuncia 65 W quizá solo da 45 W a un puerto y 20 W al otro si usas ambos a la vez.

También importa el diseño físico. Es preferible un cargador compacto, robusto y con buena ventilación. Si integra GaN probablemente será más pequeño y frío para la misma potencia. Y que los puertos estén colocados de forma que el cable no salga doblado a lo bestia, porque eso acorta su vida útil.

No olvides fijarte en el tipo de clavija. Si compras por internet un cargador pensado para Estados Unidos o Reino Unido, te tocará usar adaptador o no te servirá para el uso diario. En España y gran parte de Europa continental se emplean enchufes tipo C y F.

La parte de seguridad no es negociable: busca cargadores con certificaciones oficiales como CE, FCC o RoHS, que garantizan que pasan unos mínimos de seguridad eléctrica, materiales y compatibilidad electromagnética. En el ecosistema Apple, los accesorios con sello MFi han sido validados por la propia marca.

Usar adaptadores de dudosa procedencia puede acabar en picos de tensión, sobrecalentamientos o fallos graves que dañen el móvil o, directamente, planteen un riesgo personal. Ahorrar unos pocos euros en un cargador es una mala idea cuando va a estar enchufado muchas horas cada día.

Ejemplos de cargadores PD, QC y multiprotocolo

Si tu móvil admite carga rápida con cargadores de terceros, el mercado está lleno de adaptadores con combinaciones de puertos y protocolos muy interesantes.

Entre las opciones basadas en Quick Charge 3.0 abundan los cargadores compactos con dos puertos USB‑A de hasta 18 W, capaces de cargar dos móviles o un móvil y unos auriculares a la vez. Muchos incluyen electrónica para detectar automáticamente el tipo de dispositivo y ajustar la entrega de energía, con protección frente a sobrecorriente y temperatura.

También son comunes los cargadores algo más grandes con cuatro salidas (dos USB‑C, dos USB‑A) compatibles con PD y QC 3.0, con potencias combinadas de 40 W, 65 W o 100 W. Son perfectos para escritorios o mesillas donde cargan a la vez varios móviles, una tablet y quizá un portátil ligero.

Marcas especializadas como Anker, Belkin o Native Union ofrecen modelos con USB‑C PD de 30-60 W pensando tanto en móviles como en iPad, Nintendo Switch o portátiles. Algunos incorporan LED de estado, clavijas plegables o adaptadores intercambiables para usarlos en distintas regiones.

En el otro extremo están las estaciones de carga con cinco o seis puertos (varios USB‑C y varios USB‑A) y hasta 100 W o más de potencia, que hacen de hub energético para casa u oficina. Suelen soportar PD, QC y a veces otros protocolos menores, de forma que cada puerto “negocia” lo que necesita su dispositivo.

Cargadores originales VOOC y por qué marcan tanta diferencia

Cuando entramos en el terreno de VOOC y SuperVOOC, usar un cargador original u OEM certificado no es un capricho de la marca: es lo que marca la diferencia entre cargar en media hora o en más de una hora y pico.

Un cargador VOOC genuino de Oppo de, por ejemplo, 20 W o 33 W nominales está diseñado para manejar corrientes muy por encima de 4 A y para hablar el protocolo propietario con el móvil. Si no detecta la “conversación” VOOC, el teléfono no activa la carga ultra rápida.

Estos cargadores oficiales suelen venir con un cable USB‑C o USB‑A a USB‑C de alta calidad, con conectores reforzados y conductores internos dimensionados para los amperajes que exige SuperVOOC. Esa combinación cargador+cable es la que permite activar las capas de seguridad propias de VOOC: detección de sobrecarga, control fino de la temperatura, corte inmediato en caso de anomalía, etc.

Para servicios técnicos y tiendas de reparación, proveedores como Celuinfo distribuyen cargadores originales VOOC, herramientas y recambios, además de ofertas para compras al por mayor. Eso les permite ofrecer recambios que mantienen las especificaciones del fabricante en lugar de recurrir a clones genéricos que ni cargan tan rápido ni dan las mismas garantías.

Cuando usas un cargador oficial VOOC con un Oppo compatible, el sistema despliega toda su curva de carga y su esquema de protección en cinco capas. En cambio, si conectas un cargador no oficial sin soporte completo para el protocolo, el teléfono limita automáticamente la potencia para curarse en salud, con el resultado de tiempos de carga mucho más largos.

Power Delivery a fondo: por qué se ha convertido en el estándar dominante

Más allá del mundo móvil, el USB PD o Power Delivery se ha convertido en la referencia cuando hablamos de “un cargador para casi todo”. Emplea el puerto USB‑C, que ya es obligatorio en Europa para muchos dispositivos, y permite potencias de hasta 240 W con PD 3.1 si el sistema completo lo soporta.

En la práctica, el cargador anuncia sus “capacidades de origen” (por ejemplo: 5 V/3 A, 9 V/3 A, 15 V/3 A, 20 V/5 A), y el dispositivo envía una solicitud pidiendo el perfil de potencia que necesita. Si ambos coinciden, se establece un “contrato de energía” y el voltaje del bus se ajusta al valor acordado.

Las revisiones de PD han ido subiendo el listón: PD 2.0 extendió la carga rápida hasta 100 W, sobre todo para portátiles; PD 3.0 mejoró la seguridad, la detección de fallos y trajo PPS; y PD 3.1 añadió el rango de potencia extendido (EPR) con nuevos niveles de 28 V, 36 V y 48 V para llegar a los 240 W.

PPS, la función “estrella” introducida en PD 3.0, permite que el dispositivo solicite pequeños ajustes de voltaje cada pocos segundos dentro de un rango determinado. Al casar mejor el voltaje del cargador con lo que necesita la batería, se reducen las pérdidas de conversión internas, baja la temperatura y se prolonga la fase de carga rápida sin tanto castigo térmico.

Hoy muchos smartphones de gama alta (Galaxy S22/S23, Pixel recientes, etc.), tablets, portátiles y bancos de energía modernos ya soportan PD y, a menudo, PPS. Algunos fabricantes incluso exigen compatibilidad PD para obtener los servicios de Google en sus móviles Android, lo que está acelerando aún más su adopción.

Quick Charge en detalle: de los primeros “trucos” de voltaje a QC 5

Quick Charge nació como respuesta de Qualcomm a la necesidad de cargar rápido móviles con sus SoC. Las primeras versiones básicamente elevaban el voltaje a través de las líneas de datos del USB para enviar más energía sin engordar el cable.

Con QC 2.0, el cargador ofrecía varios niveles fijos (5, 9, 12 V) y el móvil escogía. QC 3.0 introdujo INOV (Intelligent Negotiation for Optimum Voltage), un algoritmo que permite al dispositivo ir solicitando variaciones de voltaje en pasos de 200 mV, buscando el punto óptimo de eficiencia.

Las generaciones QC 4, 4+ y QC 5 ya convergen hacia PD y PPS, sobre todo cuando usan USB‑C. QC 5, por ejemplo, está pensado para potencias superiores a 100 W en móviles con baterías de varias celdas y arquitecturas de carga en paralelo, prometiendo cifras de “50% en 5 minutos” bajo condiciones de laboratorio.

En el ecosistema real encontramos una mezcla curiosa: muchos cargadores de pared y coche económicos siguen usando QC 2.0/3.0, mientras que los modelos de gama alta se anuncian como PD + QC + PPS para cubrir el máximo rango de compatibilidades.

¿Qué necesita de verdad la carga rápida para funcionar bien?

La carga rápida no consiste solo en usar un cargador de muchos vatios. Es un equilibrio entre dispositivo, cargador, cable y entorno. Si uno de esos cuatro falla, la velocidad baja o el sistema desactiva los modos rápidos para protegerse.

Por un lado, el móvil o tablet debe ser compatible con un protocolo concreto (PD, PPS, QC, VOOC, SuperCharge…). Si no lo es, dará igual el cargador que uses: se quedará en 5 V y corrientes moderadas.

Luego está la salida del cargador y qué estándares soporta. Un ladrillo de 100 W solo PD no va a explotar por conectar un móvil con QC 3.0, pero ese teléfono se cargará a velocidad USB estándar salvo que el cargador implemente también el protocolo Quick Charge.

El papel del cable se suele infravalorar. Un cable barato, muy largo o de mala sección interna puede no soportar bien corrientes altas, calentarse, activar protecciones y limitar de facto la velocidad. Para potencias altas (por encima de ~60 W), se recomiendan cables USB‑C de 5 A con chip e‑marker que acrediten su capacidad.

Por último, la temperatura ambiente y la ventilación importan. La carga rápida genera calor y, si el móvil detecta temperaturas elevadas (porque hace mucho calor, está sobre una manta, le da el sol, etc.), reduce potencia automáticamente para proteger la batería, por lo que cargar en una superficie rígida y ventilada ayuda más de lo que parece.

Todo este ecosistema de protocolos como PD, QC, VOOC y sus variantes existe precisamente para que podamos pasar de estar en las últimas a disponer de varias horas de uso en cuestión de minutos, pero sin poner en juego la batería ni la seguridad.

Entender qué sistema usa tu móvil, qué potencia admite, qué hace exactamente tu cargador y por qué el cable no es un simple “trozo de goma” es lo que te permitirá elegir buenos accesorios, aprovechar de verdad la carga rápida y alargar la vida útil de tu teléfono y demás dispositivos sin renunciar a la comodidad de enchufar un rato… y salir de casa con todo listo. Comparte esta información y más usuarios sabrán del tema.

Meta Oakley Vanguard, análisis: la interfaz del futuro para el deporte que imaginábamos

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 15:00

De pequeño soñaba con la ciencia ficción, como si fuera un destino, un pueblo de verano, una tarde bonita. Con la idea casi mágica de que todo era posible allí, pero también con un aspecto demasiado barroco: la tecnología era parte del paisaje, de los dispositivos, de todo. Se parecçia más a algo ciberpunk a lo BladeRunner que a unos trucos de magia. Hoy pienso que vivimos en parte de ese futuro, pero no es como lo imaginé: los dispositivos tienen más de Arthur C. Clarke que de Philip K. Dick.

Y sí. Hay algo casi mágico en la idea de ponerte unas gafas inteligentes deportivas aparentemente normales y que, sin hacer nada más, empiecen a leerte el ritmo al que corres, grabar vídeo en primera persona y responderte dudas mientras esquivas personas y badenes. Durante años, las gafas inteligentes sonaron más a promesa de feria tecnológica que a producto real: demasiado aparatosas, demasiado feas, demasiado prototipo. Y, sin embargo, aquí estamos, con unas Oakley Meta Vanguard que parecen sacadas de una grupeta ciclista de los 90, pero llevan dentro un pequeño set de rodaje, un asistente de IA y un puente directo con tu Garmin y Strava.

Lo interesante de estas Oakley no es solo que tengan cámara integrada y audio abierto, sino que, por primera vez, el relato encaja. No son unas gafas “a las que le han colgado tecnología”, sino unas gafas de rendimiento de Oakley a las que Meta ha metido su cerebro conectivo y Garmin ha puesto el contexto deportivo. Es una sinergia muy parecida a la que vimos cuando el Apple Watch dejó de ser un “iPhone en la muñeca” para convertirse en un dispositivo casi invisible que mide entrenos, salud y te acompaña sin molestar.

Unas Oakley de siempre que ahora también son un gadget El proceso de configuración no tiene nada que envidiar a ningún dispositivo de Apple

Las Meta Vanguard, vistas de lejos, son exactamente lo que esperarías de unas gafas deportivas Oakley: lente envolvente, patillas robustas y un diseño agresivo que la marca lleva décadas refinando. Si no sabes que llevan electrónica, pasan perfectamente por unas gafas premium de ciclismo o running. Ese “camuflaje”, en mi opinión, es una de sus mayores virtudes.

El peso ronda los 66 gramos bien repartidos, una cifra que puede asustar sobre el papel, pero que en uso real se diluye gracias a un equilibrio muy trabajado. Oakley recurre a su material O Matter, resistente y flexible, pensado para sudor, golpes y uso intensivo. En carrera o sobre la bici, las gafas no rebotan ni se desplazan, algo clave cuando llevas electrónica cerca de la cara.

Las lentes Prizm, en tonos como Prizm 24K, Road o Black, siguen siendo protagonistas. No están para eliminar reflejos de forma radical, sino para mejorar contraste y la lectura del terreno. Es una elección coherente con el enfoque deportivo, donde ver bien un bache importa más que una polarización perfecta. Además, son intercambiables, manteniendo esa modularidad tan típica de Oakley.

Diseño deportivo que esconde un ordenador en las patillas

Donde las Meta Vanguard se transforman en gadget es en el interior de las patillas, donde vive todo el ecosistema Meta con micrófonos y altavoces. Al ponértelas, no ves pantallas ni elementos invasivos, pero en cuanto se encienden, un pequeño sonido te recuerda que llevas algo más que unas gafas de sol. Aquí empieza la magia.

El control se reparte entre superficies táctiles y botones físicos. En la patilla derecha puedes gestionar música, llamadas y volumen con gestos intuitivos, mientras que el botón dedicado a la cámara permite disparar fotos o grabar vídeo sin sacar nada del bolsillo. Todo está donde esperarías encontrarlo tras unos minutos de uso.

En el interior hay 32 GB de almacenamiento, conectividad Bluetooth 5.3 y Wi-Fi 6E, y una batería que según mir pruebas, te puede acompañar perfectamente durante varias salidas. No son especificaciones de smartphone, pero sí las justas para que el conjunto se sienta ágil, estable y pensado para el día a día deportivo, no como un prototipo experimental.

Cámara en primera persona para vivir el momento sin sacar el móvil

La cámara de 12 megapíxeles con ultra gran angular está situada justo entre los ojos, capturando exactamente lo que tú ves. En fotos cumple con solvencia para redes sociales y recuerdos personales, mientras que en vídeo ofrece resolución cercana a 3K con estabilización electrónica suficiente para running y ciclismo. Está más centrada que en las Ray-Ban Meta, y eso permite una grabación en primera persona algo más fiel a lo que vemos.

La verdadera ventaja no es la calidad absoluta, sino la inmediatez de captura. No hay que montar soportes, ni parar, ni sacar el móvil. Si estás bajando por una pista o encima de la bici tampoco podrías hacer eso. Basta con un comando de voz o pulsar un botón para grabar ese momento que normalmente se pierde. Es una cámara pensada para el “ahora”, no para la producción audiovisual.

Los modos de cámara lenta y hyperlapse añaden variedad, muy cercanos a los que ofrecen toda una “action-cam” dedicada - divertidos y prácticos para trasladar lo que hemos vivido en nuestro entreno: más que suficientes para contar una historia visual de un entreno, una bajada o una excursión sin complicaciones técnicas.

Sonido abierto para entrenar con banda sonora sin aislarte del mundo

El sistema de audio abierto direccional es una de las grandes sorpresas. Los altavoces integrados suenan más fuerte y claro que en generaciones anteriores de gafas Meta, permitiendo escuchar música o podcasts incluso con tráfico o viento moderado. Esto particularmente me ha sorprendido tanto, que incluso he alargado alguna tirada media para terminar de escuchar algún podcast o mi playlist favorita...

Otra cosa que me encantó de las Vanguard es la gran ventaja es mantener la conciencia del entorno, algo fundamental en ciudad o carretera. No te aíslas, no te desconectas del mundo, y aun así tienes tu banda sonora o tus indicaciones de entreno. Es una filosofía muy alineada con el deporte al aire libre.

Los cinco micrófonos ofrecen buena captación de voz y cancelación de ruido, permitiendo llamadas claras y comandos de voz fiables. Esto es más ciencia que magia, pero funciona lo suficientemente bien como para que hablarle a las gafas no resulte ridículo ni frustrante.

Meta AI Garmin y Strava como copilotos invisibles del entrenamiento

Meta AI actúa como un asistente contextual por voz, capaz de responder preguntas, tomar notas o ayudarte a gestionar pequeños recordatorios mientras te mueves. No es una IA revolucionaria, pero sí lo bastante útil como para justificar su presencia (y mejorando a buen ritmo, la verdad).

La integración con Garmin y Strava convierte a las gafas en una capa adicional de información. El reloj sigue siendo el centro de datos, pero ahora puedes recibir feedback por voz sin mirar la muñeca, algo especialmente útil en terrenos técnicos o tráfico urbano.

Los resúmenes automáticos que mezclan vídeo y métricas de entreno son quizá la función más potente para quienes disfrutan compartiendo su actividad. No es solo medir, también contar una historia visual de lo que has hecho y conseguido.

Batería resistencia y vida con ellas más allá de la ficha técnica

La autonomía, con hasta 9 horas de uso moderado, es suficiente para el perfil al que van dirigidas. El estuche añade varias cargas extra (es algo voluminoso pero las protege de forma perfecta también), y la experiencia se parece mucho a la de unos auriculares inalámbricos: las usas, las guardas, se cargan.

Grabando vídeo de forma intensiva, la batería cae más rápido, pero eso entra dentro de lo esperado porque tampoco es el principal caso de uso de este dispositivo. Estas gafas están pensadas para capturas puntuales, no para grabar horas continuas de metraje.

La certificación IP67 contra agua y polvo garantiza resistencia a lluvia, sudor y nieve, aunque no invita a sumergirlas sin algo de miedo. En el uso deportivo real, cumplen sobradamente, incluso con lluvia abundante he comprobado que tienen muy buena resistencia y además el sonido y los micros siguen funcionando de forma perfecta.

¿Quien debería comprarlas?

El precio de las Oakley Meta Vanguard, situado alrededor de los 549 euros, marca claramente su posicionamiento dentro del mercado tecnológico y deportivo. Se trata de un producto de gama alta, pensado desde el inicio para usuarios que ya están acostumbrados a invertir en equipamiento de calidad y que entienden la tecnología como una herramienta que acompaña su actividad diaria. No buscan ser una compra impulsiva, sino una elección consciente dentro de un ecosistema personal de deporte, datos y experiencias.

Estas gafas van dirigidas a corredores, ciclistas y deportistas activos que valoran la integración natural de la tecnología en objetos cotidianos. También encajan especialmente bien en perfiles que disfrutan registrando y compartiendo su actividad, capturando momentos desde su propio punto de vista sin interrumpir el movimiento ni añadir dispositivos adicionales al cuerpo. Es un producto para quien quiere entrenar, escuchar, grabar y comunicarse desde un único objeto que ya formaba parte de su rutina.

Las Oakley Meta Vanguard están pensadas para deportistas que integran tecnología en su rutina, mientras que las Ray-Ban Meta ofrecen una opción más urbana y accesible para uso cotidiano

Dentro del mismo ecosistema existe una alternativa más accesible en forma de las Ray-Ban Meta, con precios que parten aproximadamente de los 329 euros, orientadas a un uso más urbano y cotidiano. Comparten la filosofía de audio abierto, cámara integrada y asistente por voz, y se dirigen a usuarios interesados en capturar momentos del día a día, escuchar música o interactuar con la IA sin sacar el móvil del bolsillo. Son una puerta de entrada más amable al concepto de gafas inteligentes, con un enfoque menos deportivo y más ligado al estilo de vida.

El valor de las Meta Vanguard está en la suma de funciones que concentran: gafas deportivas con calidad premium, sistema de audio abierto, cámara en primera persona y asistente inteligente funcionando de forma coordinada. Su precio refleja esa convergencia y apunta a usuarios que priorizan la comodidad, la continuidad y la simplicidad en su experiencia tecnológica, apostando por soluciones que reduzcan fricción y se integren de forma casi invisible en el día a día.

El futuro ya estaba aquí y parecía magia

Arthur C. Clarke escribió que toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, y lo interesante es que no hablaba de complicados deus ex machina tecnológicos, sino de esa sensación casi infantil de que algo complejo sucede sin que tengamos que entenderlo ni prestarle atención. Eso es exactamente lo que transmiten dispositivos como las Oakley Meta Vanguard que funcionan tan bien: no te piden que pienses en ellas, no reclaman protagonismo, no interrumpen tu experiencia. Simplemente están ahí, acompañándote mientras corres, pedaleas o miras el mundo, y esa naturalidad es lo que convierte la tecnología en algo cercano, casi invisible.

Lo verdaderamente relevante de lo que está haciendo Meta con estas gafas no es la IA, ni la cámara, ni siquiera el audio, sino la manera en que todo eso se integra de forma orgánica en un objeto que ya tenía sentido antes de ser “inteligente”. Las Vanguard no intentan redefinir cómo interactúas con la tecnología; respetan cómo ya te mueves, cómo ya usas unas gafas, cómo ya entrenas. La innovación no está en cambiar tus hábitos, sino en amplificarlos sin fricción. Y ahí es donde aparece esa sensación de futuro que no abruma, el que no busca imposición. Ese pueblo tranquilo un domingo por la tarde en 2025.

Apple, que históricamente ha sido maestra en convertir complejidad en experiencia humana, debería mirar muy de cerca este enfoque si realmente quiere llevar su ecosistema a la cara de las personas. No se trata de competir en potencia o en espectacularidad, sino de entender que la próxima frontera no va de hacer más cosas, sino de hacerlo todo con menos ruido. Meta, con un recorrido de ciertas contradicciones, está explorando de forma magistral una idea muy poderosa: la de una tecnología que se diluye en el día a día, que se apoya en el cuerpo y en el contexto, y que no necesita ser el centro de la experiencia para aportar valor.

Meta explora con acierto una tecnología invisible y cotidiana, marcando un camino que Apple debería observar si quiere integrar su ecosistema de forma natural en la vida diaria

Parece que el futuro, al final, no llega como lo imaginábamos en las películas (o de niños), sino como lo describía Clarke en sus relatos más íntimos: de forma casi trivial, cotidiana, hasta que un día miras atrás y te das cuenta de que ya no sabrías vivir sin ello. Estas gafas no parecen revolucionarias en el momento en que te las pones, y quizá por eso lo son. Es justo ahí. Es justo cuando la tecnología deja de parecer tecnología y empieza a sentirse como una extensión natural de ti mismo, cuando de verdad hemos cruzado al futuro. Cuando hemos llegado al destino. Y ese futuro, que ahora por fin parece magia, sí: ya está aquí.

En Applesfera | Las Ray-Ban Meta no son sólo unas gafas inteligentes. Esto es lo que he descubierto usándolas tres semanas

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La noticia Meta Oakley Vanguard, análisis: la interfaz del futuro para el deporte que imaginábamos fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .

Los iPhone sin cámara existen y no son nada baratos. Y la duda no está en por qué, si no en "para quién"

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 14:01

Si ya del iPhone Air se echa en cara el precio y tener una sola cámara, ¿cómo te quedas si te digo que hay iPhone 6s sin cámara por 1.000 euros? Suena a broma y, en el peor de los casos, a un intento de estafa. Sin embargo, esconde un valor importante y que, en según qué contextos, es de lo más apropiado.

De hecho, esto de los iPhone sin cámara no es algo nuevo. Hace ya años que existen en un contexto alejado de Apple, ya que no es la compañía quien lo fabrica. No al menos que se sepa y mucho menos al público general. En este caso viene de la singapurense NonCam.

La duda no es por qué. Es para quién

Militares, políticos de alto rango, personal de inteligencia, directivos de grandes empresas o empleados de compañías con secretos industriales son solo algunos de los ejemplos de personas que querrían un iPhone sin cámara. Y sí, específicamente iPhone y no "móvil" en general, que también podrían servir, pero iOS tiene demostrada una mayor privacidad por su construcción (aunque no es infalible).

Esos perfiles corresponden a personas que, por su tipo de trabajo, necesitan la mayor privacidad. De hecho, es habitual que en algunos casos no se permita la entrada al puesto de trabajo con el móvil y es precisamente por la cámara. Al trabajar con información confidencial, sus estamentos vigilan que no se tomen fotos o vídeos de ese modo.

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Con un iPhone sin cámara, se garantiza que los usuarios podrán hacer un uso seguro del dispositivo sin renunciar al ecosistema de Apple, a sus apps habituales y a las copias de seguridad. Porque a efectos prácticos, son iPhone idénticos a cualquier otro. Aunque si pulsan el icono de la cámara, no verán nada, claro.

Todo empezó con el iPhone 4

Tal como la propia empresa confirma en su web, sus inicios datan de 2011, cuando el iPhone 4 era el teléfono de moda y que, los citados perfiles, no podían tener en su trabajo. Un día, "se hartaron" y decidieron contactar con fábricas en China para obtener piezas del iPhone 4 con el fin de construir dispositivos idénticos, pero sin cámara.

Se desconocen los costes que tuvieron que asumir en aquel entonces y los que aún tienen, ya que no especifican nada más allá de que "no fue barato". Y por lo que hemos podido averiguar, no hay evidencias de que utilicen a proveedores de Apple. NonCam simplemente afirma que consiguen piezas a través de contactos en China.

No hay ninguna garantía de que las carcasas sin cámara que vemos en su catálogo sean originales o estén compuestas por idénticos materiales a las originales. En cualquier caso, en apariencia dan el pego. Aunque se ven extrañas al estar acostumbrados a ver los iPhone con cámaras.

La empresa no fabrica los iPhone desde cero como los haría Apple. A lo largo de los años se han ido especializando en la modificación de iPhone originales para poder ofrecerlos a sus clientes sin cámara. Aunque eso no es lo único que venden.

También ofrecen kits con carcasas de reemplazo que no incluyen orificios para las cámaras. Los acompañan de las herramientas necesarias para que el cliente desmonte las piezas originales e incluya las modificaciones por su cuenta.

Y estas son sus piezas a la venta

Cabría esperar que en una tienda en la que se venden iPhone haya modelos recientes. Y no. No es solo que no dispongan de terminales actuales como los iPhone 17. Es que la mayoría de lo que ofrecen son teléfonos ya considerados obsoletos. Funcionales, pero sin posibilidad de que Apple los repare o reciban nuevas actualizaciones de iOS.

Entre los modelos más recientes nos encontramos un iPhone SE 2020, con la única opción de color en negro y pudiendo adquirirlo desde 1.380 dólares en su versión de 64 GB y alcanzando los 1.530 dólares en la de 256 GB. Y el más antiguo es el ya citado iPhone 6s, cuyo precio ronda los 1.000 dólares (aunque justamente ahora está agotado).

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Lo que más económico resultan son los kits de conversión, que se venden desde 100 dólares para modelos como los iPhone 4 y iPhone 4s. Algo más se eleva el precio para dispositivos como el citado iPhone SE de 2020, por 250 dólares.

Evidentemente, son precios elevados y puede parecer incluso absurdo que se ofrezca en terminales tan antiguos. Sin embargo, hay que pensar que al final estos dispositivos no se venden con idea de que se les de un uso "normal" como le daríamos cualquiera de nosotros.

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Al final pueden ser incluso adquiridos por empresas y entidades gubernamentales con el fin de que sea el "móvil de trabajo" de sus empleados. Se garantizan que sus comunicaciones serán privadas añadiendo protocolos adicionales y se aseguran de que no tienen posibilidad alguna de hacer fotos, ya que por delante tampoco tienen cámara selfie. Y con esa orientación, no se necesita la última tecnología, ni el último iOS.

Para dar una mayor credibilidad al producto, NonCam también ofrece certificados que acreditan que las cámaras han sido retiradas. Algunas empresas y departamentos gubernamentales así lo exigen y en ellas figura también el IMEI, la fecha en la que se modificó el iPhone y el técnico que se encargó de ello.

Imágenes | NonCam

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La noticia Los iPhone sin cámara existen y no son nada baratos. Y la duda no está en por qué, si no en "para quién" fue publicada originalmente en Applesfera por Álvaro García M. .

Apple experimentó con un "MacBook barato" hace años, pero pisó el freno a tiempo. Fue la mejor decisión para no repetir el fracaso

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 13:00

La historia del MacBook es una de las más curiosas (y frustrantes) de todo el catálogo de la compañía. Quienes llevamos tiempo en esto recordamos con cariño aquel MacBook blanco de policarbonato del 2006. O el valiente pero incomprendido MacBook de 12 pulgadas de 2015.

Apple lleva años intentando recuperar esa esencia de "portátil para todos" y una reciente filtración en el código interno confirma que lo intentaron hace unos años con un chip A15 del iPhone 13, pero decidieron cancelarlo. Y viendo los datos, menos mal que lo hicieron. Lanzar ese equipo habría significado repetir los errores del pasado.

Lo mejor que han podido hacer, es esperar

La información, extraída de un kit de depuración del kernel, revela la existencia del proyecto J267. Un MacBook con el mismo procesador del iPhone 13 que existió físicamente en los laboratorios de Cupertino. Sin embargo, la prudencia se impuso.

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Para entender por qué Apple guardó el proyecto en un cajón, solo hay que mirar el rendimiento bruto. Comparar el chip que iban a usar (A15) con el que planean usar ahora (A18 / A18 Pro) y con el primer M1 nos da la respuesta.

chip

single-core

multi-core

memoria ram

a15

2.345

5.748

4 GB

a18

3.235

8.247

8 GB

m1

2.312

8.383

8 GB

La diferencia salta a la vista. El A15 es un chip fantástico para un iPhone, pero sus 4 GB de RAM habrían convertido la experiencia de macOS en una pesadilla la mínima que abriéramos tres pestañas y un documento de Word. El sistema habría tenido que tirar constantemente del disco duro para compensar la falta de memoria, provocando ralentizaciones. Era inviable.

En cambio, el nuevo hallazgo del código (identificador J700) apunta a un modelo con el A18 o A18 Pro. Sea cual sea, aquí ya hablamos otro idioma. Con 8 GB de RAM (que hasta hace poco era el estándar en los MacBook Air) y una potencia que empata con el M1 en tareas multinúcleo y lo supera en un solo núcleo, este equipo sí tiene el corazón para ser un ordenador de verdad.

La lección de 2015: el problema nunca fue el diseño, fue Intel

Para valorar la importancia de este futuro MacBook, hay que echar la vista atrás al modelo de 12 pulgadas de 2015. Yo tuve uno y, a nivel de diseño, sigue pareciéndome insuperable. Pesaba menos de un kilo y era una maravilla de ingeniería. Pero tenía un lastre: Intel.

MacBook de 12 pulgadas del año 2015

Aquel ordenador llegó cinco años antes de tiempo. Montaba procesadores Intel Core M que se calentaban y ofrecían un rendimiento que difícilmente justificaba los 1.500 euros que costaba. Apple aprendió la lección. Ahora, con el control total de sus propios chips, el escenario es distinto. Un A18 ofrece esa eficiencia térmica que buscaban en 2015, pero con una potencia de verdad para trabajar.

La puntuación del A18 es el doble de potente respecto al MacBook del año 2015 La regla de las tres gamas: la pieza que falta en el puzle

Steve Jobs popularizó la famosa cuadrícula de productos, pero la Apple actual funciona mejor bajo la "regla de tres". Tenemos iPhone (base, Plus/Air, Pro) y tenemos iPad (base, Air, Pro). Sin embargo, el Mac sigue cojo: solo tenemos Air y Pro. Falta la gama de entrada, el MacBook a secas.

El Mac sigue siendo la única categoría con una cuadrícula de 2x2

Si los rumores terminan confirmándose, veremos un equipo de 13 pulgadas en colores y con un chip A18. Un portátil que rellena ese hueco en la estrategia de precios, y con potencia de sobra para mover macOS.

La gran duda que nos queda es dónde encajará en el mercado. Se habla de un precio muy por debajo de los mil dólares (que aquí se traducirían seguramente en unos 700-800 euros) para plantar cara a los Chromebooks en las escuelas. La jugada tiene sentido, pero choca con el propio catálogo de Apple: el iPad Air ya cuesta 699 euros y viene sin teclado. Si le sumamos el Magic Keyboard, el precio de la tablet se dispara casi a los 1.000 euros.

¿Está Apple dispuesta a vender un portátil completo más barato que su tablet de gama media? Es la pieza que me falta para completar el rompecabezas. Lo que tengo claro es que, si logran cuadrar el precio, estaremos ante el renacer de una categoría que nunca debió desaparecer: el MacBook que (casi) cualquiera puede permitirse.

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La noticia Apple experimentó con un "MacBook barato" hace años, pero pisó el freno a tiempo. Fue la mejor decisión para no repetir el fracaso fue publicada originalmente en Applesfera por Guille Lomener .

He puesto a prueba la traducción de los AirPods. Y he descubierto algunos usos más útiles de lo que imaginaba

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 11:31

Viajar al extranjero y comunicarte con los AirPods es el uso más típico y evidente de la nueva función de traducción en tiempo real que se ha estrenado con iOS 26.2. Y yo, sin un viaje fuera de España a la vista, me resignaba a no poder usar esta función. Hasta que recordé que hay muchos más usos de los que parece.

En la semana que llevamos desde que se lanzó la actualización, he hecho casi de todo y en la mayoría de casos sin moverme de casa. Y aunque debo decir que la traducción sigue sin ser perfecta, encuentro que es más útil de lo que pensaba.

Una traducción que sirve hasta para ver series

El primer uso que se me ocurrió, y que quizás recurra a él en el futuro, es uno propio de un periodista tecnológico y fanboy: ver una keynote de Apple. Pero ojo, porque los AirPods no traducen un vídeo que se esté reproduciendo en local en el propio iPhone, sino que tiene que estar reproduciéndose de una fuente externa. En este caso, de los altavoces de mi Mac.

Aluciné desde el primer y clásico "Good morning" de Tim Cook, ya que la traducción tiene muy poco retardo. No es inmediata y de hecho ahí comprobé que puede ir variando para que sea más natural. Si lo que se dice es una frase corta y tras ello hay un momento de transición a otra cosa sin que nadie hable, se traduce casi al momento. Pero si es un discurso algo más largo, es como que el sistema espera un poco más a tener más texto que traducir y lanzarlo seguido.

Y dado que el inglés es el idioma universal y en el que más especializada está Apple, quise ponerlo a prueba con el chino. Y encima un chino no nativo, el de mi jefa María Gónzalez, que lleva estudiándolo varios años. En los últimos Premios Xataka, entregando el Xataka Leyenda a Stella Li, María se animó a introducir la conversación con Stella en chino y yo, que estuve en el teatro presente en aquel momento, no entendí ni una sola palabra.

Ya desde casa y con la función de traducir de los AirPods, me puse el vídeo en la tele. La prueba fue un poco desastrosa, ya que había demasiadas palabras fuera de lugar, pero que por el contexto al final se podía llegar a comprender. Y eso, en un idioma tan particular, con una función en beta y una persona no nativa en el idioma hablando, me sorprendió mucho. Y para bien. Aunque demuestra que no es perfecto.

En Applesfera La mejor forma de probar la traducción de los AirPods era someterla a una telenovela china. Ha sido el banco de pruebas perfecto

La auténtica prueba de fuego la hice en alemán, idioma del que me sacas del guten morgen y ya me pierdo. Un compañero del gimnasio es de origen alemán y, aunque normalmente hablamos en español, quise hacer la prueba con él. Aprovechando que tenía un iPhone y AirPods compatibles, le pedí que charlásemos cada uno en nuestro idioma nativo con los auriculares puestos.

El momento fue un tanto distópico porque, por mucho que sea tecnología del presente y futuro, se hacía raro. Pero a efectos funcionales, el resultado fue excelente. Yo hablaba en español, él en alemán y cada uno escuchaba la locución del otro en el idioma nativo. Fue una charla interesantísima sobre gastronomía y deporte. Aunque yo soy más de tortilla y del Madrid, y él de codillo al estilo alemán y del Eintracht de Frankfurt.

Pero la función sigue sin ser perfecta

Aunque iOS 26.2 ya sea una versión pública para todos, la función del traductor sigue estando en beta, tal y como figura dentro de la app Traducir. Funciona en general muy bien y creo que está bastante avanzada, pero estar en beta aún es motivo suficiente como para perdonar ciertos problemas que puedan encontrarse. Pero haberlos, haylos.

El primero de ellos ya lo he mencionado anteriormente, aunque de pasada. Y es que aún hay palabras que no acaba de traducir del todo bien, ya sea por la pronunciación o velocidad, o porque esa palabra pueda tener alguna otra semejante que haga que se confundan. 

A veces, el problema es el contrario, que traduce literalmente una palabra, pero que no tiene tanto contexto en español. Un ejemplo que me llamó la atención fue "Eventually the company went bankrupt", cuya traducción más correcta sería "Con el tiempo, la empresa quebró". Sin embargo, los AirPods me lo tradujeron como "Eventualmente, la empresa quebró".

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Es cierto que "Eventualmente" es la traducción literal de "Eventually", pero en ese contexto concreto, no tenía mucho sentido la traducción. Y me ocurrió también con otras expresiones propias que sonaban extrañas en español.

La solución que imagino es la de introducir un modelo de lenguaje que sea capaz de traducir las conversaciones de la forma más literal posible, pero adaptando ciertos términos y expresiones del otro idioma para que suenen oportunas en el nuestro. 

Aparte, y esto es irremediable aunque la traducción fuese perfecta e instantánea, cuando se usa con otra persona, uno no puede dejar de sentirse algo estúpido. Quizás sea una apreciación personal, pero aunque entiendo que el propósito final es entenderse, al final es añadir una capa artificial para algo tan natural como es conversar. Pero, como todo avance tecnológico, estoy convencido de que solo es cuestión de tiempo adaptarse e integrarlo para que acabe siendo natural. Y esta función promete.

En Applesfera | Actualizar AirPods: guía paso a paso para poner tus auriculares al día (2025)

En Applesfera | Nuevos AirPods 5 - Todo lo que creemos saber sobre los próximos auriculares de Apple

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Ya puedes adelantarte a la primera actualización de 2026: Apple lanza la beta pública de iOS 26.3 con estas novedades

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 10:33

La próxima actualización de tu iPhone llegará a finales de enero, pero tú ya puedes tenerla. La beta pública de iOS 26.3 ya está disponible y, aunque es una versión pensada para pulir el sistema, trae una novedad fruto de una colaboración histórica: un nuevo sistema nativo para transferir datos a Android, diseñado conjuntamente por Apple y Google para facilitar la interoperabilidad entre ambos mundos.

Pero no solo se queda ahí: en iOS 26.3 también hay ajustes visuales en la personalización y cambios para los usuarios europeos respecto a los wearables de terceros. Todo esto llegará previsiblemente a finales de enero o inicios de febrero, pero puedes adelantarte gracias al programa de betas públicas de Apple. Una ventana al futuro de iOS, hoy.

Un puente directo hacia Android (y viceversa)

Puede sonar extraño en una actualización de iOS, pero la gran novedad técnica es una herramienta para salir del ecosistema. Apple ha implementado en iOS 26.3 un sistema de transferencia a Android mucho más completo que lo que existía hasta ahora. El funcionamiento se ha simplificado al máximo: basta con colocar el iPhone junto al dispositivo Android para iniciar una conexión inalámbrica escaneando un código QR. Sin descargar apps ni conectar por cable.

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El sistema permite migrar fotos, mensajes, notas y aplicaciones compatibles. Eso sí, Apple avisa de que hay límites por seguridad: datos sensibles como la información de Salud, los dispositivos Bluetooth emparejados o las notas bloqueadas se quedan en el iPhone. Es un paso adelante en la colaboración entre gigantes tecnológicos que seguiremos viendo evolucionar en próximas betas.

Otras novedades que llegan con iOS 26.3

Más allá de la interoperabilidad, iOS 26.3 trae cambios específicos que afectan a la personalización y al cumplimiento de normativas en Europa.

  • Reenvío de notificaciones en la UE: Para cumplir con la DMA, iOS 26.3 activa el "Reenvío de notificaciones". Esto permite que las notificaciones del iPhone lleguen directamente a relojes inteligentes y pulseras de terceros.
  • Nueva organización de fondos de pantalla: Apple ha retocado el menú de personalización. Ahora las categorías de "Tiempo" y "Astronomía" están separadas en secciones distintas. Además, se han añadido nuevos fondos preconfigurados en la sección del tiempo.
  • Estabilidad pre-vacacional: al ser la última beta antes del parón navideño de Apple, el código está muy pulido para ser una primera versión pública, priorizando la corrección de errores sobre la introducción de funciones que de llegar, ya serán en próximas betas.
Cómo instalar la beta pública en tu iPhone

Si quieres probar iOS 26.3 ahora mismo y ver cómo se prepara tu iPhone para 2026, el proceso es el de siempre:

  1. Entra en beta.apple.com desde Safari en tu iPhone.
  2. Regístrate en el programa de betas públicas de Apple (si no lo has hecho ya).
  3. Después, ve a Ajustes > General > Actualización de software. Toca en "Actualizaciones beta" y selecciona "iOS 26 Public Beta". A partir de ahí, la actualización de iOS 26.3 aparecerá disponible para descargar e instalar.

Eso sí, recuerda que es una beta. Aunque parece muy estable de cara a las vacaciones, pueden aparecer errores puntuales. Apple tiene previsto lanzar la versión definitiva de iOS 26.3 a finales de enero de 2026. Pero si eres de los que prefieren ir un paso por delante, la beta pública ya está lista para ti.

En Applesfera | Cómo instalar una beta de iOS 26.3 en el iPhone: paso a paso para hacerlo de una manera segura y oficial

En Applesfera | Nuevo iOS 27 - todo lo que creemos saber sobre el futuro sistema operativo para el iPhone


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Conectar ChatGPT con Apple Music es muy sencillo en el iPhone. Y lo mejor son las funciones que se consiguen

Actualidad en Applesfera - Jue, 18/12/2025 - 09:05

De repente, Apple Music se ha integrado en ChatGPT. Y con ello, un horizonte de posibilidades que no diré que sea infinito, pero como si lo fuera. Sobre todo si es para descubrir nuevas canciones o recordar alguna. Incluso cuando no sabemos su título y puede que ni la letra.

Ya sea en la app de ChatGPT del iPhone o en la web (muy útil si estamos usando el Mac), es posible pedirle a la IA que nos reproduzca canciones en Apple Music, ya que su reproductor estará integrado. Aunque como decía, el asunto va más allá de decir "reproduce X canción".

Cómo se añade Apple Music a ChatGPT

De serie, Apple Music no está integrado en ChatGPT, sino que lo tienes que hacer tú manualmente. Es un proceso muy sencillo, aunque necesitarás estar suscrito a Apple Music. A ChatGPT no es necesario, ya que funciona también en su versión gratuita.

En Applesfera Llevo años escuchando lo mismo y me cuesta encontrar nueva música. Lo nuevo de Shazam pretende cambiar eso Añadir Apple Music desde la app de ChatGPT
  1. Abre la app de ChatGPT en tu iPhone y asegúrate de haber iniciado sesión con tu cuenta.
  2. Abre el menú desplegable (pulsando en la esquina superior izquierda).
  3. Pulsa en tu cuenta en la parte inferior del menú.
  4. Ve a la sección Aplicaciones.
  5. Pulsa en Explorar aplicaciones.
  1. Busca Apple Music y selecciónalo.
  2. Pulsa en Conectar y después Conectar Apple Music.
  3. Inicia sesión con tu cuenta de Apple Music.
  4. Dale a Continuar y espera a que se vincule la cuenta.
Añadir Apple Music desde la web
  1. Abre la web de ChatGPT y asegúrate de haber iniciado sesión con tu cuenta.
  2. En el menú lateral, pulsa en tu cuenta y después en Configuración.
  3. Ve a la sección de Aplicaciones.
  4. Pulsa en Explorar aplicaciones.
  5. Busca Apple Music y selecciónalo.
  6. Pulsa en Conectar y después Conectar Apple Music.
  7. Inicia sesión con tu cuenta de Apple Music.
  8. Dale a Continuar y espera a que se vincule la cuenta.
Los mejores usos que se le pueden dar a esta integración

Una vez que hayas conectado Apple Music con ChatGPT, podrás pedir literalmente cualquier cosa que tenga relación con la música. Eso sí, antes debes abrir un nuevo chat, pulsar en el botón + y elegir Apple Music.

En mi caso, he probado con varias peticiones, creo, pueden serte útiles también:

  • Encontrar una canción sabiendo solo la letra o una parte de esta. Aunque no sea exacta, ChatGPT suele localizarla.
  • Encontrar canciones similares a una en concreto, ya sea por ritmo, género o artista que la canta.
  • Encontrar canciones para un momento determinado, como una canción animada si es para una fiesta, una triste si estás nostálgico o una relajada si la quieres de hilo musical mientras estudias o trabajas.
Las respuestas no son inmediatas y el tiempo de conexión con Apple Music puede hacer que se demore unos segundos
  • Encontrar canciones que pegaron fuerte hace tiempo, ideal para encontrar títulos destacados de décadas anteriores en las que, quizás, ni siquiera habíamos nacido.
  • Saber información del artista, canción o disco. Por ejemplo, quién es el productor y compositor o curiosidades y trascendencia de la canción.
  • Crear listas completas con las instrucciones que quieras. Desde unir varias del mismo género hasta una lista solo con canciones de un año o artista determinado. Se ofrece hasta un botón para Crear playlist en Apple Music.

Obviamente, hay más. Como decía al inicio, las posibilidades son prácticamente infinitas. Eso sí, también tiene algunas desventajas como que, en realidad, tampoco aporta nada que no estuviese disponible previamente con la gigantesca base de datos de ChatGPT. La ventaja es que te permita ir directamente a la app de Apple Music.

También he encontrado dificultades para localizar artistas más pequeños y sus canciones. Algo que, sin embargo, no parece ser tan problemático en Apple Music, donde suele haber playlist de artistas emergentes.

Quiero algo así integrado en Apple Music {"videoId":"x9v16eg","autoplay":true,"title":"3 alternativas a ChatGPT que protegen tu privacidad", "tag":"webedia-prod", "duration":"486"}

Valoro mucho el avance. ChatGPT ya podía hacer todo aquello de encontrar canciones, pero integrando Apple Music, se consigue también que se reproduzca desde la propia aplicación sin tener que irnos después a la app de Apple. Pero una integración a la inversa, me hubiese parecido mejor.

En Applesfera Es muy fácil que llenes tu iPhone con la música sin pérdida de Apple Music o Spotify. Yo tengo claro que a mí no me compensa

Me da igual si es usando el propio ChatGPT, modelos de Gemini como los que van a integrar con Siri o cualquier otra IA desarrollada por Apple. Pese a valorar positivamente la integración de Apple Music en ChatGPT, creo firmemente que el proceso inverso, el de integrar IA dentro de Apple Music, sería más conveniente y cómodo para los usuarios.

Está muy bien localizar canciones directamente desde ChatGPT y que nos lleve a Apple Music, pero al final se está haciendo en una interfaz aislada de la nativa de Apple. Alimentar el buscador de esta plataforma con IA es algo que, creo, puede ser mucho más útil porque, de forma natural, es a Apple Music a donde acudimos para escuchar música.

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El FBI se gasta millones en su "juguete" favorito para hackear iPhone. Un control rutinario en la frontera acaba de demostrar que ya no sirve para nada

Actualidad en Applesfera - Mié, 17/12/2025 - 19:01

Una de las grandes pegas de llevar la privacidad como bandera es que, inevitablemente, acabas chocando con gobiernos que quieren acceder más de la cuenta. Le pasó a Apple con Reino Unido cuando querían meterse en la cocina de iCloud, le pasó con India intentando colar aplicaciones obligatorias y, por supuesto, le sigue pasando con Estados Unidos desde aquel famoso caso de San Bernardino.

No es que Apple quiera proteger a los delincuentes, es que para ellos el sistema es seguro para todos o no es seguro para nadie. Y esa postura acaba de demostrar su eficacia real en un control fronterizo en San Ysidro, al sur de California.

Tres iPhone contra toda la maquinaria del gobierno

La noticia tiene su miga. La patrulla fronteriza (CBP) detuvo a tres personas sospechosas de tráfico de personas. Incautaron sus tres iPhone. Tienen a los detenidos y tienen el gran presupuesto del gobierno americano detrás. Para que te hagas una idea, agencias como el ICE firmaron en septiembre contratos de más de 11 millones de dólares para comprar herramientas de Cellebrite y GrayShift. Con ellas se supone que enchufas el móvil y sacas hasta el último mensaje.

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Pero la realidad les ha dado un buen golpe. Los documentos judiciales del caso reconocen que el intento de acceder a los dispositivos fue "infructuoso". Ni con todo el dinero del mundo han podido superar la pantalla de bloqueo de tres iPhone que cualquiera de nosotros lleva en el bolsillo.

Y esto no es un simple código de cuatro o seis cifras. Desde hace años, las claves que protegen el contenido del iPhone viven dentro del Secure Enclave, un chip separado del resto del sistema que ni siquiera iOS puede leer directamente. Sin ese código, no hay atajos: no hay acceso remoto, no hay puerta trasera y no hay forma legal de obligar a Apple a descifrar nada, porque Apple no tiene esas claves.

La carrera del gato y el ratón (que Apple va ganando)

Esto no es suerte. Es el resultado de cómo Apple ha ido cerrando puertas con cada actualización. Ya con iOS 18 vimos a las empresas forenses quejarse porque lo tenían muy difícil. Todo comenzó con el "reinicio por inactividad" que descubrió la policía. Si el iPhone no se toca en un tiempo, se reinicia solo para bloquear las claves de cifrado y volver a un estado mucho más seguro.

Ahora, en plena actualización de iOS 26.2, la seguridad ha llegado a un punto en el que las herramientas millonarias del gobierno se quedan obsoletas en cuestión de meses. Y tiene mérito, porque Cellebrite compró Corellium, aquella empresa que virtualizaba iOS y a la que Apple intentó tumbar en los tribunales. Así que talento y tecnología no les faltan. Pero ni con esas. El ritmo de Apple les ha pasado por encima.

Alguno de los dispositivos de Cellebrite Si no puedes con el hardware, pide los papeles (a iCloud)

Al ver que no podían entrar en los teléfonos, los agentes han tenido que hacer lo de siempre: pedir una orden judicial a Apple para acceder a las copias de seguridad en iCloud. Y aquí volvemos al principio. Apple colaborará porque cumple la ley, pero solo entregará lo que pueda leer. Con la protección avanzada de datos activada, buena parte de iCloud está cifrada de extremo a extremo. No verán mensajes, no verán copias cifradas, no verán historiales completos… el FBI se va a encontrar con un montón de datos ilegibles.

Esto no significa que no haya debate. Para las fuerzas de seguridad, estas barreras complican investigaciones y alargan procesos. Pero este caso demuestra que la privacidad no es solo marketing. Es una barrera que, de momento, ni el gobierno de Estados Unidos puede saltar.

En Applesfera | Nuevo iOS 27 - todo lo que creemos saber sobre el futuro sistema operativo para el iPhone

En Applesfera | Private Relay: qué es y cómo podemos utilizar la VPN de Apple para navegar de forma más segura y privada

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Vídeo de anuncio de Next Hunting Adventure

Actualidad en 3DJuegos - Mié, 17/12/2025 - 16:49
Trailer promocional de Next Hunting Adventure

Tráiler de anuncio de Supreme Experiment

Actualidad en 3DJuegos - Mié, 17/12/2025 - 16:35
Trailer promocional de Supreme Experiment

Tráiler de anuncio de Westlanders

Actualidad en 3DJuegos - Mié, 17/12/2025 - 16:20
Trailer promocional de Westlanders

Daydream para juegos VR en Android: qué fue, cómo funcionaba y en qué punto está ahora

Actualidad en Androidsis - Mié, 17/12/2025 - 15:31

La realidad virtual en el móvil parecía llamada a ser la siguiente gran revolución del entretenimiento, y durante unos años Google Daydream fue el epicentro de esa apuesta en Android. Aunque hoy la plataforma esté oficialmente abandonada, sigue generando dudas, curiosidad y nostalgia entre quienes quieren usar su visor para juegos VR en Android o rescatar experiencias inmersivas que marcaron una etapa.

Si estás pensando en exprimir unas gafas Daydream View que tienes por casa, quieres saber qué juegos y apps VR funcionaban con esta tecnología, o simplemente te interesa entender por qué Google dio un paso atrás, aquí vas a encontrar una guía completa y actualizada sobre Daydream para juegos VR en Android, desde su historia y requisitos hasta la situación real a día de hoy con Android 11 y versiones posteriores.

Qué era exactamente Google Daydream en Android

Google Daydream fue la plataforma oficial de realidad virtual móvil de Google integrada en Android, pensada para que cualquier usuario pudiera disfrutar de experiencias VR de buena calidad usando solo su smartphone y unas gafas compatibles. A diferencia de las típicas carcasas de plástico tipo cardboard, aquí había todo un ecosistema: visor, mando, servicios del sistema y una tienda de apps específica.

La idea era que, al colocar el móvil en el visor Daydream View y abrir las aplicaciones compatibles, el usuario pudiese sumergirse en mundos virtuales, juegos y vídeos en 360 grados, con un nivel de comodidad y rendimiento superior al de las soluciones más básicas que se limitaban a duplicar la pantalla.

Para hacerlo posible, Google integró en Android una serie de componentes especializados: el sistema de seguimiento de movimiento, la gestión de baja latencia, controles específicos y la famosa app “Daydream” que actuaba como lanzador y centro neurálgico de todo el contenido VR. Todo eso se apoyaba en un módulo clave: los Google VR Services o servicios de VR.

Versiones principales de la app Daydream y requisitos de Android

Durante su vida útil, la plataforma fue recibiendo diferentes versiones de la app y los servicios asociados, adaptándose a las novedades del sistema operativo. En los listados de descarga de APK quedan reflejadas varias versiones destacadas, todas pensadas para móviles con Android 7.0 o superior como requisito mínimo para funcionar.

Entre las compilaciones más conocidas de la app Daydream se encuentran versiones como la 1.23.190812026, que apareció a mediados de agosto de 2024, y otras iteraciones anteriores como la 1.20.190204006, la 1.19.181016006, la 1.18.180905026, la 1.17.180716026 o la 1.16.180604056, todas ellas ligadas a Android Nougat 7.0 y posteriores. Estas versiones iban ajustando compatibilidades, afinando el rendimiento y corrigiendo problemas de seguridad.

Cada iteración del APK traía pequeños cambios internos, pero el mensaje era siempre el mismo: para usar Daydream con juegos VR necesitabas un teléfono Android relativamente moderno y certificado, capaz de cumplir con los requisitos de pantalla, sensores y potencia gráfica que Google exigía para garantizar una experiencia fluida.

Con el paso del tiempo, esas actualizaciones se fueron espaciando y finalmente detuvieron, dejando claro que Google no seguiría dedicando recursos a mantener viva la parte de software de la plataforma, aunque algunos APK sigan circulando y se puedan instalar en móviles concretos con versiones antiguas de Android.

La experiencia VR que proponía Daydream en juegos y contenido

Daydream nació para ofrecer algo más pulido que el típico cardboard: la combinación de un visor ligero, un mando con sensores de movimiento y una capa de software optimizada permitía jugar a títulos VR y consumir contenido 360 sin depender de un PC potente ni de una consola.

El usuario podía, por ejemplo, ponerse las gafas y sumergirse en vídeos inmersivos donde bucear con tiburones, viajar al espacio o pasear por ciudades históricas, moviendo la cabeza para elegir el punto de vista que más le interesara, en vez de limitarse a seguir el encuadre que marca un director. Esa libertad de mirar a cualquier punto del entorno era una de las claves de la experiencia.

Además de vídeos, la plataforma integraba experiencias basadas en Google Street View en versión VR. Esto permitía recorrer calles y rincones del mundo como si estuvieras caminándolos, con la sensación de estar de pie en medio de la calle, girando sobre ti mismo y observando a tu alrededor en 360 grados gracias al giroscopio del móvil y al visor.

Los juegos eran otro de los pilares: desde shooters ligeros hasta aventuras narrativas o rompecabezas, muchos títulos se diseñaban para que el jugador tuviera la impresión de estar dentro del escenario y no simplemente mirando una pantalla. El mando de Daydream, con sus sensores de movimiento y su touchpad, hacía posible apuntar, disparar, señalar elementos del entorno o interactuar con menús en el aire.

También hubo una fuerte apuesta por el vídeo en gran formato y los eventos deportivos en 360 grados. Plataformas como Netflix, YouTube, la NBA, la NFL o la liga de béisbol llegaron a ofrecer experiencias adaptadas a la realidad virtual con Google Daydream, de forma que podías ver partidos, series o vídeos como si te sentaras en una sala de cine virtual o en una grada con vistas privilegiadas.

Qué necesitabas para usar Daydream: visor, móvil y servicios VR

Para subirse al carro de Daydream hacían falta dos piezas de hardware fundamentales: unas gafas Daydream View y un smartphone compatible. Las gafas se podían conseguir por algo más de 100 euros en su momento, y se convertían en la carcasa en la que colocabas el teléfono para convertirlo en el motor de tus experiencias VR en Android.

El visor oficial se complementaba con el controlador Daydream, un pequeño mando con sensores de movimiento, botones y superficie táctil que permitía navegar por los menús, apuntar en los juegos y realizar gestos sencillos. Sin ese mando, muchas apps no resultaban prácticas, ya que el diseño de interfaz partía de su existencia.

La segunda pieza clave era el smartphone. Aquí no valía cualquier cosa: Google exigía un panel de calidad, sensores bien calibrados y una potencia gráfica suficiente para que la experiencia no marease. En la práctica, eso se traducía en que solo unos cuantos modelos de gama alta (y unos pocos de gama media-alta) contaban con la etiqueta oficial de “Daydream Ready” o certificados para Daydream.

Además del hardware, en el propio sistema Android corrían en segundo plano los servicios de VR de Google (Google VR Services). Estos servicios eran los encargados de gestionar el tracking, la corrección de distorsión, la integración con la app Daydream y la comunicación con el visor. Sin un APK de estos servicios actualizado y configurado, la experiencia Daydream se rompía o quedaba limitada.

Esa dependencia de un conjunto cerrado de visores, mandos, móviles certificados y servicios de sistema es una de las razones por las que, una vez Google bajó la persiana, todo el ecosistema empezase a quedar en una especie de limbo, especialmente tras los cambios introducidos en Android 11.

Teléfonos Android certificados oficialmente para Daydream

Durante la fase activa del proyecto, Google mantuvo una lista de móviles certificados para Daydream que marcaba, de forma bastante estricta, qué terminales ofrecían una experiencia aceptable. Según esa referencia oficial, hacía mucho tiempo que la lista no se actualizaba con modelos nuevos incluso antes de la retirada definitiva de la plataforma.

Entre los últimos modelos de Samsung reconocidos para Daydream se encontraban los Galaxy S9 y S9+ junto al Galaxy Note 8. En el lado de Google, los terminales con sello Daydream incluían dispositivos como el Pixel 3 y el Pixel 3 XL, mientras que en el catálogo de Huawei figuraba, por ejemplo, el Mate 9 Pro como uno de los modelos preparados para esta tecnología.

Un detalle llamativo es que ninguna gama alta de 2019 apareció en el listado como certificada para Daydream. Según esa documentación oficial, no había ni un solo smartphone lanzado en 2019 que contara con certificación Daydream, algo que ya anticipaba que Google estaba dejando de lado la plataforma mucho antes de anunciar su final de forma pública.

En la práctica, esto implicaba que los usuarios con móviles más recientes que querían utilizar sus viejas gafas Daydream View se encontraban con bloqueos de compatibilidad, apps que no aparecían en Google Play y mensajes del sistema indicando que el dispositivo no era compatible con Daydream ni con varias apps VR oficiales.

Esta situación empujó a algunos usuarios avanzados a buscar soluciones alternativas, desde forzar la instalación de los APK hasta modificar los servicios de VR para sortear las restricciones, aunque con resultados desiguales según el modelo y la versión de Android instalada.

Cómo comprobar si tu móvil Android es compatible con Daydream VR

Incluso cuando la lista oficial de Google dejó de actualizarse, seguía habiendo formas prácticas de saber si un móvil tenía posibilidades de funcionar con Daydream. Una de las pruebas más simples consistía en buscar ciertas aplicaciones VR oficiales en Google Play usando el propio teléfono.

Si desde tu móvil entrabas en la Play Store y escribías términos como “YouTube VR” o “Netflix VR” y no aparecía ningún resultado oficial, era una fuerte pista de que el dispositivo no se consideraba compatible con la plataforma Daydream. En muchos casos, esas apps ni siquiera se listaban para evitar instalaciones en teléfonos no certificados.

Otra forma de comprobarlo era acceder directamente desde el navegador del móvil a un enlace profundo que apuntase a la ficha de YouTube VR en Google Play. Al hacer clic, se abría la tienda y, si el móvil no estaba soportado, la pantalla mostraba un mensaje indicando que el dispositivo no era compatible con esa aplicación. Cuando sí lo era, aparecía el botón de instalación de forma habitual.

Si pasabas estas pruebas y podías instalar las apps clave, era señal de que tu teléfono cumplía, al menos en teoría, los requisitos básicos para funcionar con Google Daydream y disfrutar de juegos VR adaptados, siempre que tu versión de Android no se hubiese quedado sin soporte por parte de los servicios de Google.

Para el usuario medio, estas comprobaciones eran más claras que bucear en documentación técnica, y seguían siendo útiles cuando el proyecto ya daba señales de agotamiento, porque permitían confirmar rápidamente si merecía la pena intentar usar un visor Daydream View con ese móvil en concreto.

Fin del soporte oficial: Android 11 y el adiós definitivo a Daydream

La caída de Daydream no fue de un día para otro, sino un proceso que empezó a hacerse visible en octubre de 2019. Ese mes, Google dio un golpe importante al anunciar que los Pixel 4 y Pixel 4 XL no incluían soporte para Daydream, marcando la ruptura con su propia línea de referencia en Android.

Casi al mismo tiempo, la compañía retiró sus gafas Daydream View de la venta oficial, otra señal clara de que dejarían de impulsar la plataforma a nivel de hardware. A esto se sumó que servicios como HBO y Hulu ya habían dejado de ofrecer compatibilidad con Daydream meses antes, debilitando aún más el catálogo de contenidos disponibles.

La confirmación definitiva llegó con Android 11: Google explicó de forma clara en su página de soporte que el software de Daydream VR dejaba de estar soportado de manera oficial por el sistema operativo. Aunque en algunos dispositivos todavía se podía acceder a partes del servicio, la empresa avisó de que no habría más actualizaciones de software ni parches de seguridad.

En ese mismo aviso, la propia Google reconocía que Daydream VR ya no recibiría mantenimiento y que podría funcionar de forma inestable o no funcionar en absoluto en teléfonos actualizados a Android 11 o versiones posteriores. Es decir, quien decidiera seguir usándolo lo daba bajo su propia responsabilidad y con riesgo de encontrar errores sin solución oficial.

Ese cierre afectó tanto a la app de configuración del visor y el mando como al entorno de servicios VR que trabajaban en segundo plano. Sin actualizaciones, cualquier cambio en el núcleo del sistema podía romper la compatibilidad, dejando los visores Daydream View dependiendo de versiones congeladas del sistema operativo o de trucos avanzados para alargarles la vida.

Por qué Google abandonó la realidad virtual móvil de Daydream

Google llegó a ver un gran potencial en la realidad virtual basada en smartphones, pero con el tiempo empezó a detectar varios límites que impedían que Daydream se convirtiera en una solución viable a largo plazo. Uno de los argumentos más repetidos por la compañía fue la fricción que suponía pedir al usuario que metiera el móvil en unas gafas y renunciara a usarlo para el resto de tareas mientras estaba dentro del visor.

En la práctica, eso significaba que, cada vez que alguien quería jugar o ver contenido VR, tenía que encajar el teléfono en el visor, ajustar correas, sincronizar el mando, y durante toda la sesión no podía usar el móvil para chatear, mirar notificaciones o atender llamadas sin sacar el dispositivo de las gafas. Esa incomodidad chocaba con la forma en la que la mayoría de usuarios usaba su smartphone a diario.

Además, la evolución del hardware y de las expectativas de los jugadores apuntaba hacia soluciones más potentes y dedicadas, como visores independientes o conectados a PC, capaces de ofrecer experiencias VR mucho más complejas y fluidas que lo que podía dar de sí un móvil encajado en un casco de tela o plástico.

La propia Google llegó a señalar que se encontraron con “obstáculos claros” que limitaban la realidad virtual basada en smartphones como apuesta de futuro. Entre esos obstáculos estaba el hecho de depender de modelos muy concretos de móvil, con pantallas, sensores y rendimiento que variaban enormemente entre fabricantes, complicando la tarea de garantizar una experiencia uniforme y de calidad para todos los usuarios.

A eso se sumó la marcha de varios socios de contenido relevantes (como HBO y Hulu), la ausencia de nuevos móviles certificados en 2019 y la creciente atención de la industria hacia propuestas de realidad aumentada y visores dedicados. Todo este cóctel terminó empujando a Google a dar por cerrada la etapa Daydream y redirigir recursos hacia otros proyectos.

¿Se puede seguir usando Daydream para juegos VR hoy en día?

Aunque el soporte oficial haya terminado, en ciertos casos aún es posible seguir utilizando Daydream para juegos VR en Android, con bastantes matices. La clave está en el móvil concreto, la versión de Android instalada y el estado de las apps y servicios VR necesarios para que todo funcione.

En dispositivos que se han quedado en versiones anteriores a Android 11, es relativamente más sencillo mantener Daydream operativo, sobre todo si todavía se tiene instalada la app oficial y los servicios VR correspondientes. En estos casos, el visor Daydream View y el mando pueden seguir funcionando de forma razonable con muchas experiencias y juegos ya descargados.

Sin embargo, a medida que el sistema se actualiza o que las apps dejan de recibir soporte y cambios en sus APIs, la compatibilidad empieza a resentirse. Incluso instalando APK antiguos, hay riesgos de que partes del sistema se comporten de manera inestable, que la tienda ya no liste ciertas apps, o que los servicios VR no se integren bien con los cambios de seguridad y permisos de Android más recientes.

Hay usuarios que, intentando alargar la vida de sus gafas, han recurrido a rutas más avanzadas: desde bloquear las actualizaciones del sistema hasta modificar manualmente los APK de los servicios de VR para saltarse las comprobaciones de compatibilidad. Estas soluciones pueden funcionar en escenarios muy concretos, pero no están exentas de riesgos y requieren conocimientos técnicos elevados.

Para el usuario estándar que simplemente quiere ponerse las gafas y disfrutar, la realidad hoy es que Daydream es un proyecto congelado: si tu móvil y tu software están en el punto dulce en el que todo sigue funcionando, puede ser aprovechable; si no, es probable que te encuentres con más obstáculos que ventajas intentando revivirlo para juegos VR en Android.

El caso de los móviles “no compatibles” que sí podían mover Daydream

Una curiosidad de la historia de Daydream es que hubo teléfonos que, sin estar certificados oficialmente, eran capaces de mover la plataforma con bastante soltura. Por ejemplo, algunos usuarios con terminales como un Samsung Note 5 comentaban que podían ejecutar con fluidez títulos como Daydream River u otras experiencias VR exigentes, pese a que el sistema marcaba esos dispositivos como incompatibles.

En muchos de estos casos, las restricciones parecían estar relacionadas con cuestiones de tamaño físico, diseño del dispositivo o decisiones de Google sobre qué modelos promocionar como “ideales”, más que con la potencia bruta del hardware. El resultado era que el sistema bloqueaba la instalación o el uso completo de Daydream aunque el móvil tuviera músculo suficiente para tirar de gran parte de los juegos.

Esto empujó a parte de la comunidad a buscar soluciones alternativas, como modificar el APK de los servicios de VR o usar herramientas avanzadas para engañar al sistema y hacerle creer que el dispositivo era uno de los modelos certificados. En foros especializados se compartían guías y trucos, aunque no siempre resultaba sencillo replicar esos pasos sin un cierto dominio de la modificación de APK.

Quien no tenía conocimientos de desarrollo o de ingeniería inversa se veía obligado a pedir directamente un APK ya modificado de los servicios de VR, confiando en que otra persona hubiera hecho el trabajo de adaptación para su modelo de móvil concreto. Eso dejaba en evidencia hasta qué punto la experiencia Daydream dependía más de banderas de compatibilidad que de las capacidades reales del hardware.

Hoy, quienes intentan seguir esta vía de APK modificados se mueven en un terreno mucho más frágil, porque el resto del ecosistema ha seguido evolucionando sin Daydream, lo que hace que cada vez haya más piezas desajustadas que dificultan recuperar una experiencia VR estable en teléfonos modernos.

La trayectoria de Daydream sirve como recordatorio de lo rápido que cambian las apuestas tecnológicas en movilidad: una plataforma que llegó con la promesa de ofrecer juegos y experiencias VR inmersivas desde el móvil ha pasado en pocos años a ser un producto discontinuado que solo algunos nostálgicos y entusiastas intentan mantener con vida, mientras la industria apunta hacia visores dedicados y nuevas formas de realidad extendida.

Modding de juegos en Android: riesgos y métodos más seguros

Actualidad en Androidsis - Mié, 17/12/2025 - 15:29

El modding de juegos en Android se ha convertido en uno de los mayores reclamos para quienes juegan en el móvil: más monedas, skins exclusivas, personajes chetados, saltarse la publicidad o desbloquear contenido de pago sin rascarse el bolsillo. Sobre el papel suena tentador, pero detrás de cada APK modificada puede esconderse un problema serio: desde fallos y bloqueos constantes hasta malware, robo de cuentas o filtraciones de datos personales.

En paralelo, el boom del gaming para smartphone ha hecho que el móvil sea el centro de atención de ciberdelincuentes de todo el mundo. Casi la mitad de los ingresos de toda la industria del videojuego viene ya del móvil, así que los hackers saben perfectamente dónde está el negocio. Por eso, si estás pensando en usar mods en Android, conviene tener muy claro qué riesgos hay, cómo atacan los estafadores y qué métodos son relativamente más seguros para poder trastear con cabeza y no convertir tu teléfono en un coladero.

Por qué el modding en Android es tan jugoso para jugadores y atacantes

En pocos años, el sector del videojuego ha pasado de ser ocio de nicho a un negocio multimillonario que supera a otras industrias del entretenimiento. Dentro de ese pastel, el móvil se lleva una parte enorme gracias a las compras integradas, las suscripciones, las skins y todo tipo de contenido premium que se paga poco a poco, pero suma muchísimo.

Ese crecimiento brutal ha provocado que el ecosistema móvil se convierta en un objetivo prioritario para hackers, estafadores y redes de fraude. Solo entre finales de 2017 y principios de 2019 se contabilizaron miles de millones de ataques contra servicios y plataformas relacionadas con videojuegos, lo que deja claro que los ciberdelincuentes ven en este mercado una fuente de ingresos muy suculenta.

En este contexto, los mods de juegos —las famosas “modificaciones”— se han transformado en una de las principales puertas de entrada de malware, spyware y fraudes varios. Los jugadores los buscan para cambiar personajes, añadir misiones, retocar gráficos o incluso revolucionar por completo la experiencia de juego, y esa curiosidad es aprovechada por quienes empaquetan código malicioso dentro de APKs que, a simple vista, parecen inocentes.

Hay que tener claro que tocar un juego casi siempre implica saltarse las condiciones de uso que han establecido los desarrolladores y editores. Muchas modificaciones no son meras personalizaciones estéticas, sino trampas claras: ver a través de paredes, moverse mucho más rápido, disparar sin retroceso, munición infinita o recursos ilimitados. Además de cargarse la integridad de la partida, pueden abrir agujeros de seguridad, provocar inestabilidad y romper el juego, sobre todo en títulos online.

Cuando se altera el código o la memoria de un juego, se incrementa el riesgo de bloqueos, partidas corruptas y caídas constantes, pero el problema gordo es que se expone el móvil y los datos personales del usuario. Mucha gente piensa que solo está instalando “un truco” y, sin darse cuenta, le da permisos delicados a una APK que no ha pasado ningún tipo de revisión seria.

Cómo se hacen las trampas en Android: técnicas de modding más habituales

Dentro del ecosistema Android, una de las apps más conocidas en el mundo de las trampas es GameGuardian. Esta herramienta está pensada específicamente para manipular juegos móviles editando la memoria mientras se ejecutan. No retoca directamente los archivos del juego, sino los valores que el propio juego guarda en memoria en tiempo real.

La mecánica es sencilla pero muy potente: el jugador identifica datos concretos (vida, monedas, tiempo, recursos internos, energía, etc.) y los modifica sobre la marcha para obtener ventajas desproporcionadas. El truco consiste en buscar en la memoria de la app esos valores y cambiarlos por otros que interesen al tramposo, evitando así sistemas de control pensados por el desarrollador.

Con este enfoque se pueden hacer cosas como disparar la cantidad de monedas o dinero del juego, acelerar el progreso alterando el reloj interno, desbloquear recursos que normalmente exigen compras in-app o saltarse verificaciones de licencia. A efectos prácticos, el modder “desactiva” buena parte de las limitaciones que dan sentido al modelo de negocio del juego.

Junto a la edición de memoria aparecen también utilidades de speed hacking, capaces de modificar la velocidad interna del juego. Esto permite que personajes, animaciones, recargas o ciclos internos vayan mucho más rápido. Si a eso se le suman macros, clickers automáticos o bots, el resultado son ventajas imposibles de igualar para quien juega de forma legítima.

Otro camino muy frecuente es el de trastear directamente con el APK: se descompila la app con herramientas tipo MT Manager, se modifican porciones de código (por ejemplo, las que controlan compras, anuncios o límites de uso) y se recompila todo para distribuirlo como “APK mod”. Aquí el riesgo se dispara porque quien redistribuye el archivo puede inyectar librerías maliciosas, troyanos, spyware o módulos de publicidad agresiva sin que el usuario vea nada raro a simple vista.

La automatización también está muy presente: hay software capaz de grabar secuencias de toques y acciones y reproducirlas en bucle, generando macro-bots que juegan por el usuario. Aunque no siempre modifican la APK, suelen ir de la mano de prácticas que violan las normas del juego y que, en la mayoría de títulos competitivos, acaban en sanciones o bloqueos permanentes de cuenta.

Juegos y plataformas más castigados por hacks, mods y ataques

Los problemas asociados a mods, trampas y malware no se limitan ni de lejos a Android. Consolas, PC y móviles sufren ataques constantes relacionados con fraudes, robo de cuentas, control de servidores y explotación de vulnerabilidades en juegos con comunidades enormes.

Títulos muy conocidos como Pokémon, Minecraft o Call of Duty son objetivos prioritarios. Cuanta más gente juega a un juego concreto, más rentable resulta para un atacante preparar hacks, webs falsas, generadores de monedas o APKs modificadas con sorpresa para dicho título en concreto.

En franquicias masivas, se han visto campañas en las que se usan bases de datos de jugadores para lanzar phishing muy bien disfrazado. Se envían correos o mensajes que imitan a la perfección las comunicaciones oficiales, prometen regalos, eventos especiales o recompensas, y en realidad buscan robar datos personales, credenciales o información financiera o redirigir a webs fraudulentas.

Este tipo de incidentes no solo amargan la experiencia de juego, también ponen en riesgo la seguridad del dispositivo y la privacidad del usuario. Un único clic en un enlace malicioso en el chat, o la descarga de una supuesta “actualización” desde un sitio dudoso, puede acabar en pérdida de cuentas, filtración de datos, cargos no autorizados o incluso control remoto del dispositivo.

El problema se multiplica cuando el jugador usa el mismo usuario y contraseña en varios servicios. Si una sola cuenta se compromete, los atacantes suelen probar esas mismas credenciales en otras plataformas de gaming y servicios online, consiguiendo, en el peor de los casos, acceso casi completo al ecosistema digital de la víctima.

Descargar APKs mod: por qué las fuentes no oficiales son un campo minado

Muchos usuarios de Android se lanzan a por mods con la idea de que, si el archivo viene de una página “muy recomendada” o con buena fama, seguro que es fiable. El problema es que ni siquiera las webs populares pueden asegurar al 100 % que todo lo que alojan esté limpio, y en plataformas pequeñas o poco conocidas la incertidumbre es todavía mayor.

Es bastante común que, al analizar una APK modificada con herramientas como VirusTotal, ESET o Malwarebytes, aparezcan alertas de malware, comportamientos sospechosos o detecciones genéricas de software potencialmente peligroso. Algunas de estas detecciones se deben a patrones típicos de apps crackeadas, pero en muchos casos la alarma es totalmente legítima y la APK sí incluye código dañino.

Investigadores de seguridad han llegado a crear modelos de clasificación de APKs mediante aprendizaje automático, alimentados con grandes conjuntos de datos que mezclan miles de aplicaciones maliciosas conocidas (entre ellas familias como Drebin) y aplicaciones legítimas. Analizando permisos, servicios, receptores, librerías y otros metadatos, estos modelos pueden detectar patrones muy claros que delatan a las apps maliciosas.

Con bases de datos de decenas de gigas y proporciones cercanas a 80 % de muestras benignas y 20 % maliciosas, se alcanzan tasas de acierto sobre el 96 %. Y aun así, incluso con esa potencia de análisis, sigue siendo complicado encontrar APKs mod que se puedan considerar realmente fiables. El simple hecho de que una app pida permisos excesivos para lo que dice hacer debería disparar todas las alarmas.

Mucha gente se pregunta si es normal que “prácticamente todas sus apps crackeadas” salten en los antivirus como maliciosas o potencialmente peligrosas, o si existe algún sitio “totalmente seguro” para descargar mods sin preocuparse por virus. La realidad es que no hay una fuente 100 % segura y que una cantidad enorme de mods —sobre todo los que prometen ventajas bestiales— incluye algún tipo de componente dañino o no deseado.

Incluso cuando la APK no lleva un troyano clásico, es frecuente que incorpore SDKs de publicidad muy agresiva, rastreadores, spyware ligero o puertas traseras que permitirán descargar malware más avanzado más adelante. Y, además, el uso de estas apps suele violar las condiciones de uso del juego, por lo que te expones a baneos, pérdida de progreso, bloqueos de cuenta y demás sanciones por parte de las compañías.

Amenazas de seguridad ligadas a mods y juegos online

El mundo del modding se cruza con muchos de los riesgos habituales de los juegos en línea, que afectan tanto a móviles como a consolas y PC. Al descargar mods, hacks o versiones “alternativas” de títulos populares, conviene tener presentes varios peligros que aparecen una y otra vez.

Uno de los más repetidos es la distribución de malware y virus disfrazados de juegos rebajados, copias gratuitas o generadores de monedas. Al perseguir “chollos” imposibles o gratis total en webs de terceros, las posibilidades de acabar instalando algo malicioso se disparan. Incluso descargas aparentemente legítimas pueden aprovechar vulnerabilidades sin parchear para colar código malicioso en el dispositivo.

También hay que vigilar el robo de identidad. Muchos juegos incorporan chats abiertos con desconocidos, y en ese contexto algunos atacantes se hacen pasar por otros jugadores para sonsacar información privada: nombre completo, ciudad, número de teléfono, redes sociales e incluso datos financieros. Con suficiente información, los delincuentes pueden montar perfiles muy detallados de sus víctimas y utilizarlos en estafas posteriores.

La usurpación de cuentas de juego es otro quebradero de cabeza habitual. Si reciclas el mismo usuario y contraseña en varias plataformas, basta con que una sola sufra una brecha de seguridad para que los atacantes prueben esas credenciales en el resto. Mediante ataques de fuerza bruta o listas automatizadas de claves robadas, es relativamente fácil apoderarse de cuentas con skins raras, progresos avanzados o tarjetas de pago vinculadas.

En escenarios más extremos aparece el doxing, que consiste en publicar datos personales sensibles —dirección, teléfono, correo— de alguien en Internet por venganza, acoso, celos o puro ensañamiento. Se trata de una práctica que puede afectar de forma muy grave a la vida real de la víctima, sobre todo si se combina con amenazas o campañas de odio.

Relacionado con esto está el swatting, una barbaridad que implica realizar una llamada falsa a las fuerzas de seguridad para que acudan al domicilio de la víctima alegando una emergencia inventada. Aunque parezca de película, ya se han producido casos en el ámbito de juegos competitivos y puede tener consecuencias físicas y legales muy serias para todos los implicados.

Otro vector típico en contextos de mods y webs poco fiables es el spyware. Muchas operaciones de gaming con poca reputación, incluidas páginas que prometen mods milagrosos, pueden ocultar programas orientados a monitorizar tu actividad online sin que lo sepas. Esa información se puede revender a terceros, lo que supone una vulneración directa de la privacidad.

También hay que tener en cuenta las filtraciones de datos en las propias empresas de videojuegos. Si un atacante logra entrar en los sistemas internos de un editor, puede robar código fuente, juegos aún no lanzados o enormes volúmenes de datos personales de usuarios. Casos como la masiva brecha de Zynga, con más de 170 millones de cuentas afectadas, muestran que este tipo de incidentes tienen impacto global y duradero.

En algunas plataformas de juego antiguas o mal mantenidas se siguen arrastrando fallos de scripting entre sitios (XSS), que permiten interceptar credenciales de inicio de sesión si el usuario pasa por una página manipulada. Esto puede combinarse con webs fraudulentas que ofrecen mods o trucos y que, en realidad, solo buscan robar datos de acceso.

Los ataques DDoS (denegación de servicio distribuida) son otro recurso clásico, tanto contra grandes servidores de juegos como en contextos competitivos más reducidos. Sobrecargando los servidores, los atacantes provocan caídas y lag, arruinando partidas enteras. Aunque no siempre implican robo de datos, generan pérdidas económicas y dañan la experiencia de juego.

Los correos electrónicos de phishing y los enlaces maliciosos en chats de juego son omnipresentes. Mensajes que parecen venir de la propia empresa o de la tienda oficial invitan a descargar “bonos”, “regalos” o “actualizaciones urgentes”, cuando en realidad son malware o páginas falsas que intentan robar nombres de usuario, contraseñas o datos bancarios.

Por último, el acoso en línea también entra en juego. No es raro encontrar jugadores que presionan a otros para que instalen cierto software, compartan datos personales o participen en actividades dudosas. Esa combinación de toxicidad, chantaje y exposición de datos puede deteriorar seriamente la salud mental y la seguridad emocional de quienes solo querían pasar un buen rato jugando.

Buenas prácticas para experimentar con mods de forma más segura

La primera regla, aunque suene a tópico, es reducir al mínimo la instalación de APKs de orígenes desconocidos. Siempre que puedas, mantente en tiendas oficiales o repositorios con buena reputación, y desconfía de archivos que circulan por enlaces acortados, foros extraños, canales de mensajería o redes sociales.

Si aun así decides probar mods, es imprescindible que analices cada archivo con varias soluciones antivirus antes de instalarlo. Servicios como VirusTotal te permiten subir la APK y comprobarla frente a decenas de motores distintos, aumentando la probabilidad de detectar algo raro. Eso sí, que no haya detecciones no significa que la app sea segura, pero al menos sirve como primer filtro para descartar amenazas conocidas.

Otro punto clave es vigilar con lupa los permisos que solicita el mod. Si un simple juego pide acceso a SMS, contactos, micrófono, cámara o ubicación sin una justificación clara, muy probablemente sea mala señal. En Android es posible revisar y revocar permisos, así que, si algo no encaja con la función declarada de la app, lo inteligente es no instalarla o restringir esos permisos al máximo.

También es muy recomendable utilizar un dispositivo secundario, un móvil viejo o un emulador aislado para trastear con mods en lugar de hacerlo en tu teléfono principal. De esta manera, si el experimento sale mal, los daños quedan en un entorno “de pruebas” y no comprometes tus cuentas principales, tu banca online ni tus datos más sensibles.

Por su parte, los desarrolladores tienen margen de actuación añadiendo mecanismos de protección anti-tampering y anti-debug en sus juegos móviles. Con herramientas específicas de ciberdefensa se puede complicar mucho la vida a quienes usan GameGuardian, editores de memoria o inyectores de código, bloqueando la modificación de memoria, la manipulación de la lógica interna o el salto a las compras in-app. Cuantas más capas técnicas se incorporan, más difícil es que los mods funcionen sin ser detectados.

En el lado del jugador, es básico mantener el sistema operativo y las apps siempre actualizadas. Muchos ataques dependen de vulnerabilidades antiguas que se podrían haber solucionado con un simple parche. Ignorar las actualizaciones durante meses o años es regalarle ventaja al atacante que empaqueta malware en una APK aparentemente inofensiva.

Otra pieza que marca la diferencia es usar un gestor de contraseñas y activar la autenticación en dos o más factores en todas las cuentas de juego y servicios asociados. Aunque el mod en sí no robe la contraseña, otros vectores de ataque (phishing, brechas de datos, formularios falsos) pueden dejar tus credenciales al descubierto. Contraseñas únicas y doble verificación reducen drásticamente el impacto de una filtración.

Si sueles conectarte desde redes públicas o poco fiables, apoyarte en una VPN de confianza añade una capa extra. La VPN oculta tu IP real, complica ciertos ataques dirigidos (incluidos algunos DDoS personalizados) y mejora la privacidad al jugar, comprar o gestionar tus cuentas. No es una solución mágica, pero es un complemento valioso junto al antivirus y las buenas prácticas de seguridad.

Y, aunque parezca obvio, conviene mantener una actitud crítica ante correos, mensajes privados y ofertas imposibles. Nadie regala monedas infinitas, pases premium o skins legendarias por hacer clic en un enlace. Evita abrir adjuntos sospechosos, no introduzcas credenciales en páginas que no tengas muy controladas y, cuando vayas a deshacerte de una consola, PC o móvil de gaming, acuérdate de borrarlo por completo y restaurarlo de fábrica para que no queden cuentas ni datos guardados.

Quien se sumerge en el mundo del modding de juegos en Android tiene que asumir que, por muy cuidadoso que sea, el riesgo cero no existe. Conocer cómo funcionan las trampas, qué técnicas usan los estafadores, qué patrones delatan a una APK sospechosa y qué hábitos de higiene digital conviene adoptar marca la diferencia entre disfrutar del juego con cierto margen de experimentación o terminar con el dispositivo comprometido, las cuentas robadas y la experiencia arruinada.

Tecnología LTPO para dispositivos móviles: todo lo que debes saber

Actualidad en Androidsis - Mié, 17/12/2025 - 15:24

La pantalla del móvil se ha convertido en el componente estrella: la miramos cientos de veces al día, consume buena parte de la batería y marca, para bien o para mal, la experiencia que tenemos con el dispositivo. Mientras procesadores, cámaras y baterías acaparan la conversación, en silencio ha ido llegando una tecnología clave que lo cambia todo: LTPO.

Si últimamente te suenan conceptos como pantalla LTPO, tasa de refresco variable o 1‑120 Hz y no terminas de tener claro qué significan, no te preocupes: no eres el único. Esta tecnología se ha colado primero en los relojes inteligentes y en los móviles más caros, pero cada vez la veremos en más dispositivos. En este artículo vamos a desgranar con calma qué es LTPO, cómo funciona por dentro, qué ventajas reales aporta y qué móviles la usan ya.

Qué es la tecnología LTPO en pantallas móviles

Cuando hablamos de LTPO, en realidad nos referimos a “Low-Temperature Polycrystalline Oxide”, óxido policristalino de baja temperatura. No es un tipo de pantalla como tal (no es un “nuevo OLED” ni un “nuevo LCD”), sino una tecnología que se aplica a la matriz de transistores TFT que controla cada píxel del panel.

En una pantalla moderna, especialmente si es OLED o AMOLED, hay una especie de “cerebro” en forma de matriz TFT que enciende, apaga y regula la intensidad de cada píxel millones de veces por segundo. Hasta hace poco, esa matriz se fabricaba casi siempre con LTPS (Low-Temperature Polycrystalline Silicon, silicio policristalino de baja temperatura), muy rápido y eficiente para manejar altas tasas de refresco, pero no tan bueno cuando se quiere mantener una imagen fija gastando lo mínimo.

La clave de LTPO está en que combina transistores LTPS con transistores de óxido (normalmente IGZO, es decir, óxido de indio, galio y zinc). De esta mezcla nace una matriz híbrida capaz de manejar con mucha más soltura los cambios de frecuencia, permitiendo un comportamiento extremadamente flexible: puede ir desde 1 Hz hasta 120 Hz o incluso 144 Hz en algunos casos.

Esta arquitectura híbrida logra que el panel pueda variar su tasa de refresco en tiempo real sin necesidad de controlar tanto el proceso desde el software ni de añadir chips extra entre la GPU y el controlador de pantalla. Dicho de forma sencilla: la propia pantalla “entiende” mejor cuándo tiene que moverse rápido y cuándo puede relajarse para ahorrar energía.

Un detalle interesante es que Apple fue quien desarrolló y patentó la base de LTPO, estrenándola en el Apple Watch Series 4 y explotándola de verdad con la función de pantalla siempre encendida del Apple Watch Series 5 en adelante. Como la patente es de Apple, otros fabricantes han tenido que idear tecnologías muy similares con otros nombres comerciales para poder usar conceptos parecidos sin infringirla.

Cómo funciona internamente LTPO y en qué se diferencia de LTPS

Para entender por qué LTPO es tan especial, hay que bajar un poco al nivel de hardware. En una pantalla OLED “de toda la vida”, los TFT LTPS son los encargados de controlar cada subpíxel. Son muy buenos moviendo electrones rápido, lo que se traduce en altas frecuencias (90, 120, 144 Hz) y buena respuesta para juegos y animaciones, pero su corriente de fuga no es tan baja, de modo que mantener una imagen fija implica un consumo nada despreciable.

En cambio, los óxidos metálicos tipo IGZO destacan por tener una fuga de corriente extremadamente baja. Esto significa que son ideales para mantener estados estáticos (como un reloj en pantalla o una imagen congelada) consumiendo poquísima energía. Su punto flaco es que, por sí solos, no son tan brillantes a la hora de gestionar cambios rápidos y muy continuos en la pantalla.

La jugada maestra de LTPO consiste en combinar lo mejor de ambos mundos en un solo sustrato: se usan transistores LTPS allí donde hace falta velocidad y óxidos donde interesa estabilidad y ahorro energético. Así, el circuito de control puede ajustar con gran detalle la frecuencia de refresco, incluso aplicando tasas diferentes en distintas zonas de la pantalla según lo que se esté mostrando.

Este enfoque conlleva retos de fabricación, porque los transistores de óxido suelen ser físicamente más grandes que los LTPS. Si se usaran solo IGZO, la densidad de píxeles caería y veríamos una pantalla menos nítida. Por eso fabricantes como Samsung Display o LG Display han optado por combinar LTPS e IGZO de forma muy cuidadosa para lograr alta resolución, buena calidad de imagen y, a la vez, eficiencia.

Además, otra diferencia importante respecto a paneles LTPS convencionales con refresco variable por software es que LTPO no necesita tantos controladores externos ni lógicas adicionales para decidir cuándo subir o bajar la frecuencia. El propio panel y su matriz TFT están diseñados para hacer este cambio de forma mucho más directa, lo que simplifica el circuito y reduce consumos extra.

Frecuencia de refresco variable: de 1 Hz a 120 Hz (y más)

La gran baza práctica de LTPO es su capacidad para ofrecer una tasa de refresco verdaderamente dinámica y muy amplia. Mientras que muchas pantallas se quedan fijas en 60, 90 o 120 Hz, una pantalla LTPO puede moverse en un rango enorme dependiendo de lo que ocurre en pantalla.

Cuando el contenido es estático —por ejemplo, leyendo un mensaje, mirando la hora en un smartwatch o consultando una foto parada— el panel puede bajar drásticamente la frecuencia de refresco: 10 Hz, 5 Hz, 1 Hz… En estos extremos, la imagen prácticamente no “se redibuja”, así que la pantalla trabaja mucho menos y la batería aguanta más horas.

En cuanto entran en juego animaciones rápidas —juegos exigentes, desplazamiento veloz por redes sociales, navegación por la interfaz—, LTPO permite escalar la frecuencia a 90, 120 o incluso 144 Hz si el fabricante lo ha habilitado. Esto hace que la experiencia visual sea muy fluida, con menos desenfoque de movimiento y sensación de lag.

La gracia está en que todo esto sucede de forma automática y en tiempo real sin que el usuario tenga que estar toqueteando los ajustes. Muchos móviles con LTPO incluyen igualmente la opción de fijar la tasa manualmente (60, 120 Hz…), pero el modo adaptativo es donde esta tecnología brilla, porque allí el panel va leyendo lo que ocurre y ajustando al vuelo.

La industria ya ha demostrado que es posible bajar hasta 1 Hz en relojes inteligentes y algunos smartphones de gama muy alta, como pueden medir algunas apps de benchmarking. En esa situación, la pantalla solo se actualiza una vez por segundo o incluso una vez por minuto, lo que supone un salto enorme en eficiencia respecto a un panel bloqueado a 60 Hz para mostrar exactamente lo mismo.

Eso sí, el rango exacto de frecuencias que ofrece cada móvil depende mucho del fabricante. Hay modelos que solo bajan hasta 10 Hz, otros hasta 24 Hz (pensando en cine), algunos se mueven entre 11 y 120 Hz, y los más avanzados tocan el mínimo absoluto de 1 Hz. Todo esto se define en el propio diseño del panel y en cómo el software del teléfono decide aprovecharlo.

Ahorro de batería y eficiencia energética real

La pantalla es, casi siempre, el componente que más energía consume en un smartphone, por encima del procesador y muchas veces de los módulos de comunicaciones. Los paneles OLED ya fueron un salto adelante frente a los LCD clásicos porque apagan píxeles para mostrar negros, pero aun así el gasto sigue siendo alto, sobre todo cuando forzamos altas tasas de refresco.

Con LTPO, los fabricantes consiguen ajustar mejor el equilibrio entre fluidez y autonomía. No hace falta estar a 120 Hz para leer un WhatsApp o consultar la hora, y ahí es donde esta tecnología recorta consumo. Al bajar la frecuencia, la pantalla reduce la cantidad de veces que tiene que volver a encender y apagar píxeles, con lo que disminuye el uso energético sin que el usuario note pérdida de calidad en contenidos estáticos.

Conviene matizar que, en igualdad de condiciones (mismo brillo, misma imagen y misma frecuencia), una OLED LTPO no tiene por qué consumir automáticamente menos que una OLED LTPS. El ahorro viene, sobre todo, de la gestión inteligente del refresco variable, no de una especie de magia interna que reduzca drásticamente el consumo por sí sola.

Aunque los números exactos varían según el dispositivo, hay fabricantes que hablan de reducciones de consumo de la pantalla de entre un 15 % y un 50 % cuando se compara un uso real con refresco adaptativo en LTPO frente a una pantalla tradicional fijada en 90 o 120 Hz. La cifra concreta depende del brillo, del contenido y de cuánto tiempo pasa el panel en frecuencias bajas.

Esto se nota especialmente en modos de uso continuado de la pantalla, como la navegación prolongada, muchas horas de redes sociales, lectura, o en relojes inteligentes donde la pantalla está casi siempre encendida. En estos casos, rascar aunque sea un 10-20 % de ahorro se traduce en varias horas extra de autonomía a lo largo del día.

Empresas como Samsung han ido más allá con variantes como HOP, que prometen reducir todavía más el consumo respecto a los propios paneles LTPO estándar, combinando de forma aún más optimizada LTPS y óxido. Hablamos de mejoras adicionales en torno al 15-20 %, según datos del propio fabricante.

LTPO y el modo Always On Display

Uno de los escenarios donde LTPO tiene más sentido práctico es el modo Always On Display o “pantalla siempre encendida”, tan común ya en móviles OLED y, sobre todo, en relojes inteligentes. Este modo muestra permanentemente información básica como la hora, la fecha o ciertas notificaciones.

En una pantalla sin LTPO, mantener un Always On implica que el panel sigue refrescando a 60 Hz aunque solo esté mostrando un reloj estático. Esto supone un desgaste innecesario de la batería y obliga a los fabricantes a limitar mucho el brillo y la información que se ve para no fundir la autonomía.

En cambio, una pantalla LTPO puede bajar a frecuencias mínimas —1, 5, 10 Hz— cuando entra en modo siempre encendido, de modo que solo actualiza la información justo cuando hace falta. El resultado es que la pérdida de batería es muchísimo menor y se puede permitir mostrar más datos o mantener el reloj siempre visible sin que la autonomía se resienta tanto.

De hecho, buena parte del éxito de los Apple Watch modernos y de los relojes premium de marcas como Samsung se debe precisamente a que LTPO permite ofrecer un modo Always On realmente útil sin sacrificar la batería a las pocas horas. Lo mismo se está trasladando a los smartphones, donde ver la hora, notificaciones y widgets en la pantalla bloqueada es cada vez más habitual.

Ventajas clave de LTPO frente a pantallas tradicionales

Si tenemos que resumir lo que aporta LTPO frente a paneles OLED convencionales o incluso LCD e IPS, las ventajas principales serían varias. La primera es la posibilidad real de usar altas tasas de refresco solo cuando merece la pena, en lugar de tener el panel siempre “a tope” gastando batería sin necesidad.

La segunda gran ventaja es que se consigue una gestión de la frecuencia mucho más granular y precisa. Mientras que algunos móviles con paneles LTPS permiten un sistema de refresco variable más rudimentario, dependen de controladores de software adicionales que indican a la pantalla cuándo cambiar. LTPO integra esta lógica en el propio hardware de la matriz TFT, reduciendo latencias y la necesidad de chips extra.

Además, LTPO es una tecnología perfectamente compatible con la mayoría de variantes OLED del mercado: AMOLED, Super AMOLED, Dynamic AMOLED, Fluid AMOLED, Retina OLED… Por eso muchas fichas técnicas hablan de pantallas “LTPO AMOLED” o incluso “LTPO2 Fluid AMOLED” en el caso de algunos modelos de OnePlus.

Otra ventaja nada desdeñable es que, al permitir bajar tanto la frecuencia de refresco, abre la puerta a modos de bajo consumo muy agresivos sin necesidad de apagar la pantalla por completo. Esto se aprecia no solo en Always On, sino en funciones como mostrar mapas, fotografías estáticas o documentos largos durante mucho tiempo sin pegarse un buen mordisco a la batería.

El inconveniente más evidente, al menos por ahora, es que fabricar paneles LTPO es un proceso más complejo y caro que producir pantallas LTPS clásicas o LCD. Esto hace que, de momento, esta tecnología se reserve casi siempre a terminales de gama alta y gama alta premium, dejando fuera a móviles baratos y de gama media, donde el coste manda.

Variantes comerciales: HOP y otras denominaciones

Como comentábamos, la patente clave de LTPO pertenece a Apple, así que otros fabricantes han optado por desarrollar soluciones muy similares bajo otros nombres. El ejemplo más claro es Samsung, que ha creado su propia versión llamada HOP (Hybrid-Oxide and Polycrystalline Silicon, óxido híbrido y silicio policristalino).

Esta tecnología HOP busca exprimir todavía más la combinación entre LTPS y óxidos metálicos, con el objetivo de mejorar la eficiencia energética de paneles ya de por sí muy avanzados. Según datos de Samsung, sus pantallas HOP logran reducir entre un 15 % y un 20 % el consumo frente a paneles LTPO estándar, siempre hablando de condiciones comparables.

En la práctica, estas diferencias se traducen en que algunos móviles de gama muy alta pueden presumir de funcionar todo el día con refresco variable muy agresivo, manteniendo la experiencia fluida pero apretando al máximo la batería. Modelos como Galaxy Note20 Ultra o Galaxy S21 Ultra estrenaron este tipo de paneles, y desde entonces Samsung los ha ido refinando en generaciones posteriores.

Otros fabricantes han seguido caminos parecidos, bautizando sus paneles con nombres comerciales llamativos que, en el fondo, se basan en la misma idea: usar una matriz híbrida LTPS+óxido para ofrecer refresco variable extremo. Más allá del marketing, la base tecnológica es muy similar de un fabricante a otro.

Relación con otras tecnologías de pantalla: AMOLED, LCD, IPS, MicroLED…

Conviene tener claro que LTPO no viene a sustituir a OLED, AMOLED, IPS o LCD, sino que convive con estas tecnologías como una capa adicional dentro de la arquitectura de la pantalla. La mayoría de paneles LTPO actuales son OLED o AMOLED, por lo que conservan todas las ventajas clásicas de estos: negros puros, alto contraste y colores muy vivos.

Las pantallas AMOLED y Super AMOLED se basan en diodos orgánicos que emiten luz propia, controlados por transistores de película fina. Super AMOLED integra además la capa táctil directamente en el panel, reduciendo el grosor y mejorando el brillo y la respuesta. LTPO se coloca un peldaño por debajo en la pila de la pantalla, gestionando cómo se encienden y refrescan esos píxeles.

En paralelo, siguen existiendo paneles IPS LCD, donde los cristales líquidos se ordenan de forma especial para mejorar ángulos de visión y fidelidad de color respecto a LCD antiguos. Siguen siendo más baratos y duraderos, y se usan mucho en tablets o móviles de gama media, aunque no ofrecen los negros tan profundos ni la flexibilidad energética de OLED con LTPO.

También están en juego tecnologías como Quantum Dot (QD-LCD, QD-OLED), que añaden una capa de nanocristales para ampliar la gama de color y el brillo, y Mini-LED, que multiplica los puntos de luz de la retroiluminación LCD para lograr mejor contraste. Y, mirando al futuro, están los MicroLED, con diminutos LED inorgánicos por píxel, que prometen alta luminosidad, durabilidad y ausencia de quemados, aunque a día de hoy siguen siendo muy caros y difíciles de fabricar masivamente.

Incluso tecnologías como P-OLED (plastic OLED), que emplean sustratos plásticos para permitir pantallas curvas o plegables, pueden beneficiarse potencialmente de matrices LTPO para gestionar mejor el refresco y la energía, y en diseños con pantallas duales.

Dispositivos y móviles con pantallas LTPO

Aunque al principio LTPO llegó en silencio a los relojes inteligentes de gama alta —especialmente los Apple Watch—, hoy ya hay una lista creciente de móviles que incorporan esta tecnología en sus pantallas, casi siempre en la parte más alta del catálogo de cada marca.

Entre los fabricantes que han apostado por LTPO encontramos a Apple, Samsung, OnePlus, OPPO, realme, Vivo, iQOO, Google y Xiaomi, además de otros que van llegando poco a poco. Puedes comprobarlo con herramientas para ver información del hardware. La condición común es que se trata, casi siempre, de smartphones “top” con características premium.

Algunos ejemplos representativos son los Samsung Galaxy S21 Ultra, S22 y modelos posteriores de la gama Ultra, que integran paneles Dynamic AMOLED LTPO con rango variable —por ejemplo, entre 11 y 120 Hz—. También el Note20 Ultra fue uno de los primeros en estrenar la variante HOP de Samsung.

Por parte de OnePlus, el OnePlus 9 Pro y el OnePlus 10 Pro montan paneles LTPO fabricados por Samsung con resolución muy alta y tasas de refresco variables de 1 a 120 Hz, bautizados comercialmente como “Fluid AMOLED” o “LTPO2 Fluid AMOLED”. Según la propia marca, el salto a LTPO les ha permitido reducir el consumo de la pantalla en torno a un 50 % en uso real respecto a generaciones anteriores.

El OPPO Find X3 Pro comparte panel con el OnePlus 9 Pro: misma diagonal, resolución Quad HD+, profundidad de color de 10 bits y refresco variable gracias a LTPO. En la órbita de realme y Vivo encontramos modelos como realme GT2 Pro o Vivo X70 Pro+, así como dispositivos de iQOO, que aprovechan esta tecnología para ofrecer pantallas muy fluidas sin destrozar la batería.

En el terreno de Google, el Pixel 6 Pro fue de los primeros de la casa en apostar por un panel OLED LTPO con frecuencia de refresco adaptativa, algo que luego se ha ido refinando en generaciones posteriores. Y en el ecosistema Xiaomi, el Xiaomi 12 Pro se ha situado como uno de los modelos de referencia al integrar una pantalla LTPO de alta resolución con rango dinámico de 1 a 120 Hz. De momento, es el único modelo de la marca que oficialmente monta LTPO, en parte porque la fabricación de estos paneles sigue siendo bastante costosa.

A esta lista hay que sumar los iPhone de gama Pro, que han adoptado paneles OLED LTPO para habilitar funciones de pantalla siempre encendida y refresco variable ProMotion, así como los relojes Apple Watch de generaciones recientes, que dependen casi por completo de LTPO para poder mantener la pantalla activa todo el día sin convertir la batería en un drama.

Limitaciones actuales y futuro de la tecnología LTPO

Pese a sus beneficios, LTPO tiene aún algunas barreras claras que explican por qué no está en todos los móviles. La primera, y más obvia, es el coste: producir estos paneles es más caro que fabricar pantallas LTPS u OLED convencionales, tanto por la complejidad del proceso como por los niveles de precisión que exige combinar LTPS e IGZO sin perder resolución ni uniformidad.

Además, las líneas de producción capaces de fabricar LTPO a gran escala están, de momento, concentradas en unos pocos fabricantes de paneles. Esto limita la oferta y hace que muchos fabricantes de móviles tengan que elegir entre destinar estos paneles solo a sus modelos de gama alta o asumir un coste mayor si quisieran popularizarlos en gamas medias.

Otra cuestión es que, aunque LTPO permite rangos muy amplios de refresco, no todos los móviles lo aprovechan igual de bien. Hay diferencias importantes en cómo cada marca implementa los algoritmos que deciden cuándo bajar o subir la frecuencia. En algunos dispositivos, la gestión es agresiva y prioriza el ahorro; en otros, se mantiene más tiempo en frecuencias altas para asegurar máxima fluidez, sacrificando algo de autonomía.

A medio plazo, la tendencia lógica es que LTPO se vaya abaratando y aparezca en cada vez más modelos, especialmente en la gama alta “normal” y quizá en buenas gamas medias. También es probable que veamos versiones mejoradas —como ya se ha hecho con los “LTPO2” o tecnologías híbridas avanzadas— que sigan afinando tanto la eficiencia como la calidad de imagen.

Además, a medida que se extienden otras tecnologías de pantalla como MicroLED, P-OLED flexible o nuevos tipos de Quantum Dot, es muy posible que conceptos similares a LTPO —matrices híbridas con control de refresco ultrafino— se adapten a estos formatos, extendiendo la idea de refresco variable extremo a todo tipo de dispositivos, desde móviles plegables hasta visores AR/VR.

La tecnología LTPO se ha convertido en una pieza clave para cuadrar el círculo entre pantallas muy fluidas, alta calidad de imagen y buena autonomía. Gracias a su capacidad para ajustar la frecuencia de refresco de forma dinámica, combinar lo mejor del LTPS y los óxidos y eliminar componentes intermedios, permite que móviles, tablets y relojes ofrezcan experiencias más suaves sin fundir la batería en pocas horas; por ahora sigue siendo un lujo reservado a la gama alta, pero todo apunta a que terminará bajando poco a poco de escalón hasta convertirse en algo tan habitual como lo fue en su día el salto de 60 a 90/120 Hz.

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